El abuso de la casuística

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Paradójicamente, el punto de partida de Albert R. Jonsen y Stephen Toulmin para proponer la recuperación del estudio de la casuística, y de su posible uso en ámbito clínico, es el mismo de Beauchamp y Childress: la ya conocida National Commission for the Protection of Human Subjects of Biomedical and Behavioral Research[1].


Libro The Abuse of Casuistry


Jonsen y Toulmin fueron miembros de la Comisión, y con ocasión de aquellos trabajos constataron que, aunque los once componentes de dicho grupo no coincidían en cuanto a planteamientos éticos globales, eran capaces de ponerse de acuerdo al examinar algunas cuestiones particulares. Fue entonces cuando creció su interés por el estudio de la moral a partir de los casos, a diferencia de la tendencia general en los años Setenta, que consideraba las cuestiones morales englobándolas siempre dentro de una teoría ética concreta y bien definida [2].

Sus investigaciones les condujeron a la gran tradición casuística presente en la Teología moral católica durante varios siglos, y en ella centraron su atención. El resultado de estas investigaciones fue el libro The Abuse of Casuistry que apareció en 1988.Se trata de un texto sobre la historia de la casuística, sus orígenes, su época de esplendor y su crisis, hasta la casi desaparición del ámbito de la enseñanza de la moral. Al final de este repaso los autores esbozan un posible camino para recuperar esta herramienta de razonamiento que, a su parecer,es preferible a otras propuestas actuales de ética aplicada.

El libro toma título de una frase de aquel otro del obispo de Oxford, Kenneth E. Kirk, Conscience and its Problems. An Introduction to Casuistry, publicado en 1927. Es el último que Jonsen y Toulmin encontraron sobre esta materia. En sus casi cuatrocientas páginas, el libro de Kirk hace un repaso de los problemas de conciencia y su relación con el análisis casuístico; concluyendo que, aunque ha existido un abuso en el empleo de la casuística, no toda casuística ha sido un abuso[3].

El objetivo que Jonsen y Toulmin se fijaron a la hora de escribir su libro fue despertar el interés por la casuística y fomentar un cierto debate sobre su utilidad en el panorama actual. Podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que lo han conseguido ampliamente [4].Son muchos los trabajos que en estos quince años han aparecido sobre la “nueva casuística” (neo-casuistry), como en ocasiones la denomina Jonsen, e innumerables los artículos que aplican su método a la resolución de cuestiones de bioética. La razón por la que hemos escogido The Abuse of Casuistry como libro de referencia, aun sin ser un texto específicamente de bioética,está en el hecho de que resulta difícil encontrar un sólo artículo que trate de la casuística en bioética y no lo cite [5].

A pesar de la mala fama que tenía, y sigue teniendo, el término “casuística” en algunos ámbitos de la filosofía moral y también en el lenguaje común, estos autores han querido resucitarla manteniendo provocativamente ese mismo título [6].La razón está en que con el estudio realizado pudieron comprobar lo que al inicio era sólo una intuición, una hipótesis de trabajo: «la casuística histórica representa un camino completo para pensar los problemas morales y su mala reputación apareció por el abuso de su método»[7].

Como tendremos ocasión de ver más adelante, se trata de la reacción ante el predominio de una ética que durante muchos años estuvo demasiado centrada en las teorías morales y en sus cuestiones epistemológicas. Cuestiones que se han englobado bajo el término “metaética".y que han visto con un cierto desprecio los problemas morales específicos, como si se tratara de un universo caótico, poco sistemático en el cual no valiera la pena centrar demasiados esfuerzos[8].Este ambiente llegó en los años Sesenta a un interés casi exclusivo por las cuestiones de fundamentación y sistematización. Según el recorrido histórico realizado por Toulmin aparecieron entonces dos grandes grupos de autores de ética: los dogmáticos y los relativistas. Su estudio concluye que en este panorama la medicina salvó la ética porque la «obligó a volver al caso»[9].

Antes de adentrarnos en el contenido del libro, queremos insistir en que, a diferencia de aquél de Beauchamp y Childress, el de Jonsen y Toulmin no es un texto de ética biomédica, sino de historia de la ética. La propuesta que allí se hace se ha aplicado después al campo específico de la medicina, la economía, la ética política, etc. En este segundo momento, de carácter aplicativo, es Jonsen el que ha contribuido de manera más decisiva, ya que son pocos los trabajos de Toulmin. Por tanto, lo que en Principles of Biomedical Ethics estaba unido (las cuestiones generales de su propuesta ética y su aplicación al campo médico), aquí lo estudiaremos dividido en dos partes. Por un lado, la recuperación de la casuística para cualquier ética aplicada; y posteriormente, su uso en el campo bioético, sobre todo a partir de los escritos de Jonsen.

