Edición de «Usuario:Fjramiro/Taller»

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La limitación del esfuerzo terapéutico (LET) es la actitud adecuada frente al [[encarnizamiento terapéutico]]. Es una decisión prudencial que debe tomarse ante situaciones de enfermedad grave para elegir emprender o cesar unas terapias teniendo en cuenta los medios terapéuticos d los que se dispone. El objetivo es respetar la dignidad de la persona humana en el trance de la muerte


*
Se habla de limitación del esfuerzo terapéutico cuando se decide reducir la intensidad o el número de las medidas terapéuticas, o incluso, suspenderlas (como, por ejemplo, operaciones quirúrgicas a veces múltiples, ventilación mecánica, apoyo circulatorio, diálisis, desfibriladores o marcapasos, transfusiones de sangre, medicamentos de uso compasivo, nutrición enteral o parenteral), cuando se observa que son inoperantes o presentan una notable desproporción entre los resultados que se esperaban y los realmente obtenidos. En la vida diaria de un hospital grande, se dan con relativa frecuencia esas situaciones conflictivas, que el médico ha de resolver con competencia y recta intención, teniendo en cuenta las circunstancias propias de cada caso.


{{YouTube|lBXHv_7GUcs|"Transhumanismo"|link=no}}
La dificultad está en elaborar el juicio que lleve a esa decisión, y al resultado de parar en la aplicación de las terapias.


Un debate presente hoy en la sociedad, es la condición o el carácter personal del embrión humano. En efecto, hasta ahora hemos convenido que el embrión desde el zigoto es individuo de la especie humana y por tanto, a la luz de la filosofía clásica, posee la condición de ser humano. Se trata ahora de contestar a la pregunta de si además de individuo biológico, de ser humano, el embrión es persona. Porque ser persona implica hallarse en propiedad de una dignidad inherente a lo personal y ser sujeto de derechos y, sobre todo, de protección por la ley civil.
== Diversas soluciones ==
Para llegar a ese juicio es por lo que se elaboró la teoría de los [[medios ordinarios y extraordinarios]], o [[Proporcionalidad de los tratamientos|proporcionados y desproporcionados]], y la consideración de los medios [[Futilidad|fútiles]] (no útiles).  


Para una visión desde el cientifismo esta posibilidad es inaceptable e inconcebible : se vendría bajo -piensan- todo el edificio utilitario biotecnológico que fundamenta las relaciones hombre-mujer, el derecho al aborto y el futuro de la investigación destructiva con embriones. La codición de
En cualquier caso, es necesario reconocer que la responsabilidad primera y última del juicio ético que hay que formular pertenece, en último término al paciente en cuanto primer titular el bien personal de la vida. Naturalmente el médico también debe hacer su propio juicio ya que está implicado en las acciones que se van a llevar a cabo. En el caso en el que surja un conflicto entre la conciencia del paciente y la del médico acerca de la valoración ética de una intervención, la mejor solución es sin duda la interrupción de la alianza terapéutica establecida entre los dos al inicio de la relación de atención médica<ref>{{Cita publicación|url=|título=El principio de adecuación ética en el uso de los medios de conservación de la vida|apellidos=Calipari|nombre=Maurizio|enlaceautor=|fecha=2009|publicación=Junto al enfermo incurable y al que muere. Orientaciones éticas y operativas.|editorial=BAC|páginas=151-168|fechaacceso=|apellidos-editor=Sgreccia|nombre-editor=Elio|doi=|pmid=|isbn=978-84-220-1434-8}}</ref>.  


El debate sobre el carácter personal del embrión prejuzga un conocimiento histórico de los avatares que, en las diversas épocas de la historia, ha centrado la interpretación de la naturaleza del embrión. Las diferentes culturas establecieron interpretaciones diferentes, ontológicas y jurídicas, sobre la vida embrionaria, argumentos y contenidos que son aquí imposibles siquiera de extractar. Hoy son distintos los argumentos que se sostienen para negar condición personal al embrión.
En el ámbito de la bioética, se percibe cierto recelo, cuando no oposición abierta, en relación a la distinción entre medios ordinarios y extraordinarios como modo de decidir sobre tratamientos, y en modo particular, sobre las medidas de soporte vital<ref name=":0" />.


