Experimentación animal

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Introducción

La experimentación animal ha estado ligada a la ciencia, constituyéndose en una pieza clave para su desarrollo. De forma paralela, desde hace tiempo han surgido movimientos en defensa de los animales que consideran injustificada esta experimentación. Si bien es deseable la búsqueda de alternativas, no se pueden rechazar los experimentos con animales, ya que en muchos casos la investigación aplicada al ser humano se basa en estos. Por este motivo, es necesario establecer los requisitos que aseguren el comportamiento ético de los investigadores mediante el respeto adecuado a los animales.

Términos del debate

La experimentación con animales ha sido una práctica frecuente desde hace siglos. En el campo biomédico su aportación en áreas como la investigación anatómico-fisiológica, quirúrgica o farmacológica es innegable. Basta señalar dos grandes hitos de la medicina como los experimentos sobre la circulación sanguínea de William Harvey[1] o sobre las enfermedades infecciosas de Louis Pasteur[2], que fueron posibles gracias a experimentos realizados con animales. En muchos casos estos experimentos constituían la única vía disponible por los investigadores para la comprobación empírica de sus teorías científicas.

A partir del siglo XIX comienza a cobrar fuerza un movimiento en contra de la experimentación animal. El Reino Unido es un país pionero ya que en 1876 promulga la ley contra la crueldad para con los animales[3]. Esta defensa de los animales tiene sus raíces en la corriente filosófica del emotivismo de Jeremy Bentham, según la cual lo importante es valorar la capacidad de sufrimiento. A partir de entonces, se multiplican las sociedades defensoras de los derechos de los animales, oponiéndose de forma vigorosa a determinadas prácticas como la vivisección (disección de animales vivos). Ya en el siglo XX se produce un reforzamiento de los movimientos de liberación animal que se agudiza durante los años 70. Estos han tenido un gran apoyo social, en parte por la lógica empatía creada ante el sufrimiento de los animales en determinados experimentos. También en ocasiones estos movimientos se han materializado en acciones muy beligerantes en contra de los experimentos con animales.

Algunos filósofos, entre los que destaca Peter Singer[4], califican de “especie cismo” (speciesism) el hecho de anteponer los intereses del ser humano por encima del resto de las especies animales. Según esta postura, el fundamento para el respeto no se debe buscar en la pertenencia o no a una especie, ya que las diferencias entre el ser humano y otras especies son graduales y no sustanciales. El criterio para fundamentar el respeto se debe basar en la capacidad de sentir y ser conscientes de esto. Se observa, por tanto, una influencia darvinista en este pensamiento. De este modo, se puede afirmar que no todos los seres humanos son personas ni todas las personas son seres humanos. Por otra parte, autores como Tom Regan[5], defienden que los animales poseen derechos de forma análoga a los seres humanos.

La experimentación animal es rechazada también por motivos científicos. En muchos casos, las diferencias entre el ser humano y otros animales invalidan cualquier extrapolación que se haga a partir de la experimentación con estos últimos. De este modo hay sustancias o intervenciones que producen un efecto distinto sobre el organismo humano y sobre los animales de experimentación; de ahí que, por ejemplo, muchos de los efectos adversos de los fármacos no puedan ser detectados previamente en los animales. Aún más, se ha visto que sustancias que eran inocuas en ratas o cobayas producían importantes daños en el ser humano. Esto genera interrogantes sobre cuándo puede ser útil la investigación con animales y qué animales son los más idóneos.

Un hito importante para la experimentación con animales es la obra The Principles of Humane Experimental Technique del zoólogo William Russell y el microbiólogo Rex L. Burch publicada en 1959[6]. En ella establecieron el principio de las “tres erres”:

  • Reemplazar los animales por métodos alternativos.
  • Reducir el número de animales.
  • Refinar, es decir, disminuir el dolor, sufrimiento o angustia potenciales de los animales. Desde entonces, la aplicación de este principio ha contribuido significativamente al desarrollo de alternativas a la experimentación animal.

