Diferencia entre revisiones de «Persona»

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Esta misma enseñanza constituyó el subsuelo intelectual de toda la reflexión teológica desde santo Tomás de Aquino. En efecto, el Aquinate parte de la definición de la persona según ''Boecio,'' si bien acentúa el aspecto íntimo de la misma. Por eso no habla de "algo" (''quid''), sino de "alguien" (''aliquis'', ''quis''). De aquí la interpretación del "prosopon" como "suppositum" o "sujectum"
Esta misma enseñanza constituyó el subsuelo intelectual de toda la reflexión teológica desde santo Tomás de Aquino. En efecto, el Aquinate parte de la definición de la persona según ''Boecio,'' si bien acentúa el aspecto íntimo de la misma. Por eso no habla de "algo" (''quid''), sino de "alguien" (''aliquis'', ''quis''). De aquí la interpretación del "prosopon" como "suppositum" o "sujectum"
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Revisión del 19:07 10 feb 2014

La riqueza del ser de la persona no es fácil conceptuarla. Para la Filosofía y la Teología es clásica la definición de Boecio:"Sustancia individual de naturaleza racional". Más simplemente sin empeñarse en definirla, el DRAE la califica brevemente: "Individuo de la especie humana".Es decir, persona es cada hombre y cada mujer que son generados, nacen y pisan este mundo en que vivimos.

Origen del concepto

Originariamente, "persona" deriva de la nomenclatura del teatro; en concreto, de la "máscara" que caracterizaba a un personaje determinado, pues "per-sonaba", es decir, "sonaba" o mejor "resonaba" la voz en la concavidad de la máscara que el actor se colocaba en el rostro para representar al personaje en cuestión. En la lengua griega, el término para designar a la persona era "prósôpon", que los latinos tradujeron por "persona", y así pasó sin cambio fonético alguno al español.

Más tarde, en la teología cristiana, el concepto de "persona" fue usado con profusión para tratar de explicar el Misterio Trinitario y la realidad humano-divina de Jesucristo. Es evidente que el término "persona" ayudó a esclarecer nocionalmente el misterio de la Santísima Trinidad, en la unidad de su naturaleza y en la trinidad de personas. Asimismo, fue un apoyo intelectual a los teólogos y a los Concilios para definir las verdades en torno a Jesucristo: una persona, pero con doble naturaleza, humana y divina.

Esta misma enseñanza constituyó el subsuelo intelectual de toda la reflexión teológica desde santo Tomás de Aquino. En efecto, el Aquinate parte de la definición de la persona según Boecio, si bien acentúa el aspecto íntimo de la misma. Por eso no habla de "algo" (quid), sino de "alguien" (aliquis, quis). De aquí la interpretación del "prosopon" como "suppositum" o "sujectum"

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