Medio ambiente y covid-19

De Bioeticawiki

Se han publicado diversos trabajos científicos en los últimos meses sobre el impacto que el confinamiento mundial motivado por las crisis del covid-19 ha tenido sobre distintos indicadores ambientales. La reducción drástica de la actividad económica, tanto en lo que se refiere a la producción industrial como al transporte, ha modificado notoriamente algunos parámetros de la calidad del aire y el agua, particularmente en las economías más desarrolladas.

Es posible notar en la siguiente imagen dicho impacto, ya que se muestra la comparación en la densidad de óxido de nitrógeno (Uno de los principales contaminantes urbanos) en la región de Wuhan, origen de la pandemia, durante el confinamiento, frente a los mismos períodos del año anterior.

Concentraciones medias de óxidos de nitrógeno troposféricos en Wuhan antes, durante y después del confinamiento provocado por el covid-19.

Los datos están tomados del sensor OMI de la NASA, y evidencia el impacto de la reducción de la actividad en la región durante el periodo más intenso de reclusión. La concentración de partículas sólidas en el aire también se ha reducido considerablemente en muchas metrópolis del mundo, alcanzando, por ejemplo en la India, los valores más bajos registrados en los últimos 70 años.

Aunque las estimaciones son todavía prematuras, los últimos artículos científicos publicados estiman que el confinamiento producido una reducción global de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de un 7-8% del trimestre del año 2020 (Le Quere et al,.2020), principalmente por el severo confinamiento en China, que alcanzó un 25% de reducción a inicios de año, frente al 11% de Estados Unidos o al 12% de Europa. El mínimo de emisiones se observó en abril, con una reducción diaria del 17%, cuando la población responsable del 89% de las emisiones mundiales estaba sometida algún tipo de confinamiento. Las mayores caídas en la demanda diaria se produjeron en el sector de la aviación, con un 75% de reducción en la actividad diaria, o en el transporte terrestre, con un 50% (Le Quere et al,.2020).

Como consecuencia, en la primera semana de abril la demanda de petróleo cayó de 10 millones de barriles a 6.7 millones, causando una crisis del sector aún más intensa que la de 1973, 10 veces mayor que la producción en la crisis económica de 2008 (Mulvaney et al,. 2020)

Los automóviles emiten más que los aviones

Los 100.000 millones del acuerdo de París con los costes de la actual pandemia, es un esfuerzo muy pequeño frente al impacto potencial de la pandemia.

La Organización Mundial de la Energía[1], en un reciente estudio, calcula que, sólo en el primer cuatrimestre de 2020, Se ha producido una reducción del 6% en la demanda global, equivalente al consumo energético de la India. Resulta esperanzador que, según el mismo informe, las principales caídas de producción se han dado en las fuentes de energía más contaminantes. Se estima que para el conjunto del año el carbón descender a el 7.7% y el petróleo el 9.1%, mientras que se prevé un incremento, aunque modesto, de la producción de renovables (+0.8%). Los datos del primer cuatrimestre 2020 confirman estos valores, con descensos del 8% en las emisiones del carbón, 4.5 del petróleo y 2.3 del gas natural.

Aunque la navegación aérea, casi interrumpida durante varios meses, tiene emisiones altas, no se ha perdido de vista que sólo supone aproximadamente el 3% de las emisiones mundiales. Por tanto, esta brusca reducción en las emisiones de GEI hay que relacionarlas con las caídas del tráfico por carretera, que bajó en el primer cuatrimestre del año en las principales ciudades del mundo más de un 50% respecto al mismo período de 2019. Tampoco hay que olvidar al sector energético y a la construcción, muy tocados asimismo por los impactos de la pandemia. De hecho, un estudio publicado recientemente estima que el 29% de la reducción global de GEI se debe el deterioro del sector industrial, siendo la producción de cemento el sector más afectado[2].

La interrupción económica no es solución

Hasta qué punto estas reducciones serán sostenibles en el tiempo está por verse, pero buena parte de los expertos dudan de que se mantengan, ya que el "efecto rebote" se puede observar en las principales economías del mundo, y singularmente en China, con un aumento del 4-5% de emisiones en mayo frente al mismo mes del año anterior.

Además, parece obvio que el camino de la interrupción de la economía no es el más adecuado para la reducción de emisiones que se necesita para cumplir el acuerdo de París y estabilizar el clima del planeta, puesto que la crisis económica está afectando también severamente a las energías renovables. De acuerdo a varios estudios publicados en E.E.U.U., la caída de la demanda energética también afectado la energía solar y eólica, estimándose que un 40% de las instalaciones solares y un 20% de la eólicas se han paralizado.