¿Existe una alternativa a la tiranía de principios?

Los principios en la bioética han conseguido la supremacía en el estudio de los problemas bioéticos particulares. Jonsen y Toulmin, que están interesados fundamentalmente en la decisión moral concreta y no en la abstracta teoría de la experiencia moral, hablan de una “tiranía de los principios”. Según ellos, con suma facilidad los principios caen en un rigorismo tiránico al intentar generalizar las reglas, dejando de lado importantes matices de los casos [10].

Pero, ¿existe realmente una alternativa? La respuesta de Jonsen y Toulmin en las primeras páginas del libro es positiva. «La experiencia humana ha desarrollado hace ya tiempo una serie de procedimientos razonables y efectivos para la resolución de los problemas morales que aparecen en las situaciones particulares de la vida real. Estos procedimientos se conocen como “casuística”, y aquellos que los emplean profesionalmente, “casuistas”» [11].Podríamos decir que el libro es una respuesta a la pregunta sobre la alternativa. Su objetivo, con palabras de Wildes, es doble: de una parte mostrar la relación entre los principios y los casos concretos; y de otra, establecer la primacía de éstos últimos [12].

El punto de partida del libro es la presentación del interminable debate en torno al aborto. Llevamos muchos años viendo cómo las diferentes posturas chocan sin llegar a conseguir acercamiento alguno. Se hace por tanto necesario buscar un acuerdo a un nivel distinto del de los principios o las teorías morales. Este acuerdo puede hallarse, en mayor o menor medida, a través del método casuista. Pero, ¿sobre qué presupuestos se basa? Nuestros autores presentan como punto central del discurso ético la experiencia de que el conocimiento moral es particular [13].

Y junto a eso, la distinción aristotélica entre conocimiento teórico o especulativo y conocimiento práctico. La ciencia ética pertenece a éste segundo tipo; y, por lo tanto, no trata de conseguir el rigor propio de la geometría, sino la valoración aproximada de la medicina. Es frecuente en Jonsen y Toulmin la referencia a la analogía entre el conocimiento médico y el ético: ambos llegan siempre a un juicio “razonable”, más que a un juicio “exacto[14].

La casuística se propone como un punto intermedio entre el “absolutismo” de la teoría moral y el “relativismo” que podría resultar al considerar la falta de acuerdo entre esas mismas teorías [15].Seguiría la vía aristotélica entre el relativismo de los sofistas de su época, y el absolutismo con que Platón los rebate [16].En consecuencia, se puede decir que el intento de Jonsen y Toulmin,como del resto de los autores de la nueva casuística, no es el de construir una nueva teoría moral, sino proponer un buen subsidio a las ya existentes [17].Esto no significa una opción por el situacionismo al que han llegado otros: la casuística que proponen no considera los casos aisladamente, sino en relación unos con otros. Además, a diferencia de los que han caído en el situacionismo, tiene en cuenta los principios morales [18].

Estamos hablando de la alternativa a la “tiranía de los principios”.Pero quizá se podría formular de otro modo, teniendo en cuenta lo que hay detrás de los principios: la casuística aparece como alternativa a un modo concreto de llegar a la toma de decisiones(decision making).Es éste, ciertamente, uno de los puntos claves en la propuesta de nuestros autores. En el texto citado poco antes se hablaba de un conjunto de herramientas para «la resolución de los problemas morales que aparecen en las situaciones particulares de la vida real». Jonsen y Toulmin, como Beauchamp y Childress están preocupados con la resolución de los problemas morales, y sus propuestas se centran en este punto [19].

El término "casuística": entre ciencia de aplicación y método de análisis y resolución de casos.

Tras esta breve presentación del origen y el objeto del libro The Abuse of Casuistry, dejamos momentáneamente a sus autores para detenernos también brevemente en el término “casuística”, ya que hasta ahora se ha utilizado como si su significado fuera claro y no necesitara de mayor explicación. Sin embargo, al estudiar los diferentes autores de la “nueva casuística” nos damos cuenta que no todos hacen referencia a un concepto unívoco del término[20]sino más bien un modo vago de valorar algunas cuestiones que, al no tener una significación moral clara, se han de juzgar según el “caso”. Complica este estudio el carácter peyorativo con el que frecuentemente se utiliza el término, tanto en el lenguaje común, como en una parte de la literatura especializada.