En lo que sigue se van a esbozar algunos criterios en torno a la condición personal del embrión, limitándolos a las reflexiones de dos eminentes filósofos españoles, presentes en el debate al que hacemos referencia y de prestigio reconocido. Asistidos por un profundo conocimiento de la filosofía clásica y siendo hombres de su tiempo, tanto Xavier Zubiri como Leonardo Polo se supieron mantener al margen de las poderosas corrientes utilitaristas de su momento histórico, y desde una metafísica auto-renovada en cada caso, contribuyeron a desvelar el complejo edificio filosófico del embrión persona. En sus argumentos y construcciones filosóficas depositamos pues el inicio de este desvelamiento de la condición antropológica del embrión precoz y por ende del feto.
=== Los tres pasos de Calípari ===
Se trata de un proceso de valoración moral en tres fases, que recoge sintéticamente su estudio de la tradición moral en relación a las distinciones mencionadas<ref>{{Cita libro|apellidos=Calipari|nombre=Mauricio|enlaceautor=|título=Curarse y hacerse curar.  Entre el abandono del paciente y el encarnizamiento terapéutico. Ética del uso de los medios terapéuticos y de soporte vital|url=|fechaacceso=|año=2007|editorial=EDUCA - Universidad Católica Argentina - UCA|isbn=978-987-620-01-41|editor=|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=}}</ref>.
* '''Primera fase''': Se evalúa la " proporcionalidad " a partir del análisis de los '''elementos de carácter técnico-médico''', o sea aquellos que mayormente se prestan a una '''evaluación objetiva''' (''disponibilidad, posibilidad técnica de empleo, eficacia médica, efectos colaterales, riesgos para la vida y la salud, alternativas terapéuticas, cuantificación de recursos necesarios'' ).  
* '''Segunda fase''': se evalúa la '''originalidad del medio''', donde se estudian aquellos aspectos que dependen más directamente de la '''subjetividad del enfermo''' (''esfuerzo requerido por parte del enfermo, dolor que no puede ser suficientemente aliviado, costos económicos que se consideran demasiado gravosos para el paciente, excesivo miedo o fuerte repugnancia ante el uso del medio, bajo índice de eficacia global percibida por el paciente, efectos que impiden el cumplimiento de deberes morales graves'' ).
* '''La tercera''' es la fase de la '''síntesis clasificatoria''', en la que se pueden encontrar cuatro escenarios:
# medios proporcionados y ordinarios;
# medios proporcionados y extraordinarios;
# medios desproporcionados y ordinarios;
# medios desproporcionados y extraordinarios.
Calipari considera los primeros obligatorios, los segundos facultativos, y los dos últimos en principio ilícitos, aunque explique que cabría alguna excepción.


a) Para Javier Zubiri, hacer metafísica implicaba un abordaje diferente de la realidad, sin duda previo a la pura razón. Las cosas, la realidad se capta no al modo clásico, como realidad «en sí» que la inteligencia es capaz de reconocer en su esencia; sino como aprehensión primordial. Las cosas son aprehendidas «de suyo». Este modo de captar la realidad rechaza que ésta pueda ser entendida en “sí misma” -que sería la obra de la razón y de la metafísica clásicas- antes bien, la captación de la realidad desde la fenomenología de Zubiri tiene siempre algo de «construcción provisional», porque la realidad “de suyo” puede captarse de forma diferente en el tiempo. Esto hace decir a Gracia que la obra de Zubiri es poco dogmática y que fue cambiando o rectificándose a lo largo de toda su vida. Desde esta percepción de la obra de su maestro, Gracia se ha abierto a nuevas formulaciones de base científica y desde los propios conceptos zubirianos ha elaborado nuevas interpretaciones del debate que nos concita, que finalizan lejanas a las que siempre había abocado el universo de Zubiri[25].
Se trata de una propuesta interesante, pues ayuda a desgranar el proceso deliberativo, separando los aspectos técnicos de aquellos más personales. En todo caso, no termina de convencer el uso que hace el texto de los términos " proporcionado " y " ordinario " desde  la perspectiva de la tradición moral, pues ambos se han utilizado siempre englobando factores objetivos y subjetivos. En todo caso el juicio que realiza el médico no es nunca la consideración teórica de una enfermedad, sino la posible actuación diagnostica y terapéutica para un paciente concreto, que conoce; y por tanto ya en esa primera valoración tienen cuenta elementos del caso concreto que son de naturaleza coyuntural. Una presentación demasiado aséptica de aspectos objetivos y subjetivos podría alejarse de la realidad clínica cotidiana<ref name=":0">{{Cita libro|apellidos=Requena Meana|nombre=Pablo|enlaceautor=|título=¡Doctor, no haga todo lo posible!. De la limitación a la prudencia terapéutica|url=|fechaacceso=|fecha=2017|editorial=Comares|isbn=978-84-9045-573-9|editor=|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=}}</ref>.


