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El Transhumanismo, ahora llamado '''Humanity+''', es una ideología filosófica que nace en la última década del siglo XX y propone una superación de la naturaleza humana, en sus capacidades físicas y psíquicas, que supondrá una nueva especie humana, un '''paso del humano al posthumano.'''
El Transhumanismo, ahora llamado '''Humanity+''', es una ideología filosófica que nace en la última década del siglo XX y propone una superación de la naturaleza humana, en sus capacidades físicas y psíquicas, que supondrá una nueva especie humana, un '''paso del humano al posthumano.'''


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* ciencias del '''Conocimiento'''  
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que se conocen por el acrónimo: '''NBIC'''.  
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Las '''aplicaciones''' '''resultantes''' van desde la elaboración de nuevos materiales industriales, como polímeros más ligeros y resistentes que permitirán la elaboración de prótesis biónicas y estructuras de protección y defensa, pasando por materiales que aumentan el rendimiento energético, hasta llegar al desarrollo de nanomoléculas que tengan capacidad de autorganización y autoensamblaje.  
Las '''aplicaciones''' '''resultantes''' van desde la elaboración de nuevos materiales industriales, como polímeros más ligeros y resistentes que permitirán la elaboración de prótesis biónicas y estructuras de protección y defensa, pasando por materiales que aumentan el rendimiento energético, hasta llegar al desarrollo de nanomoléculas que tengan capacidad de autorganización y autoensamblaje.  



Revisión del 16:42 1 mar 2021

El transhumanismo propone profundos cambios estructurales en el cuerpo, creando un individuo totalmente diferente al conocido hasta ahora, el posthumano[1]

El Transhumanismo, ahora llamado Humanity+, es una ideología filosófica que nace en la última década del siglo XX y propone una superación de la naturaleza humana, en sus capacidades físicas y psíquicas, que supondrá una nueva especie humana, un paso del humano al posthumano.

Introducción

El Transhumanismo -también llamado humanity+ - es un nuevo paradigma de trasfondo filosófico y fuerte impronta cientificista que se ha abierto paso, en el pensamiento actual, como garante y constructor de un humanidad futura, nueva y distinta.

El Transhumanismo defiende la evolución del humano al posthumano a través del uso de las nuevas tecnologías biomédicas e informáticas.

El posthumano será un ser -no se sabe si natural o artificial- totalmente diverso al humano con unas capacidades cognitivas que duplicarán las de un humano actual, con unas expectativas de vida que se situarán alrededor de los 500 años, y que poseerá una elevada estabilidad psicológica y emocional. El posthumano será, por tanto, un nuevo ser que tendrá una vida más larga, mayor capacidad intelectual, un cuerpo fabricado a medida, del que podrá incluso hacerse copias y sobre el que tendrá un control total[2]. Ese es el objetivo de científicos, procedentes de diversas áreas, y filósofos: mejorar el ser humano para llegar a ser posthumanos.

En este camino hacia el futuro es necesaria una etapa intermedia que corresponde al transhumano (ahora llamado humano+). El transhumano será el ser humano en fase de transición hacia el posthumano (que será el humano++). El transhumano tendrá unas capacidades físicas, intelectuales y psicológicas mejores que las de un ser humano normal, pero todavía no habrá alcanzado la realización del posthumano.

En un artículo publicado en el año 2004 Francis Ford Fukuyama consideraba el Transhumanismo como la ideología actual más peligrosa para los sistemas democráticos[3]. El argumento que esgrimía el filósofo norteamericano es que el Transhumanismo atenta contra el principio de igualdad de todos los seres humanos al introducir un elemento de asimetría social las diferencias entre humanos y posthumanos, que afectaría los fundamentos de las sociedades democráticas[2]. Pero entonces ¿Qué es realmente el Transhumanismo? ¿es tan peligroso como advierte Fukuyama? [4]

Transhumanismo: ¿qué es?

El concepto

El concepto “transhumanar” es utilizado por primera vez por Dante en su Divina Comedia en el Canto I del Paraíso.

Trasumanar singificar per verba/ non si porìa; però l’esemplobasti/ a cui esperienza grazia serba[5].

Para el autor italiano transhumanar es la meta última del hombre y representa la experiencia, imposible de explicar con palabras, de ser elevado por la gracia, más allá de lo humano, hacia nuestra realización total y trascendente en Dios[6]. Como concepto contemporáneo la palabra “transhumanismo” fue introducida por J. Huxley en 1957:

“La especie humana puede, si lo desea, trascenderse -no solo esporádicamente, un individuo aquí de una manera, otro allí de otra forma- sino en su totalidad, como humanidad. Necesitamos un nombre para esta nueva creencia. Quizás Transhumanismo pueda servir: el hombre sigue siendo hombre pero transcendiéndose, a través de la realización de las nuevas posibilidades de y para su naturaleza humana”[7].

Huxley, por tanto, mantiene el nombre pero cambia el significado. Transhumanarse se ha convertido en una tarea propia del hombre: conseguir con las nuevas ciencias, como la psicología y la biología, una humanidad superior a la actual. El concepto pasaba así de significar la superación de la humanidad en virtud de la gracia y la acción de Dios, a la superación de la humanidad en virtud de la tecnología como obra puramente humana.