Aspectos ético-legales

El movimiento en defensa de los animales ha servido para cuestionar la utilidad de la experimentación animal. Durante los últimos años se ha demostrado que se realizan experimentos en animales desde hace años con resultados poco útiles; por ejemplo, la prueba DL50 (dosis letal al 50%) para conocer toxicidad aguda de una sustancia. A la escasa utilidad de algunos experimentos se une el enorme desarrollo de alternativas que son de mayor eficacia y menor coste como los estudios epidemiológicos con seres humanos, los modelos matemáticos y los estudios in vitro. Por este motivo, desde un punto de vista científico y ético, es positivo el fomento de estas alternativas.

No obstante, el rechazo absoluto de la experimentación animal no es justificable. Aún existen muchas áreas en las que la experimentación animal es una fuente indispensable para el avance científico. Muchos investigadores consideran necesarias estas experimentaciones, incluso en animales superiores, para el estudio del VIH o la enfermedad de Alzheimer. En este sentido, la Declaración de Helsinki[7] señala en el artículo 11 que la investigación en seres humanos debe apoyarse “en experimentos de laboratorio correctamente realizados en animales, cuando sea oportuno”. Si bien es un conocimiento imperfecto, en ocasiones es deseable ya que es la mejor alternativa disponible para lograr la máxima seguridad en las posteriores intervenciones en seres humanos. La seguridad y el posible beneficio que se puede obtener para el ser humano justifica en muchos casos, por tanto, la experimentación animal.

Esta experimentación, sin embargo, no se puede realizar de cualquier modo. Para fundamentar éticamente esta afirmación es necesario reconocer el valor ético de los animales y cuál debe ser, en consecuencia, el comportamiento del hombre. Los animales no son agentes morales, ya que carecen de la libertad; tampoco se les puede reconocer unos derechos propiamente dichos como al ser humano porque esto supondría reconocerles del mismo modo unos deberes. Sin embargo, si bien carecen de derechos, el ser humano sí tiene unos deberes y responsabilidades en relación con ellos, ya que la naturaleza en general, y los animales en particular, tienen un valor aunque sea relativo. Esto implica que la acción del hombre debe guiarse por el respeto y según unos límites. De hecho, una acción contraria degradaría al propio ser humano. En términos generales, los deberes dependerán del tipo de relación que se establezca con ellos; de este modo, es distinto el comportamiento hacia una mascota que un animal de granja o de experimentación. En cada caso, será necesario establecer los elementos que determinan el trato ético con los animales.

En términos generales, los experimentos deben justificarse rigurosamente desde un punto de vista científico. Esto obliga a mostrar su necesidad después de comprobar si existen alternativas posibles. El diseño y método de estudio han de ser adecuados y realizados por investigadores preparados. Es necesario justificar la especie y número de animales que se van a emplear, y se debe cuidar que el sufrimiento del animal sea el mínimo necesario. De este modo, el laboratorio debe disponer de los medios e instalaciones adecuados y estar supervisados por una persona competente. Si es posible, antes del experimento se debe administrar anestesia y, al final, habrá que decidir si el animal debe seguir con vida o ser sacrificado de un modo humanitario. Finalmente, un requisito previo a la realización de estas investigaciones es la aprobación por un comité de experimentación animal. En la actualidad, las revistas científicas lo exigen antes de la publicación de un artículo, ya que garantiza que se han cumplido los requisitos éticos para la experimentación animal. Muchos de estos requisitos forman parte, por ejemplo, del Real Decreto sobre la protección de los animales utilizados en investigación, en vigor en España desde 1988, y del Convenio del Consejo de Europa para la protección de los animales vertebrados[8] utilizados con fines de experimentación, que fue ratificado por España un año después.