Aquí, el autor va sintetizar la doctrina zubiriana clásica sobre el embrión, que el maestro formuló hasta poco antes de morir en «Sobre el hombre»[26], la obra de madurez donde concluye sobre el carácter personal de embrión humano. Todo se había iniciado tras el abandono por Zubiri del aristotélico concepto de substancia y la elaboración de uno nuevo, fruto de su reflexión, el concepto de sustantividad, en el que no vamos a entrar. Zubiri dedicó muchas horas de reflexión a la idea de persona, de lo cual no vamos a tocar más que lo que hace referencia al embrión.
=== Beauchamp y Childress ===
En los [[Principios de ética biomédica|''Principios de ética biomédica'']], dicen que la distinción es terriblemente vaga, moralmente confusa, y  por tanto irrelevante para este tipo de decisiones, que se deben tomar ponderando los beneficios y las cargas del tratamiento para el paciente, señalando que la distinción pertinente es aquella entre medios obligatorios y opcionales<ref>{{Cita libro|apellidos=Beauchamp|nombre=T. L.|enlaceautor=|título=Principle of biomedical ethics|url=|fechaacceso=|año=2013|editorial=Oxford University Press|isbn=|editor=|nombre-editor=g|ubicación=|edición=7|página=|páginas=195-197|idioma=|capítulo=|apellidos2=Childress|nombre2=J. F.}} Citado por {{Cita libro|apellidos=Requena Meana|nombre=Pablo|enlaceautor=|título=¡Doctor, no haga todo lo posible!. De la limitación a la prudencia terapéutica|url=|fechaacceso=|año=2017|editorial=Comares|isbn=978-84-9045-573-9|editor=|ubicación=|página=141|idioma=|capítulo=}}</ref>.


Es en un momento de su reflexión que afirma» que ser persona no es en un primer plano «tener de mí esa vivencia como algo mío, sino de ser efectivamente mío». Aquí la base última de su concepción de persona: Ser una realidad sustantiva que es propiedad de sí misma»[27]. Ser realidad en propiedad es para el filosofo la primera forma de ser persona. Pero es necesario distinguir bien la expresión «ser propiedad mía». Ciertamente hay una propiedad en los actos que uno ejecuta, pero esta es una propiedad que discurre en el orden operativo, en el orden de las acciones. «Pero los actos remiten constitutivamente a las estructuras esenciales de donde emergen» afirma Zubiri (la cursiva es añadida en este documento). Por eso, en primer lugar, cuando se dice que soy una realidad en propiedad no se hace referencia exclusiva a mis actos -dice el filósofo- sino a las estructuras, en virtud de las cuales me pertenezco a mí mismo. Aquí propiedad, dice Zubiri, no es una propiedad de orden operativo, es una propiedad de orden constitutivo. Y esto es importante, porque ya nos introduce en la realidad embrionaria. «La propiedad en el orden operativo nos sitúa en el ámbito de la personalidad» -continua- «la personalidad es algo que se va configurando a lo largo de toda la vida. «Pero persona es cosa distinta” -afirma de nuevo. Y prosigue: «el oligofrénico es persona, el concebido antes de nacer es persona». En este sentido, la palabra persona no significa personalidad. Significa un carácter de sus estructuras y como tal es un punto de partida. Luego más adelante concluirá: «A este carácter estructural de la persona lo denomino personeidad, a diferencia de la personalidad». «Si en este segundo paso de la explicación, queremos precisar en qué consiste la realidad en propiedad, debemos decir que es personeidad como momento personal de las estructuras radicales del hombre. Cuando preguntamos qué es ser persona en sentido estructural, hay que referirse a la sustantividad humana y no a las presuntas sustancias que la componen».
=== President's Commission ===
En su documento de 1983 sobre las decisiones de omitir medios de sostén vital, trata de las que denomina " distinciones clásicas " (acción/omisión, querido/previsto, ordinario/extraordinario) para concluir que no se deben utilizar en el proceso decisional. Concretamente, señala que no se encuentran medios que puedan decirse " ordinarios ", en el sentido de que se deban garantizar y obligar de modo general a todos los pacientes. A continuación escribe que los encargados de tomar las decisiones para omitir un tratamiento podrán hacerlo lícitamente cuando hayan determinado que el riesgo para la muerte del paciente está justificado a la luz de todas las circunstancias<ref>{{Cita libro|apellidos=President's Commission for the Study of Ethical Problems in Medicine and Biomedical and Behavioral Research|nombre=|enlaceautor=|título=Deciding to Forego Life-Sustaining Treatment: A Report on the Ethical, Medical, and Legal Issues in Treatment Decisions |url=https://repository.library.georgetown.edu/handle/10822/796378|fechaacceso=27-03-2020|fecha=|editorial=|isbn=|editor=|ubicación=|página=|idioma=|capítulo=|año=1983}}</ref>.


