Agenda 2030

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Resumen

La Agenda 2030, va más allá de las propuestas hechas en anteriores Conferencias y Cumbres internacionales sobre el desarrollo sostenible, pretende ser una llamada universal a la acción para mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo, para poner fin a la pobreza y proteger el planeta. La Bioética tiene un papel imprescindible para contribuir a establecer las acciones éticas presentes en los derechos humanos fundamentales, especialmente los de la protección de la vida y de la salud ante la grave situación mundial de vulnerabilidad y de desigualdad, cuestiones defendidas por la Agenda.

Introducción

Entre los objetivos se encuentra: velar por que todos los seres humanos puedan realizar su potencial con dignidad e igualdad y en un medio ambiente saludable.

La Agenda 2030 es un documento de la política internacional de Naciones Unidas[1].  Se denomina agenda de acción porque su objetivo es proponer un plan para el desarrollo en favor de las personas, el plantea y la prosperidad. No es el primer plan de acción para el desarrollo que se aprueba en una Asamblea General de Naciones Unidas y por tanto no se puede decir que antes de él no se ha hecho nada en este terreno, pero es indudable que éste tiene sus características propias. Está diseñado como un instrumento de trabajo para inspirar y orientar las políticas y los recursos mundiales en los próximos años, mejorando los intentos anteriores y tratando de subsanar los errores cometidos.

Es lógico que la Agenda 2030 suscite interés y controversia. Hay problemas que requieren del compromiso internacional para lograr soluciones eficaces. El trabajo a nivel local es imprescindible, pero la experiencia confirma que en un mundo globalizado y con fronteras cada vez más difusas, los avances y retrocesos de unos, afectan a todos. El propio documento en el n.14 analiza los inmensos desafíos del mundo actual, advirtiendo entre otras cuestiones, como:

Miles de millones de nuestros ciudadanos siguen viviendo en la pobreza y privados de una vida digna. Van en aumento las desigualdades, tanto dentro de los países como entre ellos. Existen enormes disparidades en cuanto a las oportunidades, la riqueza y el poder. La desigualdad entre los géneros sigue siendo un reto fundamental. Es sumamente preocupante el desempleo, en particular entre los jóvenes. Los riesgos mundiales para la salud, el aumento de la frecuencia y la intensidad de los desastres naturales, la escalada de los conflictos, el extremismo violento, el terrorismo y las consiguientes crisis humanitarias y desplazamientos forzados de la población amenazan con anular muchos de los avances en materia de desarrollo logrados durante los últimos decenios. El agotamiento de los recursos naturales y los efectos negativos de la degradación del medio ambiente, incluidas la desertificación, la sequía, la degradación de las tierras, la escasez de agua dulce y la pérdida de biodiversidad, aumentan y exacerban las dificultades a que se enfrenta la humanidad. El cambio climático es uno de los mayores retos de nuestra época y sus efectos adversos menoscaban la capacidad de todos los países para alcanzar el desarrollo sostenible (…) Peligra la supervivencia de muchas sociedades y de los sistemas de sostén biológico del planeta”. La Agenda 2030, en sus 17 objetivos[2] asume esos problemas y en sus 169 acciones[3] propone algunas soluciones para resolverlos, pero no afronta cuestiones estructurales de fondo ni promueve por sí misma actitudes en las personas que deben resolverlos o evitarlos. El hombre es causante de muchos de los desastres citados en el n. 14, en consecuencia, al reconocer su intervención, se propone subsanar los males que él mismo ha provocado. Las personas son, por tanto, el punto en que confluyen la Bioética y la Agenda 2030 y por eso, puede darse un diálogo fructífero entre ambas.

Génesis y contenido de la Agenda 2030. Alcance y límites de sus propuestas

El documento “Transformar nuestro mundo: La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible” fue aprobado por la Asamblea General de Naciones Unidas el 25 de septiembre de 2015. Entró en vigor en enero 2016 y se da un plazo de 15 años para cumplir sus objetivos, los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

La Agenda 2030 está en continuidad con todas las Conferencias y Cumbres sobre el Desarrollo anteriores[4][5][6][7][8]: Rio de Janeiro 1992, Copenhague 1995, Nueva York 2000, Johannesburgo 2002, Rio de Janeiro 2012.

