Población vulnerable

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Definición

La inmensa mayoría de países carecen de un marco ético que garantice la no instrumentalización de la persona humana.[1]

Se habla de población vulnerable para referirse a un grupo de personas que se encuentran en estado de incapacidad o desprotección frente a una amenaza a su condición psicológica, física y mental, entre otras[2].

En el ámbito educativo este término hace referencia al grupo poblacional excluido tradicionalmente del sistema educativo por sus particularidades o por razones socioeconómicas[3] .

Los momentos más vulnerables del hombre son: nacimiento,edad avanzada, discapacidades, razas y etnias distintas[4].

Las políticas de población

A lo largo del siglo XX, las políticas de población y sanitarias se han propuesto, como objetivo explícito, modificar la evolución del tamaño y la composición de las poblaciones o los fenómenos demográficos y de salud que los determinan (natalidad, mortalidad y migración).

La “política demográfica” o “política de población” es un término que se refiere, no al análisis de los factores sociales en la explicación de las variaciones del llamado movimiento natural de la población (natalidad, mortalidad, nupcialidad), sino a modificar la estructura demográfica de una población con objeto de mejorar su situación, desarrollo o procesos de desigualdad social[5].

En un principio la política de población se desarrolló como la solución conservadora dentro de la polémica novecentista del marxismo frente al malthusianismo (y después neomalthusianismo). Pero no es hasta el período de entreguerras cuando se empieza a hacer patente una política demográfica progresiva, que no sólo busca el desarrollo económico global, sino contribuir a la disminución (e idealmente a la desaparición) de las desigualdades sociales. El movimiento feminista apoya este nuevo punto de vista, pues se preocupa especialmente por la salud de la mujer y de sus hijas e hijos.

Según Malthus, la población del mundo crece geométricamente mientras que los alimentos y otros recursos sólo crecen aritméticamente[6]

Hacia 1950, varios destacados demógrafos de Estados Unidos dejaron su teoría de la transición demográfica para crear una nueva que justificaba un intervencionismo más controlador[7]. La nueva ideología del intervencionismo se basaba en que, si bien los campesinos de los países menos desarrollados son agentes racionales, no limitarán la natalidad por sí solos ya que carecen de anticonceptivos. Así, empezó a difundirse la idea de que en los países menos desarrollados existe una "demanda insatisfecha" de anticonceptivos. Los créditos a estos países comenzaron a condicionarse a metas de reducción demográfica; los planes de ayuda financiaban anticonceptivos —incluido alguno prohibido, por peligroso, en Occidente— y campañas de esterilización realizadas con engaños, entre otros, pero no antibióticos, ni medicamentos, educación o higiene.

En la realidad, las políticas de población son reconocidas como poco "honrosas" (como el genocidio nazi, los desplazamientos masivos de población en la URSS...), aunque suelen presentarse de forma engañosa como una manera aséptica e imparcial de definir las cosas[6]. Estas políticas demográficas son la expresión más evidente de la capacidad de ciertas estructuras de poder para hacer de las personas el instrumento con el cual alcanzar objetivos supraindividuales. Son precisamente las personas (su existencia, su muerte, su reproducción, su ubicación geográfica) las que constituyen el medio para alcanzar objetivos agregados, colectivos, estatales, nacionales... En otras palabras, se da la paradoja de que el supuesto beneficiario teórico de cualquier política, la población, se convierte en este caso en el instrumento con el que se persiguen otros objetivos.

Actualmente, en el siglo XXI y en los países más desarrollados, las tendencias de la población muestran un mundo de rápido envejecimiento y descenso de la población, con pocos niños (y más de la mitad hijos únicos), con ancianos, que forman la población vulnerable, solos subsistiendo con las exiguas ayudas públicas, y con un estancamiento cultural y económico, donde las reservas naturales y materiales se encuentran mal repartidas[8].

Una de las cuestiones a plantear por los profesionales sanitarias sería la de sensibilizar a los mismos sobre la existencia de población vulnerable a la que hay que respetar, escuchar, atender con más generosidad y paciencia.

No solo a nivel científico y filosófico (en reflexión), sino también en otros escenarios, es necesario desarrollar lugares académicos, de formación continuada para políticos, líderes sociales, culturales, sanitarios, demógrafos y de otras instituciones, donde se impartan conceptos y metodologías básicas en estos saberes.

Los hechos acaecidos en los últimos años, las decisiones políticas, sanitarias y económicas tomadas y el impacto generado suscriben tal necesidad (envejecimiento de la población, mujeres solas, niños sin alfabetizar en temas de salud básica...). Se observa la necesidad de armonizar la atención a la población vulnerable en temas de salud con la Declaración Universal sobre Bioética y Derechos Humanos, “Promover el respeto de la dignidad humana y proteger los derechos humanos, velando por el respeto de la vida de los seres humanos y las libertades fundamentales”. La capacidad de combatir enfermedades, controlar la reproducción y regular la migración fueron objeto, durante todo el siglo XX, y más en la segunda mitad, como nunca en la historia humana, de decidir sobre el número y la forma de la población humana[4].