Los textos de Zubiri son claros, pero él es muy consciente de que se puede volver a interpretar la persona en exclusiva relación con sus actos. Es lo que ya viene ocurriendo en nuestros días. Y se adelanta a aclarar todo equívoco. Porque efectivamente, «la sustantividad significa todas las actividades del hombre respecto a las cosas con que entra en relación». Y en este sentido es una sustantividad perfecta, que no le falta nada para ser sustantiva. «Pero es una sustantividad perfecta en orden al qué, en orden a lo que el hombre es», lo que después dirá con otras palabras, en orden al «consistir», en orden a las funciones que me confieren esa sustantividad específica en orden al qué. Pero, en la lectura fenoménica de Zubiri -en esa sustantividad en orden al qué- va envuelta latentemente la otra dimensión de la sustantividad, a saber, el hecho de que por ser sustantivo en esa forma y con ese qué yo soy una realidad y tengo en cierto modo una existencia en mí. Ahí la sustantividad no es una sustatividad en orden al qué, sino en orden al subsistir. Ser persona no consiste primariamente en el qué de la persona, en consistir. Consiste en ser propiedad en el orden del subsistir. Ser realidad en propiedad consiste precisamente en ser una realidad subsistente. El qué es aquello en que la realidad subsistente consiste. Para Zubiri, los dos conceptos de consistencia y subsistencia van unidos en ese concepto de sustantividad. Pero el filosofo lo define aún más: y afirma de ellos, de estos dos conceptos, «el que formalmente constituye la realidad personal como tipo de realidad, en tanto que realidad, es la sustantividad en orden a la subsistencia».
=== Guía del Hastings Center ===
 
Esta guía afirma que "no existen tratamientos o medidas de cura que sean intrínsecamente ordinarias o extraordinarias"<ref>{{Cita libro|apellidos=Nancy Berlinger, Bruce Jennings, Susan M. Wolf|nombre=|enlaceautor=|título=The Hastings Center Guidelines for Decisions on Life-Sustaining Treatment and Care Near the End of Life|url=https://www.thehastingscenter.org/publications-resources/books-by-hastings-scholars/the-hastings-center-guidelines-for-decisions-on-life-sustaining-treatment-and-care-near-the-end-of-life-revised-and-expanded-second-edition/|fechaacceso=|año=2013|editorial=OUP USA|isbn=|editor=|ubicación=|edición=2|página=|idioma=|capítulo=}}</ref>. Esta redacción pone el acento en el carácter único de la valoración del medio en la situación concreta, lo cual la hace particularmente acertada<ref name=":0" />.
Después, obviamente, dirá que subsistir y consistir son dos momentos distintos de la realidad y en cierto modo pueden aprehenderse el uno como distinto del otro en la percepción de las cosas. No así para él, para quien el subsistente y el consistente son idénticos. Pero no acaba aquí la definición de subsistir o subsistencia en el universo zubiriano[28]. Más adelante nos dice que subsistencia no significa individualidad, porque ésta está en el orden del qué, de lo «en que consiste», y sustantividad está en el orden del quién. La individualidad del «consistir», de lo que es, de lo que «en qué consiste» no es formalmente subsistencia. Para entender el orden del subsistir, Zubiri echa mano de la filosofía clásica, donde el subsistente es indivisum in se et divisum a quolibet alio, es lo que «es indiviso en sí y está dividido de todo lo demás». De esta definición Zubiri obtendrá dos notas para su definición, aunque esto no será suficiente. Por una parte quiere decir que en el subsistente hay cierta «clausura» (exclusión) de todo lo que no es él. El subsistente es distinto y está separado de todo lo demás. Luego, por otra, ha de ser indiviso en sí mismo. Aquí surge la diferencia entre sustancia y sustantividad. El carácter de «todo» que necesita tener la sustantividad para poder funcionar como irreductible es lo que nos acerca más al concepto de subsistencia.
 