La práctica del transhumanismo se apoyaría en cuatro áreas convergentes: nanotecnología, biotecnología, tecnologías de la información y ciencias del conocimiento[1]

A finales del siglo XX la palabra Transhumanismo entra en las cátedras universitarias de la mano de Nick Bostrom, un filósofo sueco, experto en Inteligencia Artificial que dirige el Future of Humanity Institute de la Universidad de Oxford, trabajando como profesor de la Facultad de Filosofía y de la James Martin 21st Century School,

Bostrom define el Transhumanismo como

“Un movimiento cultural, intelectual y científico, que afirma el deber moral de mejorar la capacidad física y cognitiva de la especie humana y de aplicar las nuevas tecnologías al hombre, de manera que se puedan eliminar los aspectos no deseados y no necesarios de la condición humana como el sufrimiento, la enfermedad, el envejecimiento e incluso, el ser mortales” [8].

El Transhumanismo se convierte así en un movimiento, una ideología, que tiene como credo filosófico “la superación de las limitaciones humanas a través de la razón, la ciencia y la tecnología”[9].

La declaración de los principios transhumanistas

El mismo Bostrom señala cuales han sido las principales influencias filosóficas que han dado origen a la teoría transhumanista.[10]

El movimiento transhumanista ha recogido sus bases ideológicas en la Declaración de los principios transhumanistas que comienza diciendo:

En el futuro, la humanidad cambiará de forma radical por causa de la tecnología. Prevemos la viabilidad de rediseñar la condición humana, incluyendo parámetros tales como lo inevitable del envejecimiento, las limitaciones de los intelectos humanos y artificiales, la psicología indeseable, el sufrimiento y nuestro confinamiento al planeta Tierra[16].

A partir de este primer principio plantean

  • La necesidad de desarrollar al máximo la investigación en nuevas tecnologías e invocan una apertura mental que permita adoptar estas tecnologías sin limitar ni prohibir su uso o desarrollo.
  • Sostienen el derecho moral de utilizar los métodos tecnológicos, por parte de aquellos que los deseen, para potenciar las capacidades físicas e intelectuales y para aumentar el nivel de control sobre su propia vida.
  • Aspiran a un crecimiento personal más allá de las limitaciones biológicas.
  • Consideran que sería una tragedia para el ser humano la perdida de los potenciales beneficios a causa de una cultura tecnofóbica y por ello pretenden crear foros de encuentro que permitan discutir los pasos a dar y la creación de estructuras sociales y políticas que tomen las decisiones de manera responsable.

La pretensión es llevar este bienestar a todos los seres conscientes, ya sean humanos, inteligencias artificiales (IA), animales conscientes o potenciales extraterrestres. Los proponentes del transhumanismo no solo piensan y desean un hombre sin determinados condicionantes, o con capacidades potenciadas, sino que admiten la posibilidad de nuevos seres diferentes que irían más allá dell propio hombre.

No es solo, un mejoramiento lo que se admite, sino una recreación o rediseño del hombre, realizada por el propio hombre, y todo ello con la ayuda de la ciencia y la técnica. La modernidad proponía la potenciación de lo que se considera positivo en el hombre para llegar a ser un hombre autónomo, maduro y emancipado, el transhumanismo, dentro de la postmodernidad quiere llegar a seres completamente distintos a partir del ser humano[17].

¿Cómo se realizará la puesta en práctica del Transhumanismo?

Las NBIC

La puesta en práctica del Transhumanismo se apoya en el desarrollo de los avances científicos y tecnológicos en cuatro áreas convergentes:

  • Nanotecnología,
  • Biotecnología,
  • tecnologías de la Información y
  • ciencias del Conocimiento

que se conocen por el acrónimo: NBIC.

Su objetivo final sería la búsqueda de la felicidad mediante la pervivencia o inmortalidad [1]

Las aplicaciones resultantes van desde la elaboración de nuevos materiales industriales, como polímeros más ligeros y resistentes que permitirán la elaboración de prótesis biónicas y estructuras de protección y defensa, pasando por materiales que aumentan el rendimiento energético, hasta llegar al desarrollo de nanomoléculas que tengan capacidad de autorganización y autoensamblaje.

Se plantea el uso de nanorobots para la reparación de tejidos y órganos, la utilización de nanobiofármacos moléculas diseñadas para reconocer las proteínas de células cancerígenas, marcarlas y servir como localizadores para el tratamiento terapéutico.

También se contempla la mejora en las capacidades sensitivas, como visión nocturna y aumento de la capacidad auditiva, aumento de la cantidad de memoria y aceleración de los procesos de razonamiento, así como la reducción en el número de horas de sueño necesarias. Se están estudiando mecanismos de interacción cerebro-máquina, así como elaboración de verdaderos cerebros artificiales con capacidad de inteligencia natural.[18]

Estos avances permitirán el paso de la especie humana al post-humano de manera paulatina en cuatro facetas de la vida humana: la mejora de los hijos, la consecución de rendimiento físico superior, los tratamientos antienvejecimiento y el uso de fármacos para el bienestar emocional y la consecución de la felicidad.

Los mejores hijos posibles

El Transhumanismo consagra como derecho el deseo de los padres a conseguir los mejores hijos. Se han convertido en los defensores de la llamada eugenesia liberal[19] e incluso defienden el deber moral de los padres a conseguir el mejor hijo posible[20]. Los caminos para alcanzar ese objetivo son dos:

a) La eugenesia negativa

El primer paso de la eugenesia negativa es la eliminación de los bebés defectuosos, a través del diagnóstico genético prenatal[21] que posibilita la identificación de malformaciones y alteraciones genéticas para llevar a cabo el aborto eugenésico. Esto supone una nueva aproximación por parte de la medicina a la enfermedad: se evita la enfermedad mediante la eliminación del paciente. Los niños que nacen con malformaciones son vistos por la sociedad como una falta de responsabilidad, por parte de los padres, por no haberlos abortados.

