Edición de «Acto moral»

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== Introducción ==
== Introducción ==
Para la [[Que es la Bioética (definición)|bioética]] es esencial considerar con cuidado la moralidad que permite guiar las acciones que tienen como objeto la vida física del hombre. Es esencial para el conocimiento de sí misma. Muchas veces se ha comprendido la moral como un principio negativo que señala simplemente unos límites que no se pueden traspasar, pero esta es una visión inadecuada para la bioética. La moral serviría para '''enunciar''' unos '''preceptos''' '''negativos''' que permitirían '''determinar''' lo '''inmoral''' y el resto del campo de la acción sería el de la libertad. Este modo de comprender la moral es el denominado legalismo: el fin de la moral es la determinación de la ley, el papel de la libertad en la moral es su obligado cumplimiento.  
Para la bioética es esencial considerar con cuidado la moralidad que permite guiar las acciones que tienen como objeto la vida física del hombre. Es esencial para el conocimiento de sí misma. Muchas veces se ha comprendido la moral como un principio negativo que señala simplemente unos límites que no se pueden traspasar, pero esta es una visión inadecuada para la bioética. La moral serviría para '''enunciar''' unos '''preceptos''' '''negativos''' que permitirían '''determinar''' lo '''inmoral''' y el resto del campo de la acción sería el de la libertad. Este modo de comprender la moral es el denominado legalismo: el fin de la moral es la determinación de la ley, el papel de la libertad en la moral es su obligado cumplimiento.  


Esta es la visión que ha predominado al menos durante los últimos trescientos años y que se ha visto muy poco adecuada para la bioética. Esta disciplina nace de un ambiente científico heredero de una tradición que ha ido rompiendo concepciones antiguas e insuficientes sobre el mundo de la naturaleza física que se imponían de una forma más o menos dogmática, por lo que, para el avance de la ciencia era necesario ir más allá de lo simplemente permitido. La técnica ha debido ejercer el papel de trasgresora de muchas leyes supuestas. Es más, este papel de la técnica actualmente se considera como ligado a la libertad. Es así como el hombre ha alcanzado poco a poco nuevas posibilidades antes desconocidas y que han reportado un beneficio inmenso a la humanidad. La conclusión emerge diáfana: sería una verdadera '''inmoralidad''' a nivel '''social''' el '''impedir''' el '''desarrollo''' de estas posibilidades '''técnicas''', por motivos poco claros o, como mínimo, discutidos.
Esta es la visión que ha predominado al menos durante los últimos trescientos años y que se ha visto muy poco adecuada para la bioética. Esta disciplina nace de un ambiente científico heredero de una tradición que ha ido rompiendo concepciones antiguas e insuficientes sobre el mundo de la naturaleza física que se imponían de una forma más o menos dogmática, por lo que, para el avance de la ciencia era necesario ir más allá de lo simplemente permitido. La técnica ha debido ejercer el papel de trasgresora de muchas leyes supuestas. Es más, este papel de la técnica actualmente se considera como ligado a la libertad. Es así como el hombre ha alcanzado poco a poco nuevas posibilidades antes desconocidas y que han reportado un beneficio inmenso a la humanidad. La conclusión emerge diáfana: sería una verdadera '''inmoralidad''' a nivel '''social''' el '''impedir''' el '''desarrollo''' de estas posibilidades '''técnicas''', por motivos poco claros o, como mínimo, discutidos.


Si se impone esta visión, parece que la técnica sirve para ampliar capacidades al hombre y la ética para cortarlas. La técnica, entonces, comienza a mirar a la ética como una invitada incómoda que, a partir de unos principios extraños y ajenos a la [[vida]], impone unas estrecheces insufribles. Es fácil descubrir aquí la perniciosa '''dicotomía''' entre la '''ley''' y la '''libertad''', o todavía más profundamente, de la verdad y la libertad de la que habla la encíclica ''Veritatis splendor''<ref name=":0">{{Cita libro|apellidos=Papa Juan Pablo II|nombre=|enlaceautor=|título=Carta Encíclica Veritatis Splendor|url=http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_06081993_veritatis-splendor.html|fechaacceso=13 de mayo de 2020|año=06 de agosto de 1993|editorial=Vaticana|isbn=|editor=|ubicación=|página=77|idioma=|capítulo=}}</ref>''.''  
Si se impone esta visión, parece que la técnica sirve para ampliar capacidades al hombre y la ética para cortarlas. La técnica, entonces, comienza a mirar a la ética como una invitada incómoda que, a partir de unos principios extraños y ajenos a la vida, impone unas estrecheces insufribles. Es fácil descubrir aquí la perniciosa '''dicotomía''' entre la '''ley''' y la '''libertad''', o todavía más profundamente, de la verdad y la libertad de la que habla la encíclica ''Veritatis splendor''<ref name=":0">{{Cita libro|apellidos=Papa Juan Pablo II|nombre=|enlaceautor=|título=Carta Encíclica Veritatis Splendor|url=http://www.vatican.va/content/john-paul-ii/es/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_06081993_veritatis-splendor.html|fechaacceso=13 de mayo de 2020|año=06 de agosto de 1993|editorial=Vaticana|isbn=|editor=|ubicación=|página=77|idioma=|capítulo=}}</ref>''.''  


