Alcoholismo

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Definición

El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (DRAE) define el alcoholismo como “la enfermedad ocasionada por el abuso del alcohol que puede ser aguda como la embriaguez, o crónica”[1]. Por lo tanto, lo primero que hay que diferenciar es entre la embriaguez que siempre es aguda y el alcoholismo que es una enfermedad crónica.

Es una enfermedad que destruye todas las esferas del hombre, tanto las físicas como las psíquicas y además suponen una afectación notable del mundo vital que rodea al que padece tal enfermedad.

Síndrome de dependencia alcohólica

Se engloba dentro de las toxicomanías. La definición aportada por la OMS señala: “aquellos bebedores cuya dependencia del alcohol ha alcanzado un grado tal de sufrir trastornos mentales o bien de incidir sobre la salud física o psíquica, sobre las relaciones personales y sobre la actividad económica y social; o bien en aquellos en los cuales tales pródromos señalados evolucionan a tales estadios”[2].

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Generalmente se comienza a hablar de esta situación patológica en sujetos cuya dependencia del alcohol ha llegado a un grado tal de perturbar las constantes físicas y en muchos casos las facultades mentales, alterando en no menor medida sus relaciones sociales y con el entorno. Debido al cierto tono muchas veces no buscado se prefiere referir a síndrome de dependencia alcohólica.

Unido a este síndrome está el síndrome de abstinencia distinto pero con retazos comunes a otras toxicomanías que producen en muchos casos alteraciones graves en la consciencia del sujeto. La sustancia responsable en este caso es el alcohol etílico que se obtiene por la fermentación de los azúcares en los distintos componentes del que se extrae el alcohol. Las más comunes, vino cerveza, sidra, el porcentaje de alcohol oscila entre un 10 y un 14%. A ello se suma la componente que cada uno tiene en su organismo (componente endógena) que en condiciones normales es de un 20-30 mmg/l. La elevación de los niveles de alcoholemia en sangre producen una depresión de los centros de control del SNC con la consiguiente modificación de la conducta. Una reiterada exposición al alcohol produce un cortejo de sintomatología psiquiátrica y orgánica, especialmente en órganos como el riñón, el hígado y el páncreas. Hay disparidad de criterios en encontrar una etiología clara al síndrome de dependencia alcohólica pero entre las causas más comunes se aduce a las carencias afectivas como causa principal entre las de tipo psicológico.

Todo ello nos hace concluir que el alcoholismo es un verdadero problema médico, ético y social. La Eticidad del adicto al alcohol lo primero que le empuja es a salir de esa situación en la que la persona ve mermada su autonomía. Cierto y verdad es que los actos cometidos bajo el síndrome de dependencia alcohólica disminuye la imputabilidad subjetiva aunque no la eliminan. Cuánta responsabilidad hay al ponerse al volante en una situación en la que las facultades mentales se ven afectadas por el alcohol. Permanece, cierta responsabilidad para salir de esa situación o para permanecer en ella. Como problema médico, la medicina tiene medios para curar al alcohólico. Para paliar los daños orgánicos sufridos y para aportar terapias conductales que abriguen esperanzas de recuperación.

Como problema social, los gestores de la cosa pública deben tomar medidas educacionales pedagógicas paras sensibilizar y difundir en al población los riesgos elevados que supone una ingesta incontrolada de alcohol. Esta ingesta incontrolada se generaliza según las últimas estadísticas en la población joven que cada vez se inicia antes en el consumo incontrolado de las bebidas alcohólicas. El daño es múltiple al coincidir con muchos aspectos inconclusos del desarrollo orgánico y psíquico del adolescente y joven. Nunca será suficiente insistir en este punto donde incluso la moda del botellón atrapa a muchos jóvenes a unos consumos deletéreos a medio y largo plazo.

Valoración ética

La ciencia ética antes de insistir en la culpabilidad de la adicción al alcohol como a las demás toxicomanías debe esforzarse por remozar las causas. Esto es complicado por la variedad etiológica del fenómeno del alcoholismo. Factores hereditarios, coyunturas personales y socales hace a veces difícil diseñar una estructura de acción. Sin embargo en muchas ocasiones, el testimonio positivo de que la vida merece la pena ser vivida en plenitud aunque sea difícil, es el antídoto seguro para evadirse del falso refugio que el alcohol parece aportar. Se debe fortalecer una vida virtuosa, donde a través de la repetición de actos, el individuo vaya adquiriendo una especie de segunda naturaleza que le haga sobreponerse de estados anímicos adversos y de situaciones muchas veces dramáticas. Pero al drama muchas veces que acontece en la vida, no se le puede añadir el drama de perder la vida. La educación en este sentido es fundamental y el tratamiento competente e integral también. El reforzar conductas de servicio y gratuidad como hace el colectivo de alcohólicos anónimos que tanto bien ha hecho y hace a tantas personas refuerza la idea de un tratamiento en la repetición de hábitos buenos y en pensar en el otro más que en uno mismo. Por eso, la valoración moral no atiende solo ni principalmente a la recuperación de la salud sino al caer en la cuenta de la salida de esa situación de dependencia al alcohol que nos elimina la libertad y por tanto nos lesiona nuestra dignidad de personas. Se podrían apuntar varios pero pueden ser resumidos en tres objetivos:

  1. eliminar la dependencia;
  2. recomponer al sujeto moral;
  3. simultáneamente procurar un cambio en el contexto laboral, social y sobre todo familiar.

Dentro de la moralidad objetiva, la gravedad de la conducta del alcohólico es valorada de gravemente desordenada Existen numerosos bienes comprometidos. Es un atentado contra el bien de la salud y de la vida. Se ven comprometidos valores importantes que hacen referencia a la virtud de la justicia en relación con los próximos y el trabajo.

En cuanto a la responsabilidad subjetiva muchas veces por no decir casi siempre se ve perturbada por la imposibilidad de valorar objetivamente su libertad a la hora de la realización de la acción. Muchas veces la responsabilidad es cercana a ser nula o tenue. Muchas veces la sociedad tiene un factor destacable en incentivar el alcohol, su responsabilidad es por tanto cierta, aun dejando claro que es la libertad personal en última instancia la responsable de poner en riesgo el bien de la vida de uno y la de los demás en muchas ocasiones.

Al menos estos tres componentes deben estar presentes para que una actuación moral en este campo sea calificada de buena ya que nos podrá recuperar un sujeto moral virtuoso capaz de conducirse libremente en la vida que le toque vivir.

Bibliografía

E. Tempesta- E. Zeppetelli, Aspetti bioetici dell’alcolismo, Medicina e Morale 1 (1989), 56-60

M. A. Monge, (ed), Medicina Pastoral, Pamplona 2002

L. Ciccone, Nuovo Dizionario di Bioética, S. Leone-S. Privitera (eds), Acireale, 2004.

___, L’alcolismo, In Salute e Malatia, Milán 1986

R. Minacori, L’alcolismo: aspetti medici, etici e pastorali, Camillianum 16 (2006), 163-186.

Notas

  1. Diccionario de la Real Academia Española. «Alcoholismo». 
  2. WHO -World Health Organization (1952). Expert Comité on Mental Health.