El segundo paso de la eugenesia negativa es la selección de los hijos sanos a través del diagnóstico genético preimplantacional. El análisis genético de los embriones antes de la implantación en el útero materno, permite eliminar los embriones “defectuosos”. Solo se implantan aquellos embriones que han superado los estándaresde calidad.

El avance en los métodos de diagnóstico prenatal genético[21] y de secuenciación completa del genoma[22] están siendo determinantes en la implantación social de la eugenesia negativa.

b) La eugenesia positiva

El paso de la prevención de la enfermedad al mejoramiento del niño no supone un cambio en el procedimiento sino una modificación del standard aplicado.

La ingeniería genética posibilitará, no solo la identificación de genes defectuosos sino también, la identificación de genes que expresen características deseables, por ejemplo, color de ojos, estatura, peso, inteligencia... Se trata de construir el mejor hijo posible,[23] “Se tiene la obligación de intentar manipular estas características para dar a un individuo las mejores oportunidades para la mejor vida”.[20] Para conseguir estos individuos entrarían en juego las técnicas de edición genética.

Un rendimiento superior

El transhumanismo no trata solo de mejorar a los hijos sino de mejorarnos a las personas mismas, de otrogar un rendimiento superior. Son conocidos por todos los fármacos que mejoran las capacidades de la memoria, como Modafin (Provigil)[24] y Ritalin[25] y los que producen un aumento del crecimiento físico, como por ejemplo la hormona somatotropina o del crecimiento.

La concepción transhumanista muestra una visión maleable de la identidad personal, tomando al cuerpo humano y al hombre como un instrumental[1]

El transhumanismo considera que las características propias de la actividad deportiva la convierten en un modelo adecuado donde analizar las posibles consecuencias que traerían la búsqueda de un rendimiento superior.

El rendimiento de un atleta depende de muchos factores, entre ellos el factor más decisivo para conseguir mejores rendimientos es el entrenamiento, pero incluso el mejor entrenamiento posible no es capaz de modificar mis propias limitaciones naturales. Aquí es donde entra el juego el concepto de rendimiento superior a través del uso de la biotecnología, de fármacos y modificaciones genéticas específicas que permitan una mejora física, especialmente a nivel muscular[26]. El transhumanismo quiere que el deporte se convierta en el campo de pruebas de las mejoras futuras[27].

El transhumanismo y la inmortalidad

Uno de los sueños humanos es el de no envejecer, desafiar a la muerte. Los científicos han alcanzado ya algunos éxitos en la prolongación de la vida de algunas especies animales.

Tres son los modos en los que los científicos trabajan para aumentar las expectativas de vida en humanos:

  • reducción de las causas de mortalidad entre los jóvenes. Especialmente con la reducción de la mortalidad infantil y con la implantación de sistemas sanitarios generalizados y públicos.
  • combatir la enfermedad entre los ancianos. Se trataría de atacar las causas específicas de la muerte sin tener en cuenta los daños causados por el envejecimiento. Esta solución no convence a los transhumanistas que consideran que se conseguiría una prolongación de la vida, pero no una mejora en la calidad de vida.
  • ralentizar el proceso de envejecimiento.[28] Si se consigue con éxito ralentizar los procesos de envejecimiento se podría aumentar la duración de la vida máxima e introducir cambios en el ciclo de la vida como lo conocemos hoy. Este es el cambio que pretenden introducir los transhumanistas cuando hablan de un cuerpo capaz de vivir 500 años. Ellos buscan no tanto la inmortalidad sino la prolongación de la vida. A través del uso de la biotecnología pretenden ralentizar el proceso de envejecimiento no solo añadiendo más años a la vida sino añadiéndole más vida a esos últimos años. Los mecanismos estudiados en animales para alargar la vida media pasan por:
    • a) Dietas de restricción calórica; [29]
    • b) Manipulación genética;[30]
    • c) Prevención de daños oxidativos [31] y
    • d) Tratamientos que combaten las causas del envejecimiento. Aquí estarían los tratamientos hormonales[32] y la investigación en el acortamiento de los telómeros en los cromosomas.[33]

Las expectativas están puestas en la utilización de terapias génicas y de métodos bioquímicos que permitan bloquear el envejecimiento celular. El primer paso, que ya se ha dado hace años, es la crio-conservación de personas con la esperanza de que el progreso de la ciencia pueda reanimarlas en un futuro,[34] todavía lejano, a través de nuevas soluciones terapéuticas.

El transhumanismo utiliza un concepto reduccionista de naturaleza humana donde ésta queda reducida a pura materia[1]

Algunos autores no se limitan solo a hablar de prolongar la vida de las personas, sino que plantean la posibilidad de una existencia post-biológica [35] La utilización de scanners permitirá obtener en el futuro un escaneado completo de la matriz sináptica del cerebro de un individuo y ésta se podrá reproducir en un ordenador. Se trataría de transmitir las vivencias subjetivas de un cuerpo biológico o bien a otro cuerpo orgánico, por ejemplo, a un cerebro trasplantado, o a un sustrato puramente digital, por ejemplo, al disco duro de un ordenador. Serán los nuevos ciudadanos, los ciborgs, nuevas creaturas en un mundo post-género y posthumano.[36]

El transhumanismo quiere renunciar a dos de las características de la materia viva: la temporalidad y el envejecimiento. Así la muerte y el envejecimiento son, para los transhumanistas, una enfermedad a combatir. Se tiene que preguntar a los transhumanistas si un mundo donde no se envejece será, de verdad, el mejor de los mundos posibles. El mundo actual ha conocido un incremento espectacular de las expectativas de vida y sin embargo existe el convencimiento de que éste no es el mejor mundo posible.