En esta misma encíclica se propone una moral muy diferente, de hecho, se habla antes de libertad que de ley, para indicar que los límites que presenta esta no son sino una exigencia interna de la libertad en la medida en que no se refiera a meras posibilidades, sino a ser ''directiva de una acción'', porque: “e''l hombre, (…) debe hacer libremente el bien y evitar el mal. Para eso, el hombre necesita poder distinguir el bien del mal''”<ref name=":0" />. Entonces, al sujeto agente no le importa solo lo que puede hacer técnicamente, sino lo que es mejor para el hombre. Entiende así que no todo lo que la técnica permite es bueno para la [[vida humana]]. Aparece la '''necesidad''' de una '''verdad''' '''moral''' inicial que sea la que '''motive''' y '''guíe''' la '''acción'''.
En esta misma encíclica se propone una moral muy diferente, de hecho, se habla antes de libertad que de ley, para indicar que los límites que presenta esta no son sino una exigencia interna de la libertad en la medida en que no se refiera a meras posibilidades, sino a ser ''directiva de una acción'', porque: “e''l hombre, (…) debe hacer libremente el bien y evitar el mal. Para eso, el hombre necesita poder distinguir el bien del mal''”<ref name=":0" />. Entonces, al sujeto agente no le importa solo lo que puede hacer técnicamente, sino lo que es mejor para el hombre. Entiende así que no todo lo que la técnica permite es bueno para la [[vida humana]]. Aparece la '''necesidad''' de una '''verdad''' '''moral''' inicial que sea la que '''motive''' y '''guíe''' la '''acción'''.
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== El acto moral ==
== El acto moral ==
[[Archivo:Plan.jpg|miniaturadeimagen|'''Acto moral''' a la acción que desarrolla una persona y que es valorada desde el plano de la ética (por su rectitud, honradez, etc.). ]]
[[Archivo:Plan.jpg|miniaturadeimagen|'''Acto moral''' a la acción que desarrolla una persona y que es valorada desde el plano de la ética (por su rectitud, honradez, etc.). ]]
Hablar de acto moral permite entonces una visión nueva. La '''[[ética]]''' antes que límites '''señala''' '''fines''', fines prácticos, lo que es bueno buscar para que el hombre realice su vida en plenitud. En verdad, la moralidad en su raíz es una característica de las acciones del hombre y es allí donde se han de descubrir sus dimensiones. Por eso mismo, es absolutamente necesario en un tratado de bioética un estudio detenido de la acción humana en relación a su moralidad.  
Hablar de acto moral permite entonces una visión nueva. La '''ética''' antes que límites '''señala''' '''fines''', fines prácticos, lo que es bueno buscar para que el hombre realice su vida en plenitud. En verdad, la moralidad en su raíz es una característica de las acciones del hombre y es allí donde se han de descubrir sus dimensiones. Por eso mismo, es absolutamente necesario en un tratado de bioética un estudio detenido de la acción humana en relación a su moralidad.  


Para caracterizarla en cuanto tal, en la tradición cristiana que ha sido la dominante en Occidente se ha hecho una distinción fundamental, la que existe entre: '''actos''' del '''hombre''' y '''actos''' '''humanos'''.  
Para caracterizarla en cuanto tal, en la tradición cristiana que ha sido la dominante en Occidente se ha hecho una distinción fundamental, la que existe entre: '''actos''' del '''hombre''' y '''actos''' '''humanos'''.  