Nos parece por eso útil dar alguna indicación al respecto, antes de pasar al recorrido histórico que presentan en su libro Jonsen y Toulmin. No pretendemos hacer un estudio exhaustivo del concepto en el ámbito de la historia del pensamiento moral. Nos conformamos con presentar algunas indicaciones de autores que se han dedicado a su estudio.

La palabra “casuística” procede del latín (casus), fue acuñada en el siglo XVII para describir peyorativamente la práctica que en la teología cristiana era conocida como “casos de conciencia” (casus constientiae)[21].

Dado que nuestros autores hacen continua referencia a la casuística propia de la tradición moral católica, nos ha parecido conveniente comenzar este camino de aproximación conceptual por la definición que recoge el famoso Dictionnaire de Théologie Catholique(1910), donde podemos leer que se trata de «una ciencia de aplicación, que apoya sobre principios y conclusiones sólidamente establecidos en otras partes de la teología moral, o en la apologética moral» [22].Poco antes, el mismo texto explica que su objeto inmediato es la «aplicación de las conclusiones teológicas a casos determinados y concretos». Vemos, por tanto, que la palabra clave en estas citas es “aplicación”. Tiene su importancia, porque como veremos, este modo de concebir la casuística cambiará con el paso del tiempo.

Pocos años después de la publicación del Dictionnaire, en el libro de Kirk ya citado (1927), encontramos una definición similar donde se habla de la casuística como de una ciencia. Sin embargo podemos observar ya un inicio de su cambio semántico.Escribe que la casuística es «la ciencia que trata con “casos” de conciencia; y un “caso”, ya sea de conciencia o en ámbito legal, es una colección de circunstancias imprevisibles —un nuevo ejemplo—,con respecto a situaciones que los principios de conducta o la ley no han definido» [23].Más adelante escribe que su finalidad primera no es la definición, interpretación y aplicación de los principios de conducta, sino descubrir aquellos métodos a través de los cuales esos principios puedan ser correctamente interpretados y aplicados cuando sea necesario, o se consiga superar un conflicto en torno al principio [24]Vemos que en este caso se utiliza también el término “aplicación”, pero queda desplazado de su antigua posición central. Resulta bastante claro que no se trata de una aplicación en sentido matemático o físico, sino de un modo de profundizar en el conocimiento de un principio moral con el fin de resolver el problema concreto que se plantea.

La última edición del libro de Kirk, viene introducida por unas palabras de David H. Smith con las que intenta explicar al lector de finales del siglo XX el ámbito en el que se debe situar el texto. Habla de cuatro atributos de la casuística, que nos pueden servir para entender mejor el terreno en el que nos movemos. Por una parte, escribe que el centro de gravedad se sitúa en la resolución de casos específicos, más que en cuestiones conceptuales. Otra nota característica es la importancia que da a la responsabilidad personal. En tercer lugar subraya el uso que se hace de casos previos, paradigmas o analogías: los puntos de referencia para la valoración de los nuevos casos son los juicios anteriores más que principios abstractos. Finalmente, indica que la casuística se sitúa siempre dentro de una tradición identificable, a la que puede atribuirse una cierta concepción moral.

Si tomamos ahora un autor contemporáneo, como Hugo A. Bedau, vemos que hay una total ruptura con el modo en que se concebía la casuística en el Dictionnaire. Al hacer un rápido recorrido histórico de la casuística, este autor reconoce que ha sido entendida como «una rama de la ética aplicada»[25].Su visión es muy distinta. En la introducción del libro escribe claramente que la casuística ha sido frecuentemente malentendida, como si se tratara de la aplicación de un principio ético a un caso particular.Sin embargo, los principios vienen después de los casos. Es todo lo contrario a un modelo deductivista o de aplicación. Se trata más bien de una estrategia inductiva o como se suele describir actualmente del tipo bottom-up.

Similar a esta última concepción de la casuística es la que encontramos en las definiciones de la Encyclopedia of Bioethics y de la Encyclopedia of Applied Ethics. En la primera, la voz “casuística” fue encargada a Jonsen: la define como «el método de análisis y resolución de cuestiones morales complejas, a través de la interpretación de las reglas morales generales a la luz de circunstancias particulares» [26]. En la segunda, de Mark Kuczewski, podemos leer que la casuística es un «razonamiento basado en el caso, o cualquier método de investigación conducido por los casos más que por la teoría»[27].