No es tanto la cuestión sobre el número de años en la vida sino sobre el sentido de nuestra vida. En las propuestas biotecnológicas de retardar el envejecimiento se puede encontrar la pregunta por el sentido mismo de la biotecnología: ¿es el propósito de la medicina el hacernos perfectos, o hacernos más completos? El ser humano, incluso cuando está sano, no es un ser perfecto. Es precisamente el ser imperfectos, la relación nunca satisfecha con la realidad, lo que hace nacer las aspiraciones más profundas y las conquistas más grandes.[37]

El deseo de la felicidad

Hay muchos obstáculos en la vida de una persona que van desde distintos tipos de enfermedades mentales o psíquicas, pasando por sentimientos de pecado o de culpa, hasta la simple frustración de esperanzas y proyectos.

Desde tiempo inmemorial, en ese esfuerzo de dar paz a la mente, los seres humanos han contado con la ayuda de los médicos y los fármacos. Es, sin embargo, en los últimos tiempos cuando desde el campo de la neurociencia se ofrecen nuevos, más específicos y más seguros agentes para ayudarnos en el combate contra los desasosiegos psíquicos.[38] El transhumanismo contempla la posibilidad de alterar directamente nuestro estado de bienestar psíquico en la búsqueda de la felicidad usando tecnologías que afectan la memoria o los estados de humor o disponibilidad.

Se presentan tres tipos posibles de tratamientos de la felicidad:

  • la utilización de fármacos que permitan eliminar selectivamente de la memoria aquellos recuerdos que provocan en las personas un sufrimiento, reduciendo al mínimo la capacidad de sufrir.[39]
  • consumir fármacos para generar un estado de bienestar, por ejemplo, con la utilización de Inhibidores de los Receptores de Serotonina (SSRIs) y de Inhibidores de la Receptores de Dopamina y Noradrenalina,[40] que tienden a reducir la intensidad de las reacciones, haciendo que la gente esté más tranquila y que experimente una indiscutible sensación de bienestar.
  • drogas para la modificación de la conducta.[41] Dado que el comportamiento humano está condicionado por la base biológica y, por tanto, no hay voluntad libre, llegará un momento en el que los científicos descubran los mecanismos neurológicos implicados en el comportamiento moral y puedan elaborar una “píldora de la moralidad” que corrija los comportamientos erróneos, como por ejemplo el de los asesinos. La posibilidad de consumir la píldora de la moralidad se considera no como obligatoria sino voluntaria, es decir, sería una alternativa a la prisión o un mecanismo de inserción para presos peligrosos.

Las consecuencias, en la utilización de este tipo de fármacos, son claras.

  • En el primer caso se trata de impedir la formación de una personalidad fuerte y coherente, porque sin verdaderos recuerdos, no podremos obligar a otros, o a nosotros mismos, a rendir cuentas de las acciones realizadas y a quien se le realizó. Sin verdaderos recuerdos no puede haber justicia, ni posibilidad de justicia; sin memoria no hay perdón, ni posibilidad de perdonar: todo será simplemente olvido.
  • El segundo grupo de fármacos pretende eliminar la habilidad de asumir responsablemente y con dignidad las imperfecciones y límites de las vidas propias y de los que nos rodean. las drogas, en sí mismas, no hacen felices a las personas ni hacen mejores personas. Las medicinas nos posibilitan hacer y experimentar, y eso es lo que hace felices. En la vida se tiene que poner mucha atención en diferenciar lo real de lo meramente aparente, la propia felicidad con algunos sustitutos menores de la felicidad. El peligro aparece cuando se trata de conseguir la felicidad a costa de la propia identidad o perdiendo la percepción real de las cosas.
  • Finalmente, son muchas preguntas que surgen ante las drogas de la felicidad: ¿Qué tipo de moralidad incluiría la píldora? ¿Quién decide quien tiene que tomar la píldora? ¿Por qué limitar la “píldora moral” a los asesinos? Algunos autores proponen que el uso de las drogas para modificar el comportamiento moral tendría que ser obligatorio. Los gobiernos estarían “obligados moralmente” a drogar a sus ciudadanos para que sean moralmente responsables.

La antropología transhumanista

Si la idea de dignidad se equipara a la de autonomía o la de calidad como defienden los transhumanistas, se podría justificar toda práctica instrumental en el ser humano[1]

Puede parecer que el transhumanismo es una utopía difícilmente realizable y que deja muchas cuestiones sin resolver.[2] Sin embargo, esto no es así. Hay otros modelos ideológicos, como la ideología de género, que siendo desde el punto de vista filosófico muy débiles, se ha adueñado del modelo social y ha entrado a formar parte de la legislación más reciente. [42]

En este sentido, el transhumanismo puede llegar a tener, también, una presencia importante en la sociedad ya que comparte con la ideología de género algunas características que nos descubren un mismo origen y, quien sabe si también, un futuro semejante.

