Casuística

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La palabra “casuística” procede del latín (casus), fue acuñada en el siglo XVII para describir peyorativamente la práctica que en la teología cristiana era conocida como “casos de conciencia” (casus constientiae)[1].

La definición que recoge el famoso Dictionnaire de Théologie Catholique(1910), dice que se trata de:

una ciencia de aplicación, que apoya sobre principios y conclusiones sólidamente establecidos en otras partes de la teología moral, o en la apologética moral» [2].

Poco antes, el mismo texto explica que su objeto inmediato es la aplicación de las conclusiones teológicas a casos determinados y concretos. Vemos, por tanto, que la palabra clave en estas citas es aplicación. Tiene su importancia porque este modo de concebir la casuística cambiará con el paso del tiempo.

Pocos años después de la publicación del Dictionnaire, en 1927, el obispo de Oxford, Kenneth E. Kirk, publicó Conscience and its Problems. An Introduction to Casuistry. En sus casi cuatrocientas páginas, el libro de Kirk hace un repaso de los problemas de conciencia y su relación con el análisis casuístico; concluyendo que, aunque ha existido un abuso en el empleo de la casuística, no toda casuística ha sido un abuso[3]. En él se habla de la casuística como de una ciencia. Sin embargo podemos observar ya un inicio de su cambio semántico. Escribe que la casuística es

la ciencia que trata con “casos” de conciencia; y un “caso”, ya sea de conciencia o en ámbito legal, es una colección de circunstancias imprevisibles —un nuevo ejemplo—,con respecto a situaciones que los principios de conducta o la ley no han definido[4].

Más adelante escribe que su finalidad primera no es la definición, interpretación y aplicación de los principios de conducta, sino descubrir aquellos métodos a través de los cuales esos principios puedan ser correctamente interpretados y aplicados cuando sea necesario, o se consiga superar un conflicto en torno al principio [5]. Es posible observar que en este caso se utiliza también el término “aplicación”, pero queda desplazado de su antigua posición central. Resulta bastante claro que no se trata de una aplicación en sentido matemático o físico, sino de un modo de profundizar en el conocimiento de un principio moral con el fin de resolver el problema concreto que se plantea.

La última edición del libro de Kirk, viene introducida por unas palabras de David H. Smith con las que intenta explicar al lector de finales del siglo XX el ámbito en el que se debe situar el texto. Habla de cuatro atributos de la casuística:

  1. El centro de gravedad se sitúa en la resolución de casos específicos, más que en cuestiones conceptuales.
  2. Una nota característica es la importancia que da a la responsabilidad personal.
  3. Se subraya el uso que se hace de casos previos, paradigmas o analogías: los puntos de referencia para la valoración de los nuevos casos son los juicios anteriores más que principios abstractos.
  4. La casuística se sitúa siempre dentro de una tradición identificable, a la que puede atribuirse una cierta concepción moral.

Si se toma ahora un autor contemporáneo, como Hugo A. Bedau, se observa que hay una total ruptura con el modo en que se concebía la casuística en el Dictionnaire. Al hacer un rápido recorrido histórico de la casuística, este autor reconoce que ha sido entendida como «una rama de la ética aplicada»[6]. Su visión es muy distinta. En la introducción del libro escribe claramente que la casuística ha sido frecuentemente malentendida, como si se tratara de la aplicación de un principio ético a un caso particular. Sin embargo, los principios vienen después de los casos. Es todo lo contrario a un modelo deductivista o de aplicación. Se trata más bien de una estrategia inductiva o como se suele describir actualmente del tipo bottom-up.

Similar a esta última concepción de la casuística es la que encontramos en las definiciones de la Encyclopedia of Bioethics y en la Encyclopedia of Applied Ethics. En la primera, la voz “casuística” fue encargada a Jonsen: la define como «el método de análisis y resolución de cuestiones morales complejas, a través de la interpretación de las reglas morales generales a la luz de circunstancias particulares» [7]. En la segunda, de Mark Kuczewski, podemos leer que la casuística es un «razonamiento basado en el caso, o cualquier método de investigación conducido por los casos más que por la teoría»[8].

Es de destacar, por una parte, que ambas definiciones emplean la palabra “método” para referirse a la casuística, separándose de aquella caracterización como “ciencia”, que se encontraba tanto en el Dictionnaire como en el libro de Kirk. Por otro lado, como señala Jonsen un poco más adelante en ese mismo artículo,

a los casuistas modernos no les gusta que se describa la casuística como “ética aplicada”, ya que rechazan explícitamente que una teoría ética deba ser elaborada para después ser “aplicada a” las circunstancias de un caso»[9].

Jonsen y Toulmin, compartiendo un concepto similar al de Bedau, en realidad están queriendo volver a la casuística de los siglos XV y XVI. Y situaciones similares se producen en otros autores de la Casuística (Bioética)

Al estudiar los diferentes autores de la “nueva casuística” se ve que no todos hacen referencia a un concepto unívoco del término[10], sino más bien un modo vago de valorar algunas cuestiones que, al no tener una significación moral clara, se han de juzgar según el caso. Complica este estudio el carácter peyorativo con el que frecuentemente se utiliza el término, tanto en el lenguaje común, como en una parte de la literatura especializada.

Otros voces sobre la casuística[editar | editar código]

Bibliografía[editar | editar código]

Referencias[editar | editar código]

  1. Kuczewski, M.G (1988). Encyclopedia of Applied Ethics. p. 424. 
  2. Vacant, A. (1910). Dictionnaire de Théologie Catholique. París: Letouzey et Ane. 
  3. Keenan, J.F. (1995). T.Shannon, ed. The Context of Casuistry. Washington: Georgetown University Press. p. 9. 
  4. Kirk, K.E. (1999). Conscience and its Problems. An Introduction to Casuistry. Westminster John Knox Press. p. 109. 
  5. Kirk, K.E. (1999). Conscience and its Problems. An Introduction to Casuistry. Wstminster John Knox Press. p. 111. 
  6. Bedau, H.A. (1997). Making Mortal Choices: Three Exercises in Moral Casuistry. New York: Oxford University Press. p. 101. 
  7. Jonsen, A.R. Abuse of Casuitry. p. 334. 
  8. Kuczewski, M.G. Encyclopedia of Applied Ethics. p. 423. 
  9. Jonsen, A.R. Abuse of Casuitry. p. 349. 
  10. Kuczewski, M.G. (1988). Encyclopedia of Applied Ethics. Academic Press. p. 423.