Pero ambos momentos de subsistencia son insuficientes, el subsistente precisa de una tercera nota. No basta que sea clausurada y total, es menester también que se pertenezca a sí misma formalmente, que sea propiedad de sí misma en sentido formal y reduplicativo, porque no existen susbsistentes que no sean personales. La subsistencia, que Zubiri llama también suidad y personeidad es, pues, tener una estructura de clausura y de totalidad, junto con esa plena posesión de sí mismo en sentido de pertenecerse en el sentido de la realidad.
 
«Aquello por lo que se subsiste es la inteligencia, que es la estructura radical del hombre por la que este afronta la realidad. La realidad dotada de inteligencia es la única realidad que, como tipo de realidad, es perfectamente subsistente, porque es la única que cumple la triple condición de ser clausurada, ser total y ser una esencia que se posee a sí misma en forma de esencia abierta» Pero -insiste Zubiri- que no se entienda a la inteligencia como una especificación del subsistente, como «en lo que consiste», sino en el sentido de constitución personal del mismo. En suma, lo que Zubiri quiere mil veces dar a entender, con expresiones de su universo filosófico, es que lo que denomina personeidad en acto primo son las estructuras que confieren subsistencia, y que el acto en que se actualiza el subsistente es el acto segundo y que juntos acto primo y acto segundo constituyen la personeidad integral. Así pues, los actos los ejecuta la persona y los ejecuta «por aquello en que consiste». Pero es absurdo pensar que los actos, las acciones, son solo actos de la voluntad y de la inteligencia, afirma, negando todo dualismo. Formalmente nada más que ellos son actos personales, «pero es que el resto de los demás actos sensitivos y vegetativos constituyen, no un preámbulo, sino un ingrediente formal y constitutivo, básico y elemental de todo acto personal». Al ejecutar un acto el consistente no solamente ejecuta un contenido, sino que a la vez se actualiza el subsistente y por ello en todo acto se co-actualiza, junto al contenido, el carácter subsistente del que ejecuta el acto.
 
Este largo preámbulo sobre la personeidad conduce a la comprensión del embrión humano como persona, pero como personeidad. Para Zubiri, el hombre es una sustantividad psico-somática, es decir, un sistema intrínsecamente unitario y estructural de notas materiales que llamamos cuerpo y de unas notas psíquicas que él denomina psique. Por la fecundación se constituye por sistematización la célula germinal, el cuerpo, como él escribe exactamente. Dirá luego que solo puede haber psique cuando hay un cuerpo «de» quien es la psique, esto es, solo desde que hay célula germinal. Zubiri denominaría al zigoto de modo característico con una expresión antigua, unas veces como «célula germinal» y otras como «plasma germinal». Seguramente, enterado de las ideas del pre-embrión, Zubiri afirma: «Dejemos de lado discutir la cuestión de si la célula germinal es «ya» cuerpo humano capaz de ser cuerpo «de»…. Personalmente he pensado siempre que la psique surge en cuanto se produce la célula germinal. Todo lo que es el hombre es, está ya embrionariamente en el punto de partida. «Desde el inicio, para el filósofo, hay psique-célula germinal.
 