Por '''“''actos del hombre'''''” se entienden aquellos actos que ocurren en el hombre pero que no son propiamente queridos por él, esto es, que no proceden de su voluntad, sino de otro principio operativo. A esta clase hay que atribuir toda una serie de actos físicos:  respirar, la circulación de la sangre, etc. que se producen en el hombre, pero que no expresan al hombre en cuanto tal, los actos reflejos y aquellos que por alguna deficiencia, violencia a la voluntad, dominio exclusivo de un impulso sensitivo o ignorancia de la inteligencia, no pueden denominarse como realmente humanos y, en consecuencia, tampoco se los puede calificar de morales. Son actos en sí mismos “amorales”, carentes de la característica de la moralidad y en este sentido no son buenos ni malos. La persona puede respirar mal, pero esto es una deficiencia física y no moral, no hace al hombre malo, pues no “comete” ninguna maldad por ello, sino que “padece” un mal físico. La [[Persona y acto|persona]] puede haber “sufrido una lesión” por una violencia, es un mal que ha recibido, pero que no ha cometido; en todo caso, la imputación de esta ofensa (en este sentido un mal moral) es debida a una maldad moral, sí, pero de otra persona. La lesión misma no es un mal moral y podría haberse producido accidentalmente. Una persona puede morir por haber tomado una medicina equivocada y se ha producido un mal muy grande, pero no es un mal moral, es una equivocación que puede ser no imputable, por un error de ignorancia en un caso imprevisible. '''Todos''' esos '''males''' son '''''actos del hombre'''''.
Por '''“''actos del hombre'''''” se entienden aquellos actos que ocurren en el hombre pero que no son propiamente queridos por él, esto es, que no proceden de su voluntad, sino de otro principio operativo. A esta clase hay que atribuir toda una serie de actos físicos:  respirar, la circulación de la sangre, etc. que se producen en el hombre, pero que no expresan al hombre en cuanto tal, los actos reflejos y aquellos que por alguna deficiencia, violencia a la voluntad, dominio exclusivo de un impulso sensitivo o ignorancia de la inteligencia, no pueden denominarse como realmente humanos y, en consecuencia, tampoco se los puede calificar de morales. Son actos en sí mismos “amorales”, carentes de la característica de la moralidad y en este sentido no son buenos ni malos. La persona puede respirar mal, pero esto es una deficiencia física y no moral, no hace al hombre malo, pues no “comete” ninguna maldad por ello, sino que “padece” un mal físico. La persona puede haber “sufrido una lesión” por una violencia, es un mal que ha recibido, pero que no ha cometido; en todo caso, la imputación de esta ofensa (en este sentido un mal moral) es debida a una maldad moral, sí, pero de otra persona. La lesión misma no es un mal moral y podría haberse producido accidentalmente. Una persona puede morir por haber tomado una medicina equivocada y se ha producido un mal muy grande, pero no es un mal moral, es una equivocación que puede ser no imputable, por un error de ignorancia en un caso imprevisible. '''Todos''' esos '''males''' son '''''actos del hombre'''''.


Es por ello que a continuación se ampliará exclusivamente a los ''actos humanos''. Aquellos que el hombre realiza, consciente y libremente y en los cuales se expresa en cuanto hombre. Existe, por tanto, una relación intrínseca entre la acción y la persona que pertenece a la experiencia humana, y ha de saber iluminar esta dimensión para poder '''entender''' con '''profundidad''' la relevancia personal de los '''actos''' '''humanos.'''  
Es por ello que a continuación se ampliará exclusivamente a los ''actos humanos''. Aquellos que el hombre realiza, consciente y libremente y en los cuales se expresa en cuanto hombre. Existe, por tanto, una relación intrínseca entre la acción y la persona que pertenece a la experiencia humana, y ha de saber iluminar esta dimensión para poder '''entender''' con '''profundidad''' la relevancia personal de los '''actos''' '''humanos.'''  
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Ambos principios se han unido en lo que se ha denominado ''Estado de bienestar,'' que mide la '''verdad''' del '''hombre''' en el '''grado''' de '''bienestar''' que '''alcanza''' y, en consecuencia, organiza la sociedad y sus valores en vista a asegurar tal bienestar al mayor número posible de ciudadanos.  
Ambos principios se han unido en lo que se ha denominado ''Estado de bienestar,'' que mide la '''verdad''' del '''hombre''' en el '''grado''' de '''bienestar''' que '''alcanza''' y, en consecuencia, organiza la sociedad y sus valores en vista a asegurar tal bienestar al mayor número posible de ciudadanos.  


