Ensayo clínico

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Introducción

Un ensayo clínico es una investigación médica realizada en personas, que participan voluntariamente en estos estudios.

El ensayo clínico es la principal herramienta para demostrar la eficacia y seguridad de una intervención terapéutica, diagnóstica o preventiva.

Al mismo tiempo, sus características metodológicas pueden plantear problemas éticos.

Por ello, es necesario establecer  unas condiciones que permitan que el respeto a los sujetos prevalezca sobre los intereses científicos, sociales o económicos.

Ensayos clínicos

Los ensayos clínicos constituyen un elemento básico de la investigación, especialmente complejo por sus connotaciones éticas, legales y sociales.

Evidentemente, la seguridad de los pacientes que van a recibir un nuevo medicamento no debe comprometerse de ninguna manera.

La observación rigurosa de los estándares de BPC[1] en la realización de un ensayo clínico es esencial para asegurar la protección de los pacientes y la veracidad de los resultados. Es por ello que el Dr. Jesús Villar asegura que, antes de comenzar un ensayo clínico los investigadores deben ser conscientes de los requerimientos necesarios para su buen desarrollo.[2]

Es obligatorio que se notifique de acontecimientos adversos. Aquellos eventos graves y/o anomalías inesperadas detectadas en los laboratorios identificados en el protocolo como críticas dentro de las evaluaciones de seguridad, deberán ser comunicadas al monitor de acuerdo con los requerimientos y dentro de los períodos de tiempo especificados en el protocolo.[2]

Es posible señala Villar que, la autorización del ensayo se suspenderá o revocará si se viola la ley, si se alteran las condiciones de su autorización, si no se cumplen los principios éticos, para proteger a los sujetos del ensayo, en defensa de la salud pública.

Características metodológicas

Según Miguel Ruíz Canela, el ensayo clínico es un  estudio de tipo experimental; es decir, el investigador no es un mero observador, sino que interviene para establecer las condiciones necesarias de la investigación.[3]

De hecho, sus características metodológicas le convierten en la mejor herramienta para establecer inferencias causales cuando se relaciona un tratamiento con una enfermedad. Entre estas características metodológicas se encuentra:

  • Los ensayos clínicos suelen ser controlados; es decir, están formados al menos por dos grupos de sujetos que reciben distintas intervenciones.
  • Un ensayo formado por dos grupos de pacientes, unos recibirán el tratamiento convencional o placebo (grupo control) y otros el nuevo fármaco (grupo experimental).
  • Otra característica de estos estudios es especificar las condiciones de tratamiento, como las intervenciones y dosis permitidas, en un protocolo inicial.
  • El método de asignación de los pacientes a un grupo se realiza mediante un procedimiento aleatorio. Este procedimiento, siempre que el tamaño de muestra sea suficiente, permite que al inicio del estudio ambos grupos sean comparables en las distintas variables (edad, sexo, distintos parámetros bioquímicos, etc.) excepto en la intervención. De este modo, se puede demostrar que las diferencias entre ambos grupos son debidas probablemente al distinto tratamiento que reciben.

La evaluación de los resultados se realiza habitualmente de forma enmascarada. En este caso, el investigador no conoce el tratamiento que ha recibido el sujeto que está evaluando; de este modo se evita el sesgo de evaluación por el cual la valoración de los resultados podría verse influida al conocer si el paciente es tratado con el fármaco control o experimental.[3]

De igual forma, también se puede enmascarar el tratamiento a los pacientes. Cuando la intervención se oculta solo a uno de los grupos se denomina simple ciego y cuando es a ambos, doble ciego.

Explica Ruíz que Inicialmente, el ensayo clínico que reúne todas estas características, sería un ensayo aleatorizado, doble ciego y controlado frente a placebo, es el tipo de investigación idóneo para demostrar en el ámbito clínico la relación causa-efecto.[3]

De hecho, la importancia de este tipo de investigación para la obtención de fármacos más seguros y eficaces ha quedado patente desde sus inicios hace más de 50 años. No obstante, si bien es el mejor método, su aplicación no siempre será posible por motivos éticos.