Evidentemente si no hay morfología específica, el «de suyo» de la realidad que contempla y aprehende el filósofo, al detenerse en el zigoto, no puede ser más que la integral de fenotipo zigoto y de la estructura informacional del código genético del que es portador y dueño. La psique[29] -dice Zubiri- no es un resultado de la actividad celular sino un momento del «plasma germinal», anterior, por tanto, a toda actividad del psiquismo. La psique es un momento constitutivo y no consecutivo del plasma germinal. La cuestión es, como vemos, redundante, e insiste sobre ella.
 
Sí es importante, retornar a lo que piensa sobre la inteligencia. De ella dice que es pura “potencia” y que por eso está en el plasma germinal no como «facultad» sino como potencia. El despliegue de la actividad de la psique es estructurante, dice, es decir, la actividad no va adquiriendo nuevas notas pero sí caracteres superiores, en un proceso gradual. El filósofo abordó en esta larga reflexión toda su experiencia sobre la realidad. Nosotros volvemos a destacar de ella el momento subsistente: La bioquímica de la célula germinal y los linajes ulteriores -lo que nosotros llamaríamos el DNA nuclear y los sustratos de la epigénesis citoplásmica y que él denominaba «quimismo»- pertenecen intrínseca y formalmente a la ejecución del acto intelectivo, volitivo, sentimental. No es que se trate de una estructura química orgánica que luego dará lugar al psiquismo, sino que se trata de que todo el quimismo no es, desde la concepción, sino tan solo un momento de una única y unitaria actividad psico-orgánica del sistema. Por lo tanto, sin entrar en más aclaraciones, el quimismo pertenece intrínseca y formalmente a la intelección, volición, etc., y recíprocamente todo lo psíquico es un momento, tan solo un momento, pero un momento efectivo, de esa actividad a la que pertenece siempre y efectivamente, hasta en sus procesos moleculares, bien que inicialmente como momento pasivo sin dominancia accional. Zubiri concluye diciendo: «Lo contrario sería, a mi modo de ver, absurdo[30]«.
 
Hay pues en el zigoto unidad de sustantividad, esto es, unidad de sistema. Hay estructuras que confieren subsistencia, hay personeidad en acto primo, hay persona. La personeidad no es un acto ni un sistema de actos, sino que es forma de realidad humana, ejecute o no ejecute actos, y en todo caso es «anterior» a la ejecución de actos de naturaleza psíquica. El embrión humano no necesita alcanzar una fase tardía de la organogénesis y de desarrollo cerebral, que permita a la ciencia captar actividad psíquica, esbozalmente cognitiva, para que se le reconozca suficiencia constitucional, para ser ya persona, en suma -porque mil veces lo afirma el filósofo- porque posee la subsistencia desde la constitución del zigoto.
 
La sustantividad exige el sistema soma y el sistema psique, y ambos están ya de modo real en el zigoto, porque el plasma germinal -como él lo llamaba- es ya un sistema psico-orgánico. Se presupone la suficiencia constitucional. Zubiri y el discurso de Zubiri dejan claro cómo pensó siempre. El zigoto, el plasma germinal, posee suficiencia constitucional, porque la inteligencia no está adscrita primeramente al cerebro sino al plasma germinal. El zigoto posee carácter de persona, es persona como personeidad.
 
Bien claro, sin embargo, que no es lo mismo para Zubiri el carácter personal de un proceso bioquímico, que el carácter personal de un acto, por ejemplo, de opción. Porque tener «carácter personal» no significa ser «acto personal». Un proceso bioquímico del zigoto es de carácter personal sólo porque quien lo ejecuta es una realidad personal. Los procesos químicos del DNA nuclear y los cambios en los sustratos epigenéticos intracelulares del zigoto -que ya vimos con anterioridad- expresan carácter personal porque «quien» los ejecuta es una realidad personal, es decir, persona como personeidad.
 