No sería difícil ver la amoralidad de estos planteamientos que son incapaces de dar respuesta a la exigencia real del ''bien de la persona''. Este bien no se mide exclusivamente por una calidad, la nobleza del hombre se descubre muchas veces en momentos ínfimos de calidad de vida, como se ve en el testimonio de tantos hombres en campos de concentración inhumanos. En el “bien de la persona”, unido a la experiencia de la autorrealización, es como se revela al hombre su propia dignidad. En lo que el hombre descubre como intolerable es como en la acción humana se muestra esa [[dignidad]] que permite hablar de la '''vida humana''' como algo '''sagrado''', es decir, que no puede dejarse al cálculo ni a la manipulación, porque no está en la decisión del hombre, ni sometida al consenso social.  
No sería difícil ver la amoralidad de estos planteamientos que son incapaces de dar respuesta a la exigencia real del ''bien de la persona''. Este bien no se mide exclusivamente por una calidad, la nobleza del hombre se descubre muchas veces en momentos ínfimos de calidad de vida, como se ve en el testimonio de tantos hombres en campos de concentración inhumanos. En el “bien de la persona”, unido a la experiencia de la autorrealización, es como se revela al hombre su propia dignidad. En lo que el hombre descubre como intolerable es como en la acción humana se muestra esa dignidad que permite hablar de la '''vida humana''' como algo '''sagrado''', es decir, que no puede dejarse al cálculo ni a la manipulación, porque no está en la decisión del hombre, ni sometida al consenso social.  


Por todo ello, tampoco es medida de la autorrealización que el hombre experimenta en su acción, la adaptación a lo ''políticamente correcto'', la vivencia de valores consensuados y admitidos que generen el beneplácito de la sociedad. La auténtica libertad del hombre no es una “'''libertad de'''”, esto es, defender campos de libertad a nivel social; sino una '''auténtica''' “'''libertad para'''”, es decir, la de implicarse en la realización de una comunión de personas que permita a cada una de ellas encontrar la vida feliz que busca. Es aquí donde se puede decir más plenamente que mi acción ''es libre''.  
Por todo ello, tampoco es medida de la autorrealización que el hombre experimenta en su acción, la adaptación a lo ''políticamente correcto'', la vivencia de valores consensuados y admitidos que generen el beneplácito de la sociedad. La auténtica libertad del hombre no es una “'''libertad de'''”, esto es, defender campos de libertad a nivel social; sino una '''auténtica''' “'''libertad para'''”, es decir, la de implicarse en la realización de una comunión de personas que permita a cada una de ellas encontrar la vida feliz que busca. Es aquí donde se puede decir más plenamente que mi acción ''es libre''.  
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La acción no es libre porque hayan permitido hacerla, por no ser coaccionado por un agente exterior, sino porque surge de dentro, desde una verdad de una plenitud buscada que da razón de la acción. Así se responde a la acusación muy grave de determinismo por parte de la visión naturalista que quisiera explicar el acto humano como si fuera un acto del hombre, absolutamente dominado por fuerzas interiores incontroladas o por una educación social que crearía un determinismo psicológico. El ámbito de los conocimientos científicos dominado por el determinismo de las '''leyes físicas''', es muy escéptico respecto de la libertad del hombre y '''tiende''' a '''arrinconarla''' en una '''libertad''' '''negativa''', medida solo a nivel de derechos sociales, sin una verdadera repercusión en el interior de la persona.  
La acción no es libre porque hayan permitido hacerla, por no ser coaccionado por un agente exterior, sino porque surge de dentro, desde una verdad de una plenitud buscada que da razón de la acción. Así se responde a la acusación muy grave de determinismo por parte de la visión naturalista que quisiera explicar el acto humano como si fuera un acto del hombre, absolutamente dominado por fuerzas interiores incontroladas o por una educación social que crearía un determinismo psicológico. El ámbito de los conocimientos científicos dominado por el determinismo de las '''leyes físicas''', es muy escéptico respecto de la libertad del hombre y '''tiende''' a '''arrinconarla''' en una '''libertad''' '''negativa''', medida solo a nivel de derechos sociales, sin una verdadera repercusión en el interior de la persona.  