Por otra parte, habría que capacitar a otros profesionales: corresponde a los padres adoptar decisiones responsables sobre el número de hijos y el espaciamiento de los nacimientos, sin sufrir presiones por parte de las autoridades públicas. Son estos los encargados de la procreación y educación de los hijos (en especial de las adolescentes), siempre y cuando tengan la cultura y alfabetización necesaria, los valores y las ayudas del Estado.

Habría que aumentar los esfuerzos públicos para reducir la mortalidad materna e infantil, todavía hay pocos servicios de asesoramiento para las mujeres que atraviesan dificultades con el embarazo y por el hecho de ser mujer. Habría que ayudar a algunos países con ideas, educación y sensibilización a implantar un marco ético que garantice la no instrumentalización de la persona humana.

El puente entre teoría y práctica

Population Council[9] surge de una reunión de científicos patrocinada por John D. Rockefeller III en 1952. El interés por financiar programas de control de la natalidad empezaría inmediatamente con un plan piloto en Khanna, India, financiado por la Rockefeller Foundation (New York), que repartió información y anticonceptivos a un grupo de mujeres, primer grupo de control. Finalizado el estudio, quienes recibieron el programa mostraban una tasa de fecundidad mayor a las que no lo habían recibido. Una de las conclusiones es que es necesario contar con el interés y la motivación de las interesadas para bajar su propio número de hijos. Las consecuencias han sido tangibles y dramáticas. En países como India o Bangladesh, el presupuesto dedicado a la planificación familiar fue durante años una parte muy importante del presupuesto total en salud, lo que implica que muchas urgencias sanitarias fueron postergadas en pos de los mandatos de control poblacional. El control de los nacimientos se convirtió en corruptela como objetivo de "la humanidad".[1]

Se observa la necesidad de ayudar a proclamar la dignidad de los pobres, porque la vida siempre es un bien para todos[10]

Colin G. Clark y Paul Simon destacaron la teoría pesimista de las políticas de población. Las políticas demográficas eran negativas y estaban amenazando y causando evidentes destrozos en la sociedad. En varios países estaban llevando los territorios a la muerte por un aparente progreso y un supuesto desarrollo, pero que sacrificaba no pocos bienes, sobre todo humanos, tanto para las generaciones presentes como para las futuras.

Distintas versiones de estas ideas se han constituido en una verdadera ideología cuyos postulados tienen amplia difusión: "el crecimiento demográfico es insostenible"; "no hay meta más importante para el saneamiento del medioambiente mundial que la estabilización de la población humana"; "los efectos negativos del problema de la superpoblación exceden todos los límites"; "que la población envejezca es un grave problema". Las acciones públicas y privadas, nacionales e internacionales que se derivan de la aplicación de esa ideología han llevado al desarrollo de los mal llamados derechos sexuales y reproductivos, al impulso de despenalizar el aborto, a la entronización de la denominada diversidad sexual como el paradigma del respeto por las diferencias, y a las campañas de lucha contra el sida soportadas en estrategias distintas al cambio de comportamientos sexuales, etc. La eutanasia, el escoger a los pacientes jóvenes y fuertes... Muchas de esas ideas son el patrón para el diseño de políticas poblacionales.

En una de las primeras publicaciones, Limits to Growth (1972), se presentan las primeras ideas macro de las políticas demográficas: hay que pensar para adelante; es necesario poner en marcha un nuevo orden planetario; es imperativo limitar el crecimiento de la población; el crecimiento en un planeta con recursos limitados no puede continuar para siempre y es incluso peligroso; hay que buscar nuevas formas y prácticas de comprensión de los problemas globales y convertir las ideas en acciones[11].

Coherencia con la bioética

Una solución a los problemas sobre demografía y salud ambiental sería animar a reflexionar y pensar con bioética[10]

La falta de conocimientos demográficos, y de salud y bioética es evidente en los resultados y métodos aplicados por las políticas de población también actualmente[12]. Muchas críticas proceden de autores que aceptan el control demográfico de los países menos desarrollados, pero que consideran inmorales los métodos empleados, como por ejemplo, el del hijo único en China o el plan de esterilización masiva llevado a cabo en la India.

Los críticos mencionan diversos métodos que son contrarios a la libertad, al bienestar o incluso a la salud y la supervivencia femeninas. En algunos lugares se han emprendido campañas para:

  • Colocar el DIU o el Norplant, y después, a las mujeres que querían que se los quitaran, se les ha negado esa posibilidad.
  • Algunos planes de control (reparto de la píldora y la inyectable Depo-Provera) consisten en presiones económicas.
  • Otros limitan la oferta de los métodos a la esterilización o los dispositivos intrauterinos (DIU o IUD), que ocasionan complicaciones (en los países menos desarrollados la mortalidad por DIU es el doble que en Occidente), demostrado en las últimas investigaciones desde la Escuela de Salud Pública TH Chan de Harvard.