Tras el transhumanismo, y también en la ideología de género, se encuentra una antropología específica, una antropología que ya se está viviendo y cuyos rasgos fundamentales son:

La maximización de la libertad  

Existe un nexo necesario y vinculante entre la verdad y la libertad. El fundamento de ésta última radica en la racionalidad propia del hombre y es que éste, por estar dotado de razón, puede presumir de ser libre. Ahora bien, el ejercicio de esta libertad exige el conocimiento de la verdad. Esto significa que para que el hombre pueda actuar libremente es indispensable que conozca la verdad de aquello sobre lo que va a recaer su acción. En este sentido, el conocimiento de la verdad debe ser un límite regulador de la propia libertad.

Con la modernidad, se ha originado una escisión entre ambas realidades en la que se ha producido una exaltación de la noción misma de libertad presentándola como uno de los valores más altos dentro de cualquier sistema axiológico. Esta separación entre libertad y verdad ha venido también marcada por la imposición del relativismo en muchos órdenes de la vida social. Desde este postulado se sostiene que no existe una verdad fija e inmutable. Efectivamente, la negación de la existencia de la ley natural –la cual postula un orden moral objetivo- conlleva la negación de la existencia de una verdad fija y objetiva que fundamente los valores.

La libertad no es absoluta, sino que tiene que someterse a la verdad, pero una vez que ésta última desaparece del panorama moral, entonces tenemos que no hay nada que pueda regular el ejercicio de las acciones libres. Por eso, se puede decir con toda razón que, con la modernidad, se llega a una maximización de la libertad frente a la verdad. Ya no es el conocimiento de ésta lo que induce a la persona a actuar de esta o de aquella manera, sino que ahora es la libre voluntad del hombre la que establece la verdad subjetiva que sirva de justificación al comportamiento humano.

Tanto el transhumanismo, como la ideología de género, parten de la premisa de que no existe ninguna verdad que puede limitar la implantación de sus postulados ideológicos. El motivo de esto es más que evidente, pretenden presentar el deseo y la voluntad como los garantes últimos de las decisiones humanas. Pero se ha encontrado con un problema que es el cuerpo humano, que aparece como un obstáculo, como un freno para la instauración de estos planteamientos.

Si la ideología de género pretende que los ciudadanos construyan socialmente su propio sexo a partir de una supuesta neutralidad sexual, entonces tendrá que negar una verdad antropológica como es el dimorfismo sexual propio de la especie humana. Los teóricos del género saben que la aceptación de esta verdad impide la libre construcción del sexo a partir del deseo personal. Por ello se ven obligados a negar su existencia. Éste es un claro ejemplo de cómo la libertad queda maximizada frente a la verdad, que en este caso no es que quede reducida, sino que llega a ser negada. Lo mismo puede decirse de la ideología transhumanista que se ve obligada a negar la realidad personal del cuerpo, proclamando su emancipación biológica, para poder instaurar sus postulados.

El resultado antropológico de este proceso de maximización de la libertad es una persona sin cuerpo y por lo tanto “andrógina” y “gay”. Una antropología “andrógina”en el sentido de que la identidad cultural, social y jurídica de la persona no está intrínsecamente ligada a su masculinidad o feminidad. Su identidad se basa en su orientación, es decir, sin estar conectada con el propio cuerpo, ni en relación con el sexo opuesto, sino simplemente en su deseo.[43] El concepto antropológico de “gay” se refiere a una antropología que ha separado la vocación del amor de la vocación a la fecundidad.[44] Una antropología gay es, fundamentalmente, a-histórica. Busca y mira solo el momento presente; es una antropología del carpe diem.[45] Esta antropología andrógina y gay es la que ve en el ciborg su realización plena. Esta es la antropología que comparten la ideología de género y el transhumanismoy es la antropología en la que, de alguna manera, ya estamos viviendo.

La naturaleza líquida.

La ideología de género sostiene que la liberación de la mujer pasa por la liberación de su propia naturaleza, la destrucción absoluta del cuerpo humano. El transhumanismo considera que la esencia del ser humano es materia y más concretamente conexiones neuronales. La alteración del cerebro humano supondrá la alteración de la naturaleza humana, el paso del humano al posthumano. Ambas ideologías consideran que el cambio en la naturaleza humana es el camino de la liberación y del perfeccionamiento. Consideran por tanto que la naturaleza humana es moldeable y cambiable.

Para el concepto de persona, los transhumanistas consideran como tal a aquellos seres que tienen la capacidad de razonar[1]

En su libro Modernidad líquida[46] Bauman introduce el concepto de liquidez para referirse al cambio sociológico producido por la postmodernidad y que se pone de manifiesto en la desaparición de las instituciones sólidas que servían de referencia para el individuo.

Ahora es el individuo el que tiene que construir, reconstruir, continuamente su propia identidad. El concepto de liquidez lo ha llevado Bauman a otros campos como las relaciones[47] o los miedos.[48] Se cree que el concepto de liquidez de Bauman se puede aplicar también al transhumanismo en relación con el concepto de naturaleza humana. La naturaleza líquida[6] sería aquella comprensión de la naturaleza que niega la existencia de un dato originario en el ser humano, de algo previo a toda auto-construcción del individuo. Sin este dato originario, la naturaleza humana se vuelve moldeable y líquida, pierde la capacidad de dar sentido y finalidad a la propia existencia humana.

