Esperanza de vida

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La Esperanza de Vida es uno de los indicadores más conocidos sobre la vida y la mortalidad de las poblaciones.

Es el número promedio de años que llega a vivir una generación de personas nacidas a la vez (en el mismo intervalo de tiempo), desde el momento de su nacimiento hasta su muerte. Puede igualmente calcularse la esperanza de vida desde cualquier otra edad exacta, en cuyo caso tendremos la esperanza de vida a la edad en cuestión[1].

Cálculo

Su cálculo requiere conocer con qué frecuencia fallecen las personas en cada una de las edades, información con la cual puede construirse una tabla de eliminación. En dicha tabla, edad a edad, constan cuántos llegan vivos a su inicio, cuantos fallecen antes de la siguiente edad y cuantos sobreviven, qué probabilidades tienen, por tanto, de seguir vivos o de morir en cualquier intervalo de edad, y cuantos años se han vivido en total en cada edad o en todo el ciclo de vida conjunto.

Generalmente las tablas de mortalidad se construyen para generaciones simuladas, usando en realidad la mortalidad por edades de un cierto año (estudiar generaciones reales, aunque es perfectamente posible, supone esperar a su extinción, y resulta difícil acumular la información necesaria). De hecho, este es el uso más corriente de la expresión “esperanza de vida”: a partir de los datos de mortalidad de las personas de distintas edades en un periodo concreto, se construye la tabla de mortalidad de una generación ficticia que a lo largo de su vida fuese muriendo, hasta extinguirse, con la misma intensidad en cada edad con que mueren las personas en ese periodo concreto[2].

Variación

La Esperanza de vida aumenta:

La esperanza de vida va en aumento y, actualmente en Europa, supera los 80 años. Pero lo que puede cambiar el panorama actual son los conocimientos científicos y tecnológicos, que se desarrollan a gran velocidad, por esto, es probable que cada vez se superen los 100 o 120 años de edad con más frecuencia.

Muchos de estos avances se han conseguido gracias a la ciencia y la técnica, que han reducido muchos de los riesgos que amenazaban a la vida humana en el pasado, y, a su vez, otros riesgos aparecen procedentes directa o indirectamente del desarrollo tecnológico: accidentes de tráfico, contaminación ambiental, interferencia de productos tóxicos, demencias seniles, accidentes nucleares, etc.

La bioética confronta los problemas morales que nos plantean los desarrollos recientes de la biología, biomedicina y biotecnología, con objetivo de que estos desarrollos y sus repercusiones se realicen en el marco de los principios éticos[3].

La longevidad, entendida como la esperanza de vida de los individuos, viene registrando un aumento casi lineal desde hace más de un siglo en todos los países, lo que está generalizando y a la vez impulsando el denominado “riesgo de longevidad” (la probabilidad de que, cada vez, más individuos vivan más de lo esperado), se configura, desde el punto de vista de su cobertura social o colectiva, como una de las grandes contingencias del siglo XXI. Y es que los avances en el sector sanitario y farmacéutico, unidos a los cambios en el estilo de vida de la sociedad, han contribuido a que la vida humana haya logrado prolongarse más allá del promedio que las generaciones (cohortes incluso) precedentes habían logrado alcanzar. Así, se ha ido consolidando un descenso en la mortalidad entre los más mayores, fruto de la evolución de la esperanza de vida al nacer, que en España ha ido mejorando (en promedio) a un ritmo de cuatro años por década en el último siglo hasta superar los 80 años en la actualidad[4].

Ello provoca una evolución en la concepción clásica de la “gran edad”, que tumba las delimitaciones contemporáneas de “tercera” o, incluso, “cuarta” edad y que cada vez engloba personas que van a vivir más y, en general, mejor[5]. De hecho, la “esperanza de vida saludable” también ha experimentado un notable avance a nivel global, permitiendo que nos hagamos mayores más saludablemente. En España, país que ocupa el podio de la longevidad mundial, este indicador se situaba en los 72,4 años en 2015; es decir, diez años menos que la esperanza de vida grosso modo. En todo caso, se constata la buena noticia del aumento de los años que esperan vivir los individuos, con la contrapartida de los importantes desafíos sociales, económicos, financieros y, especialmente, previsionales que ello conlleva[6].

En efecto, estamos consiguiendo que la vida sea cada vez más larga gracias a los avances de la ciencia y la técnica, y la bioética va a ser la rama de la ética encargada de abordar los problemas de esta naturaleza que puedan traer consigo estos avances. La correcta comprensión de la longevidad obliga a valorar cuidadosamente el impacto de este fenómeno. en la vida política, social, sanitaria (atención a las personas dependientes, enfermedades nuevas...), económica (sistemas de pensiones, servicios...), cultural (diferencias inergeneracionales, adaptarse a distintos situaciones de las personas, sillas de ruedas...).

La Esperanza de vida disminuye:

Cuando la esperanza de vida disminuye, la mortalidad infantil aumenta[7]. La bioética ayudará a plantear y revisar en esos países la mejora en la atención de la mortalidad alta en niños y mujeres. Los retos serán muy semejantes a los planteados en épocas históricas para la mejora de la salud[8], la calidad y la cantidad de vida de las personas[9].

  1. Gonzalvo-Cirac, M. (2011). [https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/psm/article/view/10571 https://www.amazon.es/Las-Mujeres-Vivimos-Margarita-Gonzalvo-Cirac/dp/3846572233 «Las mujeres vivimos más. Concepto de salud/mortalidad diferenciada.»]. Alemania: EAE. 
  2. Pérez Díaz, J. (2008). «Demography. Bryan S. Turner (Ed.), The New Blackwell Companion to Social Theory (3rd Edition)». (CCHS, CSIC). 
  3. Roqué-Sánchez, M. V., Gonzalvo-Cirac, M., & López-Guzman, J. (2013). «El sentido del vivir en el morir.». Thomson Reuters Aranzadi. 
  4. «Longevidad». Ediciones Santa Lucia. 
  5. ESTEVE, Albert; DEVOLDER, Daniel; RENTERÍA, Elisenda; BLANES, Amand ( (2018). «La sostenibilidad demográfica del sistema de pensiones en España». Panorama Social, 28: 161-172 (ISSN: 1699-6852). 
  6. «Longevidad-vivimos-mas-y-mejor». Seguros Santa Lucia. 
  7. PERMANYER, Iñaki; SPIJKER, Jeroen; BLANES, Elisenda; RENTERÍA, Elisenda (2018). «Longevity and lifespan variation by educational attainment in Spain: 1960-2015.». Demography, 55 (6): 2045–2070 (ISSN: 0070-3370). 
  8. SALAS-VIVES, Pere; PUJADAS-MORA, Joana M. ( (2018). «Cordons Sanitaires and the Rationalisation Process in Southern Europe (Nineteenth-Century Majorca).». Medical History, 62 (3): 314-332 (ISSN: 0025-7273). 
  9. Cirac, M. G., & Alonso, F. G. (2012). «El descenso pionero de la mortalidad en la provincia de Tarragona, 1900-1960: análisis epidemiológico.». Revista de Demografía Histórica, 30(2), 85-125.