En definitiva, si bien el desarrollo de las alternativas ha permitido la reducción de muchos experimentos, el desarrollo de la ciencia abre nuevos interrogantes que justifican la utilización de animales en investigación. De forma especial, el desarrollo de la biotecnología ofrece un nuevo campo para el estudio mediante la modificación genética de los animales. Esto es fuente de conflicto ya que va a suponer el incremento de animales en experimentación en diferentes áreas. En cualquier caso, en este terreno deberá siempre existir una proporcionalidad entre las intervenciones realizadas y los fines perseguidos; y en último término, el respeto de los principios para la experimentación será la prueba de la sensibilidad ética de los investigadores.

Declaración de la asociación médica mundial sobre el uso de animales en la investigación biomédica

La investigación que debe hacer uso de animales dice ser necesaria para aumentar la atención médica de todas las personas, Ees posible reconocer también que se debe asegurar un trato humano de los animales en investigación. Se debe establecer una formación adecuada para todo el personal de investigación y se debe contar con una atención veterinaria apropiada. Los experimentos deben cumplir con las disposiciones o regulaciones que rigen el manejo humano, albergue, cuidado, trato y transporte de los animales.

Las organizaciones internacionales médicas y científicas deben realizar una campaña más fuerte y cohesiva para contrarrestar la creciente amenaza a la salud pública que representan los activistas por los animales. Se debe crear un liderazgo y coordinación al respecto.

Por lo tanto, la Asociación Médica Mundial afirma los siguientes principios:

  • El uso de animales en la investigación biomédica es esencial para el progreso médico.
  • La Declaración de Helsinki de la AMM exige que la investigación biomédica en seres humanos debe estar basada en la experimentación animal, pero también exige que se respete el bienestar de los animales usados en la investigación.
  • El trato compasivo de los animales usados en la investigación biomédica es esencial.
  • Todos los establecimientos de investigación deben cumplir con todas las normas que rigen el trato compasivo de los animales.
  • Las sociedades médicas deben resistir todo intento cuyo propósito sea rechazar el uso apropiado de animales en la investigación biomédica, porque dicho rechazo comprometerí­a la atención del paciente.
  • Aunque no se debe comprometer el derecho a la libertad de expresión, se debe condenar el elemento anárquico que existe entre los activistas por los derechos de los animales.
  • Se debe condenar internacionalmente el uso de amenazas, intimidación, violencia y hostigamiento personal de los cientí­ficos y sus familias.
  • Se debe solicitar un esfuerzo coordinado máximo de parte de los organismos encargados de hacer cumplir la ley, a fin de proteger a los investigadores y a los establecimientos de investigación de actividades de naturaleza terrorista.

Otras voces

Bibliografía

Texto de referencia

  • Ruiz Canela, Miguel (Mayo 2012). «Voz:Salud». Simón Vázquez, Carlos, ed. Nuevo Diccionario de Bióetica (2 edición) (Monte Carmelo). ISBN 978-84-8353-475-5.

Bibliografía

Referencias

  1. Schnek, Curtis; Massarini, Barnes (2007). «1628. William Harvey y la circulación de la sangre». Editorial médica panamericana. Consultado el 21 de mayo de 2020. 
  2. «En 1884 pasteur presenta el resultado de sus experimentos sobre el virus de la rabia». Todo ciencia. 20 de mayo de 2015. Consultado el 21 d emayo de 2020. 
  3. Perales, Belén (13 de octubre de 2018). «El origen de las leyes de protección animal». Diarioinformacion. Consultado el 21 de mayo de 2020. 
  4. Faria, Catia (22 de abril de 2015). «'Liberación Animal', de Peter Singer: 40 años de controversia». Eldiario. Consultado el 21 de mayo de 2020. 
  5. «TOMREGAN-ANIMALRIGHTS.COM». 
  6. «William Russell & Rex Burch». 
  7. Manzini, Jorge Luis (2000). «Declaración de helsinki: principios éticos para la investigación médica sobre sujetos humanos.». Scielo. Consultado el 21 de mayo de 2020. 
  8. «Protección de los animales utilizados para experimentación y otros fines científicos.».