Algunos unos ejemplos concretos de cómo se entiende esta naturaleza líquida en la ideología de género y en el transhumanismo, desde los conceptos de performatividad y de singularidad.

a) la idea de la performatividad de la teoría queer

Uno de los postulados fundamentales de la teoría queer es que la sexualidad no es un hecho natural, sino que es el resultado de una construcción social.[49]

El punto de contacto entre la ideología de género y el movimiento queer se produce precisamente aquí, en considerar que cada individuo debe tener la posibilidad de construir socialmente su propio género en función de su deseo, es la emancipación de la sexualidad y también del género socialmente construido. La idea clave de este planteamiento será la de performatividad. Al desarrollo de esta idea ha contribuido de manera notable la norteamericana Judith Butler cuyas aportaciones filosóficas han sido esenciales para el desarrollo doctrinal de esta teoría. Para esta autora, el género goza de performatividad, es decir, cada individuo puede no sólo construir libremente su género sino que, además, puede cambiar de un género a otro cuantas veces desee.

Esta idea de la performatividad implica la negación del cuerpo sexuado como un datum biológico, pues éste se concibe como una entidad maleable, una naturaleza líquida,que puede ser modelada a voluntad. En última instancia supone rechazar la existencia de una naturaleza humana con todas las consecuencias antropológicas que tal afirmación conlleva.

b)   El concepto de singularidad en el transhumanismo

La ideología transhumanista incluye en su propia definición la idea de una naturaleza humana cambiante y por lo tanto líquida. El transhumanismo propone el cambio de la naturaleza humana en una naturaleza posthumana a través de la biotecnología.

En el transhumanismo se produce un doble reduccionismo:

  • por un lado, la naturaleza humana es reducida a pura materia, y
  • por otro lado este ser humano material es reducido a sus conexiones neuronales.[2]

Este reduccionismo biologicista se va a concretar en el concepto de Singularidad.[50]

¿Qué es la Singularidad? Es un momento en el tiempo venidero en el que el ritmo del cambio tecnológico será tan rápido y su repercusión tan profunda que la vida humana se verá transformada de forma irreversible. Comprender la Singularidad cambiará nuestra perspectiva sobre la relevancia de nuestro pasado y sus repercusiones en el futuro, ya que su comprensión cambia intrínsecamente la visión que uno tiene de la vida en general y de su propia vida en particular.

Las tres tecnologías que darán lugar a esta Singularidad son la genética, la nanotecnología y la robótica. El desarrollo de estas tres tecnologías conllevará la liberación del ser humano de sus cadenas biológicas y la consagración de la inteligencia como el fenómeno más importante de nuestro universo. A medida que esta transformación se vaya convirtiendo en realidad, el horizonte que vislumbra Kurzweill es el de que nuestra especie también se enfrentará a nuevos retos jamás antes planteados: un increíble aumento de la inteligencia no biológica, la inmortalidad y un progreso científico sin precedentes.

Kurzweil sitúa la fecha de la Singularidad tecnológica en el año 2045.[50]

Para alcanzar esta Singularidad es muy importante el concepto del crecimiento exponencial. Este crecimiento es engañoso. Empieza casi imperceptiblemente y luego (si uno no se ha tomado la molestia de calcular su trayectoria) explota con furia inusitada. Antes de la mitad de este siglo, el ritmo de crecimiento de nuestra tecnología –que será indistinguible de nosotros mismos- será tan pronunciado que esencialmente parecerá vertical. Desde una perspectiva estrictamente matemática, los ritmos de crecimiento todavía serán finitos, pero tan extremos que los cambios que conllevarán parecerán romper con la estructura de la historia humana. Al menos esta será la perspectiva que se tendrá desde una humanidad no mejorada.

La Singularidad constituirá la culminación de la fusión entre nuestra existencia y pensamiento biológico con nuestra tecnología, dando lugar a un mundo que seguirá siendo humano, pero que trascenderá nuestras raíces biológicas.

Más adelante, en la post-Singularidad, incluso no habrá distinción entre humano y máquina o entre realidad física y virtual. Si se pregunta sobre lo que seguirá siendo inequívocamente humano en un mundo así, la respuesta es simplemente esta cualidad: la nuestra es la especie que inherentemente busca expandir su alcance físico y mental más allá de sus limitaciones actuales.

En el periodo siguiente a la Singularidad, la inteligencia, que tiene su origen biológico en los cerebros humanos y su origen tecnológico en la creatividad humana, comenzará a saturar la materia y energía de su medio. Esto lo conseguirá mediante la reorganización de la materia y de la energía, cosa que proporcionará un nivel óptimo de computación y que le permitirá propagarse más allá de su origen terrestre Lo más importante de todo es que la inteligencia que surgirá continuará formando parte de la civilización humana, que ya es una civilización humano-máquina.

El crecimiento en conocimiento científico no ha ido acompañado por una reflexión acerca de las implicaciones éticas que estos cambios producirían[51]

En otras palabras, las máquinas futuras serán humanas aunque no sean biológicas. Este será el próximo paso evolutivo, el próximo cambio de paradigma de alto nivel. La mayor parte de la inteligencia de nuestra civilización acabará siendo no biológica. Hacia el final de este siglo, dicha inteligencia será billones de billones de veces más potente que la inteligencia humana. Sin embargo, para contestar a las preocupaciones que se suelen escuchar, hay que decir que esto no significa el fin de la inteligencia biológica, aunque sea defenestrada de la atalaya de su superioridad evolutiva, ya que incluso las formas no biológicas derivarán de diseños biológicos.