Una de las características de la implantación de las políticas de población sin bioética es que durante las primeras etapas del declive de la fecundidad, los países a menudo experimentan prosperidad, una proporción creciente de trabajadores vive los años de la etapa más productiva de su juventud. Con menos niños que cuidar y preocuparse, grandes reservas de mano de obra femenina se liberan para unirse a la economía de mercado, y los adultos son libres para dedicar más dinero a sus ahorros, bienes de consumo e inmuebles. Las sociedades que atraviesan esta temprana etapa de envejecimiento de la población a menudo tienen más recursos disponibles para invertir en cada niño, por lo que sus tasas de alfabetización, por ejemplo, mejoran. Este fenómeno se produjo de forma clara en Japón y en los otros países asiáticos entre 1960 y 1990, y todavía está sucediendo en China al día de hoy. Pero en el siguiente cambio generacional, mientras el Índice Sintético de Fecundidad se mantenga bajo, habrá pocos niños, la proporción de jóvenes trabajadores comenzará a caer, las filas de ciudadanos de mediana edad se aproximará al ranking de riesgo, y el número de ancianos dependientes se disparará, señalan Roqué Sánchez y Gonzalvo Cirac.

Entre 1960 y 2015, con la implantación de las políticas de población, se ha visto muy poca mejora en el nivel de educación y de atención sanitaria de la mujer a nivel público, anulándose su activa participación en el proceso de desarrollo social, cultural y económico de los países.[1]

El papel de los demógrafos es el de respetar a la población y colaborar con las políticas sanitarias, económicas y sociales, mostrando sus datos e interpretaciones alejadas de todo utilitarismo e ideología. Como escribe Livi Bacci, un demógrafo estudioso que se ocupa del análisis del sistema demográfico que integra distintos fenómenos como la fecundidad, la nupcialidad, la mortalidad, la movilidad, la migración humana, tanto en sus particularidades como en su interrelación que es la que da cuenta del sistema demográfico en su conjunto. No de la toma de decisiones e implantación de la política, si bien un demógrafo bien cualificado en demografía y en bioética, reforzará y será más coherente y respetable con el ser humano y la sociedad en que se encuentre.[1]

Los profesionales que utilicen términos demográficos tienen que unirlos a la bioética si no quieren ir en contra de la misma población y de la sociedad. Por la historia acaecida, faltan espacios de formación en variables demográficas y bioética. Por otra parte, habría que ayudar a algunos países con ideas, educación y sensibilización a implantar un marco ético que garantice la no instrumentalización de la persona humana.[1]

Otras voces

Referencias

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 Roqué-Sánchez, M. Victoria; Gonzalvo-Cirac, Margarita (2015). «Demografía, población vulnerable y bioética». pers.bioét. 19 (2). doi:10.5294/PEBI.2015.19.2.5. Consultado el 25 de julio de 2020. 
  2. Gonzalvo-Cirac, M., Mora, J. M. P., Zabalza, M., Prats-Alonso, E., & Gonzalvo, B (junio 2018). «Vulnerable Child: The Doctor Alexandre Frías i Roig (Reus, 1878-1963)». IOSR Journal of Dental and Medical Sciences (IOSR-JDMS) 17 (6): 7-10. Consultado el 4 diciembre 2019. 
  3. Ministerio de Educación Nacional. República de Colombia (ed.). «Población vulnerable». 
  4. 4,0 4,1 Roqué, María Victoria; Gonzalo Cirac, Marga (2015). «Demografía, población vulnerable y Bioética». Persona hy Bioética 19 (2): 245-263. doi:10.5294/pebi.2015.19.2.5. Consultado el 4 diciembre 2019. 
  5. Connelly M. «Fatal Misconception. The Struggle to Control World Population.». Boston: Harvard University Press; 2008. 
  6. 6,0 6,1 De Miguel, J.; Díez Nicolás, J. (1985). Políticas de población.. Madrid: Espasa-Calpe S.A. ISBN 84-239-6524-4. Consultado el 26 de julio de 2020. 
  7. López Hernández, D. (2013). «¡Las mujeres vivimos más! Concepto de salud/mortalidad diferenciada Margarita Gonzalvo-Cirac». Población y Salud en Mesoamérica (Costa Rica) 11 (1). ISSN 1659-0201. Consultado el 26 de julio de 2020. 
  8. Gonzalvo-Cirac, M. (2015). «Demografía y salud ambiental. Pensar con bioética.». Revista Facultad de Ciencias de la Salud UDES, 2(2), 133-138. 
  9. «Population Council». 
  10. 10,0 10,1 Gonzalvo Cirac, Margarita (7 de noviembre de 2015). «Demografía y salud ambiental. Pensar con bioética». Revista facultad de ciencias de la salud 2 (2). ISSN 2422-1074. Consultado el 26 de julio de 2020. 
  11. Foucault, Michel (2004). Sécurité, Territoire, Population. Hautes Etudes. p. 448. ISBN 2020307995. Consultado el 26 de julio de 2020. 
  12. Grimes, Seamus (Septiembre de 1998). «From Population Control to 'Reproductive Rights': Ideological Influences in Population Policy». Third World Quarterly 19 (3). Consultado el 26 de julio de 2020.