Desarrollo de la Investigación

Planificación: La investigación científica precisa de una gran cantidad de tiempo para su buen fin. Es necesario planificar el desarrollo de la investigación en todas sus facetas para asegurar la realización de la misma.

Es fundamental la interacción entre los investigadores del proyecto, y por ello deben realizarse reuniones periódicas y frecuentes para la valoración del estado de la investigación, el análisis y solución de los potenciales problemas y la revisión de los resultados.[2]

Recogida y almacenamiento de datos

El almacenamiento de los datos se realiza en el lugar donde fueron generados, los investigadores deben realizar copias para su propio uso.

Según el Dr. Jesús Villar, los investigadores deben ser explícitamente instruidos en los medios adecuados para la recogida de los datos de la investigación.[2]

Los datos deben ser perfectamente entendibles para, dado el caso, su revisión, verificación y análisis por investigadores no vinculados directamente a la investigación.

Por otra parte Villar asegura que, los datos deben ser archivados el tiempo suficiente para su consulta. En el caso de ser publicados, se recomienda que el período mínimo de archivo sea al menos de 5 años desde la fecha de su publicación, pero para determinados tipos de investigación como la clínica, 15 años puede ser lo más apropiado.[2]

Análisis y resultados

La obtención de resultados válidos es el fin de la investigación científica.

Uno de los aspectos fundamentales para asegurar dicha validez es la aplicación de las apropiadas herramientas en el análisis de los datos (tests estadísticos de significación, etc.). Además, la comunicación de los métodos y resultados debe ser clara.[2]

Publicación de resultados

El Dr. Villar manifiesta que, la publicación de los resultados es el paso final en el proceso de la investigación científica.[2]

El proceso de dar a conocer los resultados se fundamenta en una experiencia colectiva basada en compartir los conocimientos aceptando unas condiciones preestablecidas.

En general, existe consenso acerca de que el investigador que concibió, diseñó y puso en marcha el proyecto es el que debe recibir el mayor reconocimiento.

La participación exclusivamente en la obtención de fondos o en la recogida de datos o la supervisión general del grupo de investigación no justifica la autoría.

El orden de los autores dependerá de la decisión adoptada por los coautores de forma conjunta.[2]

El consentimiento informado

Artículo principal: Consentimiento informado

Las normas para la realización de ensayos implican la necesidad de contar con la obtención del consentimiento previo, libre e informado de las personas que van a ser incluidas en una investigación, ya sean sanas o enfermas, afirma Villar.

Esta es probablemente una de las responsabilidades más delicadas que recaen sobre el investigador. La información, la comprensión y la voluntariedad (autonomía) deben constituirse como los elementos fundamentales que caractericen el consentimiento informado.[2]

Necesidad de una valoración ética

El ensayo clínico requiere una cuidadosa valoración ética debido a su propia metodología. No hay que olvidar que en esta situación la relación investigador-sujeto es distinta a la que se establece entre el médico y el paciente.

Los investigadores tienen la obligación de alcanzar y mantener los más altos estándares de honestidad intelectual.[2]

El Dr. Jesús Villar confirma que, por el hecho de ser una investigación, su objetivo primario es el avance del conocimiento científico; de ahí que la atención a los pacientes se condicione a los requisitos metodológicos (asignación aleatoria, evaluación ciega, etc.) que son los que dan validez a este tipo de estudios.

Es por ello que, el/los investigadores deben considerarse con objetividad científica, incluyendo valores o creencias de diversas índoles como: filosófico, religioso, cultural, económico o político, para que de esta manera se pueda generar parcialidad en la exactitud, objetividad y equilibrio en la interpretación de los datos.[2]

La cualificación es necesaria para todos los investigadores que participan en un trabajo de investigación deben estar cualificados para la realización del mismo. Para asegurarse que todas las personas que participan en el proyecto, además de estar perfectamente cualificadas, están debidamente informados de los procedimientos, objetivos y las exigencias de éste.[2]

Diversos documentos internacionales han recogido los principios éticos que deben estar presentes en una investigación con seres humanos; puede tomarse el ejemplo de España, donde los ensayos clínicos están regulados por un Real Decreto publicado en 2004. Los principales aspectos éticos que toman en cuenta y puede mencionarse brevemente son los siguientes:.