Hasta el momento la velocidad de la luz constituye un límite infranqueable para la transmisión de información. El que podamos sortear este límite es muy especulativo, pero hay ciertos indicios que indican que esta constricción puede ser superada. Si tan solo se produjeran pequeñas desviaciones, significaría que en último término nos podríamos aprovechar de una cierta capacidad supralumínica. El que nuestra civilización pueda impregnar el universo con su creatividad e inteligencia de forma rápida o lenta depende de la inmutabilidad de la velocidad de la luz. En cualquier caso, la materia “tonta” y los mecanismos del universo serán transformados en formas de inteligencia exquisitamente sublimes, lo cual dará lugar a la sexta era en la evolución de los patrones de información.[35]

Toda esta concepción de la Singularidad es posible porque en la edad Moderna se había producido un desplazamiento del ser al hacer, que se traduce en un desplazamiento del concepto de persona sustancial al concepto de persona operacional, del ser a la conciencia de ser. Así, es persona quien razona y no es persona quien no razona (embriones, fetos, discapacitados privados del uso de la razón, personas en estado vegetativo persistente o personas en coma).[52]

Siguiendo esta misma perspectiva, por ejemplo, los ecologistas radicales atribuyen el estatuto personal a seres no humanos que aparentemente razonan, por ejemplo ciertos simios superiores. Los transhumanistas van más allá y llegan a plantear la aplicación del concepto de persona a máquinas aparentemente inteligentes. ¿Cómo es posible?

Para los transhumanistas, lo que identifica a la persona como ser sustancial, su naturaleza, no es el ser con capacidad subjetiva sino la misma sensibilidad subjetiva independientemente de su soporte. La Singularidad es la propia inteligencia sin soporte corporal que puede encontrarse en un animal no humano, en un humano, en un post-humano o en un soporte no biológico.

Por lo tanto, la naturaleza es líquida también en el sentido de que puede fluir de un soporte a otro. El soporte no influye en la configuración de esa naturaleza, es decir, en el caso del ser humano su corporeidad no aporta nada a su naturaleza. El deber moral del hombre será permitir a la inteligencia, desencarnada, encontrar un soporte más adecuado para desarrollar plenamente sus posibilidades, es la emancipación del cuerpo biológico proclamada por el transhumanismo.

c) Neuralink

NeuraLink es una empresa creada por Elon Musk cuyo objetivo es construir interfaces entre cerebro-máquina de tal manera que se puedan conectar el cerebro humano y la Inteligencia Artificial (IA).

El problema de las superinteligencias es que no se puede predecir cómo van a comportarse. Pueden hacerlo de una manera que sea un peligro para la humanidad. Una opción, para resolver el problema, es intentar codificar la benevolencia moral en el sistema operativo de la IA.[53] Hay algunos riesgos en esta estrategia. Cuando se diseña una IA, que es millones de veces más inteligente que los humanos, existe el riego de asumir que los principios éticos que nos sirven a nosotros podrían funcionar (o no) en un ser superinteligente. Además, puede que los principios morales no sobrevivan si, como es previsible, las IAs comenzasen a pensar con sus propios sistemas operativos.

El objetivo que Elon Musk pretende con NeuraLink es que los humanos puedan mantener una paridad intelectual con las IAs, de tal manera que las IAs no sean más inteligentes que los humanos. Musk quiere romper la noción de la IA como “el otro”. Se alcanzá este estado teniendo un cerebro extra de IA, así que se terminará siendo parte IA y parte humanos. La idea básica es que el cerebro tiene 100 mil millones de neuronas, y el objetivo de NeuraLink es el de colocar un sensor en cada una de estas neuronas: un sensor que pueda informar en qué estado binario está una determinada neurona y, también, estimular a las neuronas para que pasen a un estado diferente.

Una vez que se tenga instalado un NeuraLink, la idea es que el cerebro podría conectarse a un ordenador externo, y la información podría fluir (ida y vuelta) entre el cerebro y este ordenador externo. Sería algo así como tener un “tercer cerebro”. El nombre de “tercer cerebro” es porque se considera que los humanos tienen dos cerebros: el primero es el Sistema límbico, que es el que tiene que lidiar con las emociones, y el segundo el córtex, que se desarrolló posteriormente, y que es donde se piensa y se planean cosas. El tercer cerebro, será un ordenador externo, localizado quizás en un centro de datos, con el que se podrán comunicar de manera inalámbrica, vía wiffi.

NeuraLink dará a los humanos el poder de mantener la paridad intelectual con las IAs, que son millones de veces más inteligentes que los humanos normales. Los cerebros externos serán más grandes, y la mayoría de los procesos de resolución de problemas y de los pensamientos terminarán llevándose a cabo por el cerebro externo de la IA de alto rendimiento, más que por el córtex de bajo rendimiento de la persona.

Es necesario una valoración pormenorizada que tenga en cuenta muchas variables, entre ellas el respeto debido a toda vida humana, la libertad, la justicia y la equidad a la hora de realizar ciertas intervenciones[2]

Si el ordenador externo está llevando a cabo todos los pensamientos, y es millones de veces más inteligente que el córtex, se tiene una nueva versión del problema sobre el control: ¿Cómo el córtex va a poder controlar el cerebro externo? El cerebro externo, con un sistema de aprendizaje por algoritmos, puede actuar de una manera impredecible y, el hecho de que el córtex esté neuronalmente conectado con este cerebro externo facilitaría al cerebro externo tomar el control del córtex. El problema del control sobre la IA sigue sin resolverse.

