Desnutrición

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La Desnutrición es un estado patológico de distintos grados de seriedad y de distintas manifestaciones clínicas, causado por la asimilación deficiente de alimentos por el organismo[1].

La falta de nutrición suele darse en muchos pueblos y familias que no tienen los medios o recursos suficientes para brindar una dieta suficiente o una dieta equilibrada. Como consecuencia, los niños (muchas veces en países poco desarrollados) o los ancianos (en países más desarrollados) no tienen los nutrientes necesarios para desarrollarse correctamente y se enfrentan a graves problemas de salud[2].

La desnutrición puede ser causada por la mala ingestión o absorción de nutrientes, también por una dieta inapropiada como hipocalórica o hipoproteica. Tiene influencia en las condiciones sociales o psiquiátricos de los afectados.

La diferencia entre esta y la malnutrición es que en la desnutrición existe una deficiencia en la ingesta de calorías y proteínas, mientras que en la malnutrición existe una deficiencia, exceso o desequilibrio en la ingesta de uno o varios nutrientes que el cuerpo necesita (ejemplo: vitaminas, hierro, yodo, calorías, entre otros)[1].

Las enfermedades sobre exceso o déficit de nutrición se diagnostican a principios del siglo XX. De hecho, la FAO (Food and Agriculture Organization) nace el 16 de octubre de 1945, organismo dependiente de las Naciones Unidas cuya función es orientar e informar respecto a la producción, consumo y distribución de alimentos en el mundo.

BIOÉTICA Y DESNUTRICIÓN

En cuanto a la relación de la bioética con la desnutrición se tendría que reflexionar sobre el concepto desnutrición. La investigación acredita que mucha falta de nutrición viene por falta de capacitación habría que poder llegar a todo tipo de personas y comunidades dando, quizás en algún caso el aliento, siempre la formación adecuada a las familias, especialmente a las mujeres que eduquen y ayuden a sus hijos y a toda la familia a tener una dieta equilibrada y llena de nutrientes.

Entre algunas de las causas relacionadas con la desnutrición encontramos el no contar con dinero para comprar alimentos, una inadecuada distribución de los alimentos en la familia, difícil acceso o escasos servicios de salud, interrupción de la lactancia materna (destete) a edades muy tempranas, introducción tardía e insuficiente de alimentos complementarios a la leche materna, infecciones frecuentes: diarreicas y/o respiratorias e higiene inadecuada en alimentos.

Habría que formar mejor en educación nutricional, especialmente en esos momentos más críticos, edades vulnerables (infantil y anciano), población enferma y más necesitada, personas en período, pre y postoperatorios. Para un nivel elevado científico la desnutrición está muy relacionada con la falta de alfabetización y de nivel educativo[3] (hervir el agua, presentar una variedad de alimentos en las comidas, bajarar ciertos tipos de proteinas, lípidos y glúcidos y relacionarlo con distintos minerales).

En este sentido, habría que resaltar la ética de la protección como una propuesta ética aplicada que debiera ser tenida en cuenta en el momento de plantear soluciones a la desnutrición. Las mujeres tienen mayor probabilidad de sufrir de inseguridad alimentaria, comparativamente a los hombres. Esta brecha de género está presente en todos los continentes y habría que nivelarla a la baja[4].

La desnutrición es un asunto de salud pública cargado de un fuerte componente ético. La desnutrición es una enfermedad en tanto constituye una condición de sufrimiento corporal y limita la posibilidad de desarrollo personal, hecho que es reconocido por los afectados, por la medicina y por la sociedad. Si se acepta que la desnutrición es una enfermedad de proporciones epidémicas es válido argumentar que la salud pública, la medicina y los sistemas de salud están en la obligación de desarrollar y poner a disposición de todas las personas que lo requieran las acciones terapéuticas para tratarla. Años después de compromisos adquiridos por casi todos los gobiernos del mundo, la situación actual y la tendencia del problema en los últimos años denotan que, más allá de las palabras, los avances contra la subnutrición son débiles. Pese a que el derecho a no tener hambre ha sido reconocido mundialmente como un derecho humano fundamental, es uno de los más frecuentemente violentados. En ausencia de una voluntad seria por parte de la comunidad internacional y, en especial, de los países ricos, el lenguaje del derecho es inútil para afrontar la epidemia de desnutrición. Considerando la desigualdad existente es necesario pensar en los vulnerados desde la ética, de modo que se creen políticas de protección con fundamentos bioéticos que incluyan la prestación de servicios médicos y sanitarios para tratar a los pacientes desnutridos, que se articulen con otros programas sociales que empoderen a las personas y comunidades para que superen la desnutrición y reduzcan el riesgo de padecerla[5].

Una de las soluciones de la bioética sería establecer debates ya que la desnutrición es un problema de salud pública persistente que ejemplifica las desigualdades entre y dentro de los países y que se vincula estrechamente con los derechos humanos de primera y de segunda generación. Se trata de una desigualdad básica que demanda acciones de protección y acciones terapéuticas, las primeras dirigidas a ofrecer un lugar esencial para el desarrollo humano y las segundas a corregir el curso de la enfermedad en aquellos ya afectados. Actualmente, la desnutrición es un problema y epidemia de primer orden en salud. Las políticas de salud pública y el sistema de salud deben considerar la desnutrición como una forma de exclusión, como una injusticia básica, y actuar con la energía y la urgencia que demanda la solución de este problema, a través de la prestación de servicios de nutrición pública con enfoque preventivo y terapéutico, que puedan articularse con otros programas y servicios, y contribuyan a ensanchar los mecanismos sociales para ofrecer una protección esencial, fundados en una ética de la protección y no solo en el discurso del derecho[6].

Por este motivo se hace necesaria la formación integral de los profesionales, tanto a nivel académico como a nivel personal, propiciando la incorporación de valores humanos que, junto a los conocimientos científicos, ayudarán al desempeño de la ciencia de la nutrición como herramienta en el cuidado de la salud y la vida humana[7].

Referencias

  1. 1,0 1,1 {Colaboradores de Wikipedia. Desnutrición [en línea]. Wikipedia, La enciclopedia libre, 2020 [fecha de consulta: 23 de julio del 2020]. Disponible en <https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Desnutrici%C3%B3n&oldid=126891381>.
  2. Gonzalvo-Cirac, M., & Roqué-Sánchez, M. V. (2015). «Demografía, población vulnerable y Bioética.». Persona y Bioética, 19(2). 
  3. Cirac, M. G., y Alonso, F. G. (2012). «El descenso pionero de la mortalidad en la provincia de Tarragona, 1900-1960: análisis epidemiológico.». Revista de Demografía Histórica, 30(2), 85-125. 
  4. Redbioética/UNESCO (18-10-2019). «Desnutrición, hambre y malnutrición». Consultado el 23-07-2020. 
  5. Arias Ortiz, N.E.. (2012). «Desnutrición y bioética: reflexiones sobre un problema de salud pública.». Revista Latinoamericana de Bioética, 12(1), 28-35. 
  6. KOTTOW, M. (2011). «Bioética y la Nueva Salud Pública.». Nuevos Folios de Bioética (4). Santiago: Escuela de Salud Pública. Universidad de Chile. 
  7. Marchi, P. (2007). Bioetica-nutrición-consideraciones-formación-profesionales.