Respeto al sujeto de investigación

El artículo 5 de la Declaración de Helsinki señala que “la preocupación por el bienestar de los seres humanos debe tener siempre primacía sobre los intereses de la ciencia y de la sociedad”. De este modo, un punto de referencia básico durante el diseño y realización del ensayo clínico es el respeto de los sujetos de investigación.

Validez científica
Todos y cada uno de los ensayos clínicos que se llevan a cabo deben estar regidos por un protocolo donde se describe el plan que seguirá dicho estudio.

La calidad metodológica es una condición sine qua non para considerar ético un ensayo clínico. Si su calidad es deficiente, se debilita o anula la capacidad para demostrar la relación causa-efecto planteada, Explica Ruíz.[3]

Esto supone malgastar los recursos que se destinan a la investigación biomédica. Y lo que es más importante, se somete a los sujetos a riesgos innecesarios y se les hace perder el tiempo.[3]

Relación riesgo‑beneficio favorable

Un requisito en los ensayos clínicos es que el riesgo al que se sometan los sujetos sea mínimo.

Esto exige la realización de estudios previos en laboratorio y con animales en los cuales se valoran aspectos relacionados con su seguridad y mecanismo de acción.[3]

Selección de los sujetos

La selección de los sujetos debe ser conforme a un reparto social justo de los riesgos y beneficios que se derivan del ensayo.

Conflicto de intereses

Un conflicto de intereses se da cuando el juicio profesional sobre un interés primario (salud de los pacientes o validez de la investigación) se ve influido de forma indebida por un interés secundario (beneficio económico o prestigio).[3]

Los comités éticos de investigación clínica

Los comités éticos de investigación clínica son los encargados de evaluar la calidad ética y metodológica de los ensayos clínicos. Una característica esencial es su independencia respecto al grupo que realiza la investigación, comenta Ruíz.[3]

Otras voces

Texto de referencia

  • Ruiz Canela, Miguel (Mayo 2012). «Voz:Ensayo clínico». Simón Vázquez, Carlos, ed. Nuevo Diccionario de Bióetica (2 edición) (Monte Carmelo). ISBN 978-84-8353-475-5.

Bibliografía

  • Miké, V. (1989). «Philosophers Assess Randomized Clinical Trials: The Need for Dialogue». Controlled Clinical Trials 10: 524. doi:10.1016/0197-2456(89)90066-4. 
  • Pocock, S.J. (1986). Sperimentazioni cliniche. Un aproccio pratico. Turín: Centro scientifico torinese. 
  • The National Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research (18 de abril de 1979). «The Belmont Report». Department of Health, Education, and Welfare (Washington DC). Consultado el 3 de julio de 2020. 
  • Hutchinson, D.R.; Martinez Trueba, A. (1993). Guía Práctica de GCP para investigadores (2da edición). UK: Brookwood Medical Publications Ltd. 
  • Official Journal of the European Communities (1991). Clinical Documentation. Document L 270/48. Brussels. pp. Parte 4. 
  • Villar, Jesús (2003 - 205). Conceptos fundamentales sobre investigación sanitaria. Tenerife: Máster de Bioética de Canarias. 

Referencias

  1. «Buena práctica clínica». 
  2. 2,00 2,01 2,02 2,03 2,04 2,05 2,06 2,07 2,08 2,09 2,10 2,11 Villar, Jesús (2003 - 2005). Conceptos fundamentales sobre investigación sanitaria. Tenerife: Máster de Bioética de Canarias. p. 1 - 16. 
  3. 3,0 3,1 3,2 3,3 3,4 3,5 3,6 3,7 Simón Vázquez, Carlos (Mayo 2012). Ruiz Canela, Miguel, ed. Voz:Ensayo clínico, Nuevo Diccionario de Bióetica. Monte Carmelo. ISBN 978-84-8353-475-5.