Si el ''Estado de bienestar'' ha surgido con la pretensión de poner entre paréntesis la cuestión de la felicidad personal como un problema irresoluble o incluso egoísta; la libertad humana está intrínsecamente dirigida a una acción que plenifica al hombre en algo más grande que él mismo. Es la realidad de la ''comunión de personas''. Según esta perspectiva, no se percibo al otro como un límite de la libertad individual, sino como una persona de la que hacerse responsable y que se hace responsable de las propias acciones de la persona. En este sentido se ha de decir que<ref name=":0" />: “''La '''libertad''', pues, tiene sus '''raíces''' en la '''verdad''' del '''hombre''' y tiende a la comunión''”. Esta expresión ha de entenderse en cuanto la libertad está finalizada internamente por el amor: se tiene una libertad ''para amar''; si no se conduce a ello, la libertad ha fracasado. El amor de comunión es la expresión plena del amor y hacia ella se dirige todo el anhelo de la libertad. En este movimiento inicial y libre propio del acto humano es donde se inscriben las otras dimensiones de la moralidad de la acción.
Si el ''Estado de bienestar'' ha surgido con la pretensión de poner entre paréntesis la cuestión de la felicidad personal como un problema irresoluble o incluso egoísta; la libertad humana está intrínsecamente dirigida a una acción que plenifica al hombre en algo  más grande que él mismo. Es la realidad de la ''comunión de personas''. Según esta perspectiva, no se percibo al otro como un límite de la libertad individual, sino como una persona de la que hacerse responsable y que se hace responsable de las propias acciones de la persona. En este sentido se ha de decir que<ref name=":0" />: “''La '''libertad''', pues, tiene sus '''raíces''' en la '''verdad''' del '''hombre''' y tiende a la comunión''”. Esta expresión ha de entenderse en cuanto la libertad está finalizada internamente por el amor: se tiene una libertad ''para amar''; si no se conduce a ello, la libertad ha fracasado. El amor de comunión es la expresión plena del amor y hacia ella se dirige todo el anhelo de la libertad. En este movimiento inicial y libre propio del acto humano es donde se inscriben las otras dimensiones de la moralidad de la acción.


== La apertura al sentido y a la finalización del acto ==
== La apertura al sentido y a la finalización del acto ==
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En ella, se comprueba la nítida superación del naturalismo: una vida cuyo fin sea la mera supervivencia en una cierta calidad de vida ha perdido el sentido de vivir, o mejor, ha puesto su fin en un sentido manifiestamente equivocado, aunque pueda gozar de una cierta plausibilidad social. El simple hacer puede ocultar el auténtico sentido de vivir porque no responde adecuadamente a la cuestión del sentido. Ahora esta aparece como la auténtica racionalidad del '''acto''' '''humano''' que '''no''' puede '''reducirse''' a una simple '''constatación''' de resultados.  
En ella, se comprueba la nítida superación del naturalismo: una vida cuyo fin sea la mera supervivencia en una cierta calidad de vida ha perdido el sentido de vivir, o mejor, ha puesto su fin en un sentido manifiestamente equivocado, aunque pueda gozar de una cierta plausibilidad social. El simple hacer puede ocultar el auténtico sentido de vivir porque no responde adecuadamente a la cuestión del sentido. Ahora esta aparece como la auténtica racionalidad del '''acto''' '''humano''' que '''no''' puede '''reducirse''' a una simple '''constatación''' de resultados.  