Objetivo del planeta: proteger el planeta contra la degradación, incluso mediante el consumo y la producción sostenibles. Medidas urgentes para hacer frente al cambio climático

Si bien lo primero que se observa es que el número de objetivos es mayor respecto al anterior plan de acción para el desarrollo - los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) aprobados en Nueva York en el año 2000 eran 8 y ahora son 17-   en una lectura más atenta no se encuentra en ella ningún objetivo que sea una novedad. Algunos se despliegan en varios que abarcan nuevos aspectos, otros se unifican, y de un modo u otro, va quedando reflejada en ellos la evolución de la sensibilidad social hacia ciertos problemas. Los temas ambientales cobran más realce y reclaman medidas más urgentes, dadas las evidencias científicas del deterioro del plantea.

Lo realmente significativo en la Agenda 2030 es haber consolidado el término de Desarrollo Sostenible, aquel que integra la perspectiva económica, social y medioambiental. Este concepto aparece, por primera vez de modo oficial, en 1987 en el Informe Brundtland[9]. Ya entonces se evidenciaba el vínculo entre el desarrollo económico y social y sus efectos más o menos inmediatos sobre el medio ambiente, y se advertía de la necesidad de un desarrollo sostenible “que garantice las necesidades del presente sin comprometer las posibilidades de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”.

La Agenda 2030, además, logra avanzar en la efectiva inclusión de los países en desarrollo con su política de “no dejar a nadie atrás”. No solo todos los países asumen los mismos compromisos con responsabilidades comunes, aunque diferenciadas, teniendo en cuenta sus niveles de desarrollo, sino que existe un plan real de ayuda, intercambio de conocimientos, de tecnologías y una financiación específica.

El seguimiento de los objetivos marcados en las Asambleas de Naciones Unidas ha sido siempre un tema del máximo interés en estos planes de desarrollo. En la Agenda 2030 este aspecto se ha concretado en medidas más eficaces que en las anteriores. Por una parte, el Objetivo 17 señala el compromiso de “Fortalecer los medios de ejecución y revitalizar la alianza mundial para el Desarrollo Sostenible“. Por otra, consciente de que los compromisos ambiciosos adquiridos con la firma de la Agenda 2030, debían incluir un enfoque igualmente ambicioso, amplio y transformativo con respecto a los medios, implementa de modo simultáneo al desarrollo de la Agenda, un Plan de Financiación para el Desarrollo. En septiembre de 2015, unos meses antes de la Asamblea General, tuvo lugar la Tercera Conferencia Internacional sobre la Financiación para el Desarrollo, la llamada Agenda de Addis Abeba[10],  la Agenda 2030 hace suyas todas las determinaciones aprobadas en ella y las considera como parte integral de la Agenda 2030.

La Agenda 2030 tiene los límites y alcance que le otorga el derecho internacional. Se mueve a nivel de recomendaciones. Una vez identificados los problemas y con la fuerza que tiene el compromiso internacional de asumir globalmente unas acciones, cada Estado es el responsable de implementarlas según sus circunstancias.

Siendo una herramienta útil como agenda de acción, se aprecian en ella carencias, omisiones, falta de prioridades y asimetrías en el desarrollo de algunos objetivos. Por una parte, faltan definiciones de conceptos importantes, y eso da lugar a lecturas ambiguas, incluso contradictorias, en algunos casos. Por otra, la Agenda contempla un plan para la implantación de las acciones y para la medición de objetivos que es exclusivamente cuantitativo y que, siendo necesario para tomar nuevas medidas, puede llegar a ahogar esos mismos objetivos, como en algunos casos se ve que está sucediendo después de seis años (por ejemplo, la erradicación de la pobreza, la paz universal o el acceso a la justicia).

La Bioética y la Agenda 2030

Una vez expuesto de modo sucinto, el contenido de la Agenda 2030 y el propósito que persigue al definir sus Objetivos de Desarrollo Sostenible, la pregunta que nos planteamos es ¿la Agenda 2030 puede ser objeto del debate bioético? Para responderla habría que ver si hay puntos de confluencia de ambas.