Pero la concepción personal del zigoto en Zubiri no queda en lo anterior. Para su concepción integral de persona como personeidad y personalidad, el filósofo no elude e incluso destaca también la realidad del «yo» en el plasma germinal. Para él, el yo no es personeidad sino «personalidad». Es, como él dice, la máxima suidad: no solo soy mío (personeidad) sino que hago de mí lo que quiero ser (personalidad, yo). El «yo», la personalidad, es la actualidad (actualización) de mi realidad personal en el mundo. Durante la etapa embrionaria, actos anteriores a la intelección van configurando la psique, la cual está en actividad no accional sino «pasiva». En este sentido, desde la concepción existe pues un «yo», no ciertamente pasivo, afirma Zubiri, sino un «Yo en pasividad» y sus determinaciones naturales son una personalidad pasiva. Pero estas reflexiones del universo zubiriano, con estar impregnadas del magnetismo de su discurso, interesan ya menos al objetivo de este trabajo y han de quedar en este punto.
 
b) Conocedor de la metafísica de Zubiri, aunque más cercano a la metafisica de Tomás de Aquino, Leonardo Polo -ya en posesión de claves biológicas de las que Zubiri no dispuso- ha llegado a establecer un nuevo y renovador fundamento filosófico sobre el carácter personal del embrión. Subyace Polo en las reflexiones conceptuales de López Moratalla[31], de quien recogemos aquí la aplicación embriológica de su pensamiento. Para López Moratalla, y basándose en la Antropología trascendental de Polo, la condición de persona supone la inserción intrínseca de «indeterminación» en los procesos biológicos de cada individuo concreto, de cada «quien». Dicho de otro modo, los grados de indeterminación abiertos en el dinamismo de los procesos intracelulares -mal conocidos aún, e interpretados a través del concepto de «caos» y en biología del desarrollo como epigénesis regulativa-, expresan la inserción de «libertad» en el dinamismo de la vida biológica de cada individuo concreto, de cada ser humano. La aportación fundamental de Polo a la embriología humana se puede resumir así: el dinamismo constituyente del hombre -en cuanto vida como un «yo» humano- indetermina el dinamismo constituyente de la vida en cuanto organismo biológico; de esta forma el ser humano se constituye en un viviente inespecializado, liberado del automatismo propio de lo biológico[32].
 
Muy en su núcleo, esto es lo especifico de la realidad hombre, que desde el principio de la existencia inserta, también en lo meramente biológico, grados de libertad e indeterminación que posee por ser personeidad, es decir, por ser persona. Cada hombre está en posesión de una unidad intrínseca e inseparable de «vida biológica» -con las propiedades emergentes de la epigénesis- y «vida biográfica», caracterizada por un dinamismo emergente y un despliegue de acciones propio del «sí mismo» y no genérico de la especie humana. Pero estos dos dinamismos -el propio de la vida biográfica y el propia de la vida biológica- no son paralelos, antes bien convergen, divergen o se solapan, puesto que se influyen mutuamente y están abierto a coincidir o divergir. Esto es así porque la emisión del mensaje genético del ser humano individual, a lo largo de su existencia en la tierra, está indeterminado respecto del fin biológico del vivir. Esto hace decir al filósofo que el mensaje genético es algo «inherente» siempre y no mera información emergente; y que ordena la información a la libertad. Es decir, indetermina la emisión en cuanto a la mera vida corporal y la ordena hacia el fin propio personal; así pues, se entiende que la vida humana de cada persona sea susceptible de «asumir» o de «liberarse» de las determinaciones estrictamente biológicas.
 
En suma, «con la aparición de un viviente con fenotipo zigoto humano se constituye una realidad nueva con operatividad no solo propia de la vida biológica que allí acciona, sino y además potenciada en el nivel de hombre. Puesto que la dotación heredada y la información epigenética configuran un viviente que es indeterminado respecto a su fin biológico, la diferencia radical entre seres vivos y cada una de las personas se debe hallar en el orden del ser: el ser del hombre es ser personal. Por la apertura del ser personal cada hombre no esta medido por la vida biológica. La persona humana no es la vida sino el “viviente”. «Es el carácter de persona lo que potencia, eleva, indetermina y libera del sometimiento de lo biológico. La emisión del programa genético del hombre está indeterminado en tanto que está abierto a incorporar la información que procede de su relacionabilidad a la emisión del programa.» Por lo tanto -afirma López Moratalla- «aquello que es específico del ser humano (la apertura) ha de estar intrínsecamente insertado en la dinámica de la epigénesis misma de cada individuo. En cuanto se inicia un viviente humano (una realidad material tiene la configuración propia del fenotipo zigoto humano, o dicho de otro modo, se inicia la emisión de un nuevo mensaje genético humano) existe un ser personal.


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