Así, la moralidad de la [[sexualidad]] no es debida a un “sexo seguro” que produzca los resultados buscados y que haría lícita cualquier relación sexual mientras no sea realizada con violencia; la sexualidad es una fuente de sentido para el hombre y se puede “hacer” el sexo sin un sentido adecuado a la verdad de la persona. Plantearse esta cuestión, indica que la verdad de la sexualidad no está determinada por la biología, es decir, la virginidad o el celibato son algo moralmente valioso por el significado sexual que representan, aunque sea incomprensible desde un punto de vista naturalista. Sobre todo, cuando apunta a un sentido de vivir ''que supera la [[muerte]]'', precisamente lo que es incomprensible para el reduccionismo el cual se mencionaba antes, pero que tiene un valor decisivo en toda la bioética. La muerte no es el mal mayor del hombre, pero no se puede morir sin más, sino que hay que iluminar este paso desde un sentido de vivir. Todos captan que es digno morir por amor a alguien, esto es, entregar la vida; así aparece que '''no''' es '''digno''' elegir '''morir''' por llevar una '''vida''' de '''“[[Calidad de vida|baja calidad]]”''' como si uno fuese incapaz de amar o ser amado por esa circunstancia.
Así, la moralidad de la [[sexualidad]] no es debida a un “sexo seguro” que produzca los resultados buscados y que haría lícita cualquier relación sexual mientras no sea realizada con violencia; la sexualidad es una fuente de sentido para el hombre y se puede “hacer” el sexo sin un sentido adecuado a la verdad de la persona. Plantearse esta cuestión, indica que la verdad de la sexualidad no está determinada por la biología, es decir, la virginidad o el celibato son algo moralmente valioso por el significado sexual que representan, aunque sea incomprensible desde un punto de vista naturalista. Sobre todo, cuando apunta a un sentido de vivir ''que supera la muerte'', precisamente lo que es incomprensible para el reduccionismo el cual se mencionaba antes, pero que tiene un valor decisivo en toda la bioética. La muerte no es el mal mayor del hombre, pero no se puede morir sin más, sino que hay que iluminar este paso desde un sentido de vivir. Todos captan que es digno morir por amor a alguien, esto es, entregar la vida; así aparece que '''no''' es '''digno''' elegir '''morir''' por llevar una '''vida''' de '''“baja calidad”''' como si uno fuese incapaz de amar o ser amado por esa circunstancia.


Un mundo gobernado por la técnica y que rige los deseos por baremos de consumo oculta la cuestión del sentido por lo que hace mucho más difícil la respuesta a la pregunta moral que está contenida en la acción. Para poderla expresar en todo su contenido hay que ver entonces la relación de este sentido con determinados fines relevantes para la [[vida humana]]; son los que en moral se denominan los '''''fines de las virtudes'''''. Se refiere a finalidades tan importantes que implican a la persona en la acción y permiten defender el sentido de las acciones. Estos fines son los que median entre la bondad y maldad de las tendencias naturales, que no puede medir internamente la bondad moral de una acción, y las acciones electivas del hombre.
Un mundo gobernado por la técnica y que rige los deseos por baremos de consumo oculta la cuestión del sentido por lo que hace mucho más difícil la respuesta a la pregunta moral que está contenida en la acción. Para poderla expresar en todo su contenido hay que ver entonces la relación de este sentido con determinados fines relevantes para la vida humana; son los que en moral se denominan los '''''fines de las virtudes'''''. Se refiere a finalidades tan importantes que implican a la persona en la acción y permiten defender el sentido de las acciones. Estos fines son los que median entre la bondad y maldad de las tendencias naturales, que no puede medir internamente la bondad moral de una acción, y las acciones electivas del hombre.


Se trata de los “bienes para la persona” que todo hombre busca al actuar y cuyo conjunto define la felicidad humana. Entre estos bienes está la búsqueda de la verdad que impide ir contra ella de cualquier modo; la benevolencia hacia sí mismo y hacia los demás en la promoción de su existencia, lo que impide dañar a una persona directamente, ya sea físicamente o en sus bienes; la elección de la persona con la que compartir la vida en la formación de la comunidad familiar que impide la realización de un acto sexual fuera  de este amor esponsal; el cuidado de la propia intimidad y el respeto hacia la de los demás que impide el desorden de los deseos posesivos hacia los demás en el ámbito de lo impuro o del dominio despótico. Son ejemplos básicos de bienes que el hombre busca siempre en su acción y que debe '''saber''' determinar '''prudencialmente''' en la '''elección''' de una '''acción buena'''.
Se trata de los “bienes para la persona” que todo hombre busca al actuar y cuyo conjunto define la felicidad humana. Entre estos bienes está la búsqueda de la verdad que impide ir contra ella de cualquier modo; la benevolencia hacia sí mismo y hacia los demás en la promoción de su existencia, lo que impide dañar a una persona directamente, ya sea físicamente o en sus bienes; la elección de la persona con la que compartir la vida en la formación de la comunidad familiar que impide la realización de un acto sexual fuera  de este amor esponsal; el cuidado de la propia intimidad y el respeto hacia la de los demás que impide el desorden de los deseos posesivos hacia los demás en el ámbito de lo impuro o del dominio despótico. Son ejemplos básicos de bienes que el hombre busca siempre en su acción y que debe '''saber''' determinar '''prudencialmente''' en la '''elección''' de una '''acción buena'''.

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