La reducción de los costes de la gasolina y la crisis de la minería tampoco ayudan a la electrificación del transporte, aunque se prevé que las políticas gubernamentales -no sólo por la cuestión climática, sino también por el impacto en la contaminación urbana de los vehículos convencionales- consigan remontar la tendencia a medio plazo. En este sentido, es notoria la reducción de la contaminación del aire durante la época del confinamiento, lo que lleva consigo múltiples beneficios, no sólo para la salud humana (recordando que se estima unas 7 millones de muertes prematuras por aire contaminado), sino también por la reducción agrícola y la alimentación (se estima que la polución puede provocar hasta un 30% de reducción de rendimiento en los cultivos[3]).

Costes del cambio climático

Último dato a tener en cuenta en la relación entre cambio de clima y covid-19 es el coste que representa para la economía repetidamente los expertos que han evaluado el daño potencial del cambio climático ha indicado que tendría un enorme repercusión en el PIB mundial (entre el 5% y el 20%), particularmente en los escenarios que superen los 2°C de calentamiento. El acuerdo de París indicaba que sería necesario invertir al menos 100.000 millones de dólares anuales para mitigarlo. Parece una cifra enorme, pero resulta ridícula cuando se coloca en perspectiva de los daños potenciales. Aún así, la inversión real está muy lejos de esa cifra, lo que imposibilita la transición energética que la reducción de emisiones requiere si se desea evitar el calentamiento límite de 2°C.

Cambios que ha provocado el covid-19

Algunos de los cambios que ha introducido el covid-19 en las vidas de todos seguramente se mantendrán tras la salida de la crisis. Parece que se ha aprendido a ser más frugales en el uso de la energía, pero está por ver el impacto real que la nueva movilidad va a tener en las economías más desarrolladas.

Por un lado, se prevé una reducción de transporte (tanto terrestre como aéreo) ligada al teletrabajo, Pero por otro puede aumentar la demanda del vehículo privado ante el temor de contagio en el uso de medios de transporte público o de vehículos compartidos. En una reciente encuesta en Estados Unidos, el 20% de los entrevistados que usan regularmente el transporte público indicaron que no lo harían, y el 28% lo harían menos frecuentemente[4].

Esta es una de las dimensiones del llamado "efecto rebote", qué preocupa los científicos en la medida que puede anular la reducción de emisiones globales de GEI que ha producido la pandemia. En el caso de China, que ha recuperado en gran medida su actividad pre-pandemia, ya se observa un incremento notable de contaminación urbana en las regiones más industrializadas del país, como se muestra en la imagen

Concentraciones medias de óxidos de nitrógeno troposféricos en la mitad oriental de China antes y después del confinamiento.

Los programas de promoción del desarrollo verde (como puede ser el European Green Deal[5]) intentará que esta tendencia no se consolide, y que la recuperación de la actividad económica se realiza sobre otro modelo energético, pero no está clara que la interrupción económica, con las consecuencias sociales que implica, permita altos niveles de inversión.

En lo que afecta el ciudadano de a pie, salir de esta crisis sanitaria y económica también depende de las decisiones cotidianas, primando a lo urgente sin renunciar a lo importante, ponderando el coste de no afrontar los riesgos frente al coste de padecerlos; subrayando de entre lo que se ha dejado de hacer, qué es sustancial y qué superfluo. En suma, es preciso que se apunte como sociedad a un cambio de modelo, sustentado en otros valores que compatibilice la protección de las personas y del ambiente, que hagan compatible la salud, la economía y las libertades fundamentales con la pervivencia futura de este bello planeta que se habita.

Otras voces

Referencias

Bibliografía

  • Phillips, Carly A.; Caldas, Astrid; Cleetus, Rachel; Dahl, Kristina A.; Declet-Barreto, Juan; Licker, Rachel; Merner, L. Delta; Ortiz-Partida, J. Pablo; Phelan, Alexandra L.; Spanger-Siegfried, Erika; Talati, Shuchi; Trisos, Christopher H.; Carlson, Colin J. (2020). «Compound climate risks in the COVID-19 pandemic». Nature (10): 586-588. Consultado el 09 de abril de 2021. 
  1. «Organización Mundial de la Energía». 
  2. Mulvaney et al., 2020
  3. Diffenbaugh et al,. 2020
  4. Mulvaney et al,.2020
  5. «European Green Deal».