Es de destacar, por una parte, que ambas definiciones emplean la palabra “método” para referirse a la casuística, separándose de aquella caracterización como “ciencia”, que encontrábamos tanto en el Dictionnaire como en el libro de Kirk. Por otro lado, como señala Jonsen un poco más adelante en ese mismo artículo, «a los casuistas modernos no les gusta que se describa la casuística como “ética aplicada”, ya que rechazan explícitamente que una teoría ética deba ser elaborada para después ser “aplicada a” las circunstancias de un caso»[28].

Aunque, como decíamos antes, la cuestión conceptual sobre la casuística se puede complicar y enriquecer ampliamente, nos parece que estas breves indicaciones pueden bastar para intuir el cambio semántico de la palabra a lo largo del tiempo, y cómo la acepción que suele ser habitual dentro del ambiente de la nueva casuística es diversa a la que encontramos en otras épocas. Esta información, de una parte, nos ayuda a comprender mejor el contenido de los siguientes apartados, pero de otra, complica la cuestión, ya que Jonsen y Toulmin, compartiendo un concepto similar al de Bedau, en realidad están queriendo volver a la casuística de los siglos XV y XVI.

Notas

  1. Wildes, K.W. (2000). Moral Acquaintances. Methodology in Bioethics. Notre Dame: University of Notre Dame Press. 
  2. Demarco, J.P.; R.M Fox (1982). «New Directions in Ethics». Perspectives in Biology and Medicine (25): 736-50. 
  3. Keenan, J.F. (1995). T.Shannon, ed. The Context of Casuistry. Washington: Georgetown University Press. p. 9. 
  4. Gillon, R. (1988). Encyclopedia of Applied Ethics. San Diego: Academic Press. pp. 423-24. 
  5. Jensen, N.K. (2003). «Something about the History and Future Use of Casuistry». Dan Medicinhist Arbog: 193-210. 
  6. Jonsen, A.R. (1995). «Casuistry: an Alternative or Complement to Principles?». Kennedy Institute of Ethics Journal 5: 240. 
  7. Casuistry: an Alternative or Complement to Principles?. 1995. p. 239. 
  8. Jonsen, A.R. Abuse of Casuitry. p. 108. 
  9. Toulmin, S. (1986). How Medicine Saved the Life of Ethics. New York: Routledge and Kegan Paul. p. 103. 
  10. Mackler, A.L. (1992). Cases an Judgments in Ethical Reasoning. An Appraisal of Contemporary Casuistry and Holistic Model for the Mutual Support of Norms and Case Judgments. University of Microfilms International. p. 147. 
  11. Jonsen, A.R. W. T. REICH, ed. Encyclopedia of Bioethics. p. 348. 
  12. Wildes, K.W. Moral Acquaintances. Methodology in Bioethics. p. 83. 
  13. Shannon, T. (1995). The Context of Casuistry. Georgetown University Press. p. 16. 
  14. Grodin, M.A (1995). Meta Medical Ethics. Dordrech: Kluwer Academic Publishers. p. 19. 
  15. Wildes, K.W. Moral Acquaintances. Methodology in Bioethics. p. 83. 
  16. Mackler, A.L. (1992). Cases an Judgments in Ethical Reasoning. An Appraisal of Contemporary Casuistry and Holistic Model for the Mutual Support of Norms and Case Judgments. p. 144. 
  17. Wildes, K.W. Moral Acquaintances. Methodology in Bioethics. p. 87. 
  18. Miller, R.B (1996). Casuistry and Modern Ethics. Chicago: University of Chicago Press. p. 22. 
  19. Iltis, B.A. (2000). «Bioethics as Methodological Case Resolution: Specification, Specified Principlism and Casuistry». The Journal of Medicine and Philosophy (25): 272. 
  20. Kuczewski, M.G. (1988). Encyclopedia of Applied Ethics. Academic Press. p. 423. 
  21. Kuczewski, M.G (1988). Encyclopedia of Applied Ethics. p. 424. 
  22. Vacant, A. (1910). Dictionnaire de Théologie Catholique. París: Letouzey et Ane. 
  23. Kirk, K.E. (1999). Conscience and its Problems. An Introduction to Casuistry. Westminster John Knox Press. p. 109. 
  24. Kirk, K.E. (1999). Conscience and its Problems. An Introduction to Casuistry. Wstminster John Knox Press. p. 111. 
  25. Bedau, H.A. (1997). Making Mortal Choices: Three Exercises in Moral Casuistry. New York: Oxford University Press. p. 101. 
  26. Jonsen, A.R. Abuse of Casuitry. p. 334. 
  27. Kuczewski, M.G. Encyclopedia of Applied Ethics. p. 423. 
  28. Jonsen, A.R. Abuse of Casuitry. p. 349.