Objetivo sobre la paz: están decididos a propiciar sociedades pacíficas, justas e inclusivas que estén libres del temor y la violencia.

Es objeto de la Bioética hacer frente a problemas que tienen una dimensión ético-política[11]. La ética política se ocupa de las acciones realizadas por la comunidad política, y para valorar la moralidad de estas acciones hay que ponerlas en relación con el fin de la comunidad política, que es el bien común. Así como, un Estado no puede ser indiferente ante cualquier concepción del bien o de la persona, tampoco, la Comunidad Internacional puede ser neutral ante quien niegue los derechos humanos y debe promover y facilitar aquellas acciones que conduzcan al bien común.

Por tanto, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, propuestos en la Agenda 2030, se encuadrarían en este tipo de acciones y podrían ser considerados objetivos ético-políticos porque tutelan o promueven el bien común. En este sentido, la Bioética tiene un papel imprescindible en la Agenda 2030, en la que entran en juego bienes fundamentales como la vida y la salud.

La Bioética, como ética práctica, tiene un compromiso importante en materias colectivas y sociales, puede y debe establecer los criterios éticos para evitar una posible instrumentalización técnico-política, en concreto, de la vida humana y de su protección.  Si, se tiene en cuenta, que la base común, de los 17 objetivos y las 169 acciones, que plantea la Agenda 2030 es la del valor indiscutible de la vida frente a su ausencia, entonces, habría de ser considerada como una agenda bio-política, y como tal, cabe ser estudiada desde una perspectiva bioética.

Las personas aparecen en el centro de la Agenda 2030, son siempre receptoras a la vez que promotoras de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. La Bioética coloca siempre en el centro a la persona y por eso puede aportar, desde la base antropológica y ética en la que se asienta, las claves que ayuden a garantizar la defensa de la vida y de la radical dignidad de toda vida humana y, faciliten un mayor acierto a la hora de enfocar los planes de acción en favor de ella.

Por último, llama la atención el fuerte compromiso con la vulnerabilidad que se manifiesta ya desde el inicio de ese documento de Naciones Unidas. La protección y la integración de las personas vulnerables ocupa un lugar preferencial en los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Precisamente, el cuidado de la vida, y de la vida frágil, es el objeto principal de la Bioética.

Conclusión: El reto que supone introducir los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible en el debate Bioético

Siendo un tema político que abarca a los Estados y a las personas singulares y que, por su propia naturaleza conlleva un enfoque de la persona, de la sociedad y de la propia política, la Agenda 2030 se puede considerar objeto del debate bioético.

Objetivo las alianzas: movilizando los medios necesarios para implementar esta Agenda mediante una Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible revitalizada.

En la Agenda 2030 hay valores positivos que desde la perspectiva de la Bioética se pueden resaltar y difundir, otros son ambiguos. En cualquier caso, la Bioética puede aportar, desde su propia metodología y con sus referentes conceptuales, soluciones de fondo, que lleven a encontrar un nuevo modelo apto para defender al hombre y a la sociedad, a analizar adecuadamente el ethos que ambiciona la Agenda con su compromiso común y universal. Indudablemente supone todo un reto para la Bioética, porque requiere trabajar en esta disciplina con un planteamiento más global y con una actitud abierta.

Para la implantación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible que se presentan en la Agenda 2030, ese diálogo con la Bioética resultará sumamente enriquecedor. Allí donde los problemas no se contemplen junto con su causa, surge una visión defectuosa tanto del problema como de su solución. La Bioética contribuye, precisamente, a ir al fondo de las cuestiones éticas que están en juego, porque proporciona, además de un marco de diálogo y de trabajo conjunto de valores comunes, unas líneas de acción que favorecen la integración del bien personal y del bien común, en concreto, en su defensa de la vida y de la salud y de la protección de los más vulnerables, en cuanto son expresión de uno de los principios fundamentales de la Agenda 2030 de “no dejar a nadie atrás”.

Otras voces

Referencias