El concepto de performatividad de la ideología de género y el de Singularidad del transhumanismo nos permiten conectar ambas ideologías: son dos desarrollos teóricos contemporáneos que tienen como punto de convergencia la noción de la naturaleza humana como una realidad moldeable y líquida, que encuentra en el ciborg su plena realización. A este respecto se puede afirmar que comparten una misma antropología en tanto en cuanto que conciben al hombre, o mejor dicho su cuerpo, como un factor modificable. La teoría queer considera el cuerpo como la masa sexualmente indefinida a partir de la cual se puede construir el género deseado, y la ideología transhumanista prescinde del cuerpo, al concebirla naturaleza humana como una singularidad independiente en busca del mejor soporte posible.

Un claro ejemplo de la concepción transhumanista de la singularidad, como esencia compartida por todos los seres vivos, lo tenemos en la película Avatar, de James Cameron. Al nal de la película, el protagonista salva su singularidad emigrando desde su cuerpo humano a un cuerpo na’vi a través de las conexiones del árbol sagrado.[54]

El problema, que aparece al considerar la naturaleza humana como una naturaleza líquida, es que la naturaleza humana pierde todo valor ético porque deja de ser portadora de sentido para el ser humano.[55] La naturaleza humana no puede ya ser la guía de las acciones de la persona. La única brújula del obrar biotecnológico será el deseo humano, la pura voluntad de querer, persiguiendo fines que son extrínsecos a la propia naturaleza humana. Una naturaleza que queda sometida a la transformabilidad total. Esta es la profunda contradicción del transhumanismo: se respeta el deseo humano porque es humano y, por tanto libre, pero, en esta ideología, el deseo humano se vuelve contra la naturaleza de la cual ha surgido. El hombre se afirma libre, negando su naturaleza humana.[6] Es el deseo arbitrario del individuo el único motor en la modificación de su propia naturaleza. La libertad del individuo se comprende, únicamente, como la posibilidad real de llevar a la práctica sus deseos.

Algunas reflexiones

Para la corriente transhumanista, no es suficiente con la destrucción de las diferencias que delimitan la sexualidad humana, la emancipación sexual, sino que es necesario borrar los límites que la propia naturaleza ha dado al cuerpo humano, la emancipación del cuerpo biológico. Así pues, para él transhumanismo el enemigo a abatir no es solo la delimitación sexual marcada por la naturaleza sino la limitación humana marcada por la biología. Esta superación de la limitación biológica supondrá el cambio de la propia naturaleza humana la post-humana y post-género, al ciudadano ciborg.

El transhumanismo tiene una antropología que considera el cuerpo como algo que puede y debe ser modificado, lo humano como una naturaleza líquida. Lo que hace realmente peligroso al transhumanismo no son los medios que utiliza sino su planteamiento antropológico de partida: la naturaleza líquida.[6]

Los transhumanistas consideran que la naturaleza humana se puede alterar, que se puede modificar, que se puede mejorar y por tanto no es algo originario en el ser humano. La ideología de género niega que la sexualidad sea también algo dado, algo recibido y predeterminado en cada hombre y mujer. Ya J. Habermas había definido como inquietante esa “disminución de los confines entre la naturaleza que nosotros somos y la dotación orgánica que nosotros nos damos”.[56]

Ésta es la perspectiva de la Iglesia Católica cuando, al distanciarse del delirio transhumanista, presenta argumentos teleológicos y descubre “en el intento de crear un nuevo tipo de hombre una dimensión ideológica, según la cual el hombre pretende sustituir al Creador”.[57] Son muchas las razones antropológicas que impiden a los moralistas católicos acoger los planteamientos de los transhumanistas: la salvaguarda del datum humano originario, el respeto de la integridad psicofísica de la persona, la igualdad entre todos los seres humanos desde la complementariedad en la diferencia y el peligro de que“la voluntad de algunos prevalezca sobre la libertad de otros”.[57]

Frente a este peligro, la última defensa de lo verdaderamente humano, de la dignidad de la persona, de la libertad y de la democracia es la naturaleza humana, el hecho de nuestro existir en cuanto hombres y mujeres.

Solo una antropología adecuada nos permitirá no caer en la trampa del reduccionismo biológico del transhumanismo. Una antropología que permita contemplar al hombre en la totalidad de sus dimensiones, donde las estructuras y dinamismos naturales tienen importancia, en cuanto que están referidos a la persona humana y a su realización auténtica, que sólo se puede verificar en la naturaleza humana,[58] en su ser hombre y mujer.

Una antropología que pone de manifiesto la estrecha unión entre libertad y naturaleza: la libertad del sujeto debe confrontarse con la naturaleza compleja del hombre y con las estructuras naturales, incluso con el genoma, que son la base del existir humano y de su sexualidad. Una antropología que, al mismo tiempo, le recuerde al hombre que no puede prescindir de sus dinamismos naturales, del dato biológico recibido, porque prescindir de estos dinamismos significa violar el proyecto del hombre y poner en peligro su identidad como persona tal y como la conocemos.[6]

El transhumanismo no es un nuevo humanismo postmoderno y laico, como afirman sus defensores, sino un verdadero antihumanismo. Es un antihumanismo porque considera que la realización plena de la especie humana, de cada hombre y mujer, pasa por la abolición del ser humano en ese paso de la diversidad sexualal post-género,del humano al post-humano, en la búsqueda implacable del ciudadano ciborg.

Bibliografía

Otras voces

Enlaces externos

Referencias

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