Drogadicción

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Introducción[editar | editar código]

Muchas personas han querido ver en el uso de drogas la salida a una serie de situaciones de la vida cotidiana, sin prevenir las consecuencias que su consumo acarrea.[1]

El fenómeno de la drogadicción es antiguo. Lo que no es tan antiguo es la extensión cuantitativa y cualitativa del fenómeno. Las personas están en condiciones de afirmar que desde el punto de vista bioético es una situación fuertemente interpelante, ya que en muchos aspectos y casos se encuentra comprometida la salud y la vida humana. La bioética tiene una palabra que decir acerca de este fenómeno que convive con las sociedades actuales, en todas las regiones y culturas planetarias. Urge desde la bioética ofrecer un tratamiento multidisciplinar ya que se trata de un problema complejo que excede el mundo de lo netamente sanitario.

Definición[editar | editar código]

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), droga es:

“Toda sustancia que introducida en el organismo vivo puede modificar una o varias funciones de este”.

A esta genérica definición habría que añadir que son sustancias que generalmente producen dependencia  o toxicomanía. En este sentido, la toxicomanía sería el estado de intoxicación crónica producido por el abuso repetido de la droga. Inseparablemente al concepto descrito, está la tendencia a aumentar las dosis para conseguir el mismo efecto, es decir, la dependencia psíquica que hace a la persona experimentar una necesidad compulsiva a consumir la droga. La drogodependencia sería según la misma OMS[2] un estado de dependencia física y psíquica respecto a algunas sustancia que afectan de forma capital sobre el Sistema Nervioso Central (SNC) y que al mismo tiempo lleva parejo un efecto en la sociedad. En este sentido el Dr. Luna escribe:

“...se da dependencia hacia una sustancia determinada cuando existe una vinculación metabólica y conducta entre su consumo y la persona de forma que esta no pueda prescindir de su consumo sin que aparezcan tras tornos en la conducta y una serie de sig nos clínicos que desaparecen con la administración de la sustancia en cuestión[3].

- La dependencia psíquica ha sido definida por la OMS como “compulsión que requiere la administración periódica o continua de la droga para producir placer o impedir malestar en el individuo”.
- La dependencia física sería “el estado de adaptación del organismo que se manifiesta por la aparición de trastornos físicos cuando se interrumpe la administración de la droga”.
- El hábito sería la condición derivada del consumo repetido de una droga que entraña ante todo deseo intenso de esa sustancia (dependencia física y psíquica), que no induce tolerancia y que produce efectos nocivos para el individuo.
- Tolerancia sería el requerimiento de una dosis cada vez más elevada para obtener la misma respuesta inicial, al presentar una menor sensibilidad a la misma dosis de la droga.

Se habla también de tolerancia cruzada cuando tras la ingesta de una droga aparece tolerancia no solo a esa droga sino también a otra del mismo tipo. En este tipo de tolerancias una de las más comunes es la ingesta de barbitúricos y alcohol.

- Abstinencia sería la aparición de un cortejo de síntomas clínicos como náuseas, vómitos, sudoración, vértigos, etc. cuando se interrumpe la ingesta de la droga.

Descripción de las principales drogas[editar | editar código]

De la larga lista de sustancias se mencionan aquellas que por su consumo, extensión en el tiempo y en el espacio geográfico son más significativas, así como por estar de forma permanente en el debate público. Junto con la información de la OMS pero renunciando a una prolija tabulación y clasificación se describen sintéticamente las principales sustancias:

El café, la planta del tabaco y el uso exagerado del alcohol, han ocasionado graves problemas, constituyen la principal de las farmacodependencias.[1]
  • Morfina: es uno de los veinticinco derivados del opio que a su vez ha sido extraído de la planta Papaver somniferum. Se utiliza fundamentalmente para deprimir el SNC induciendo analgesia. En el contexto de la drogadicción puede llegar a producir un bienestar y sensación eufórica. Produce una altísima dependencia.
  • Heroína: Se trata de un sedativo potente. Bajo su acción desaparece toda percepción dolorosa tanto física como psíquica.
  • Metadona: es un producto totalmente sintético con efectos muy parecidos a los de la heroína. La particularidad es que ofrece una menor dependencia que aquella.
  • Cocaína: producto extraído de la planta Erytroxylon Coca. Tiene una acción estimulante del SNC que produce la sensación de bienestar, excitación, felicidad. Tras la fase aguda primaria, viene una potente depresión con alteraciones de las mismas funciones que anteriormente habían sido estimuladas. Según los autores es una de las más consumidas en la actualidad.
  • Crack: es una de las llamadas drogas de “nueva generación”. Producida y derivada de la cocaína, entre sus características centrales está el bajo coste y la facilidad de su uso. A diferencia de la cocaína, esta droga puede ser fácilmente vaporizada de tal forma que su inhalación es fácil y por consiguiente los efectos extremadamente rápidos. La sintomatología clínica tanto en la primera fase como tras la secuela de la droga son parecidos a los de la cocaína con la diferencia de la brevedad y rapidez de los intervalos.
  • Éxtasis: es la droga sintética más frecuente en las discotecas en Europa según los expertos de los Ministerios de Sanidad. Los efectos de esta droga son múltiples. Los expertos difieren cuáles son los principales y primarios de su ingesta. Lo que se observa es que las personas que ingieren dichas sustancias parecen experimentar un aumento de la actividad, una resistencia al cansancio, resistencia al baile, euforia, mayor lucidez mental referida por los consumidores. Según refiere la clínica, en numerosas ocasiones se detectan episodios alucinógenos.
  • Derivados de la Canapa Indiana: marihuana, hachís. La marihuana se obtiene de las hojas secas de la planta mencionada. Se mastica o generalmente se fuma. El hachís es una resina extraída de las mismas hojas de la planta Canapa. Se fuma y sus efectos respecto a la anterior son potenciados entre cinco y seis veces a la marihuana.

Daños generales de las drogas[editar | editar código]

Las drogas en mayor o menor medida impiden percibir objetivamente la realidad. La Medicina trasforma la realidad pero no la evade o ignora. El fenómeno de la drogadicción en muchos casos evade la realidad y construye una realidad imaginaria. Se cree que es uno de los desencadenantes más mortíferos que existen. La realidad debe ser tratada como tal por mucho que desilusione o estimule. La ulterior deducción que pretende el fenómeno de la droga es por tanto, sumergirse en un mundo irreal donde el proceso de la voluntariedad queda comprometido.

Los dinamismos físicos y psíquicos como los sexuales, la imaginación y la memoria quedan afectados. Pero los efectos no quedan aquí. La persona, en muchos casos vive la ingesta de tal forma que sus relaciones laborales, familiares, conyugales, etc quedan comprometidas. Como afirma E. Gori, la drogadicción en su forma más compulsiva y extrema equivale al suicidio psíquico y obedece a una cultura de la muerte; por tanto, es un acto contra la vida.

A estas alteraciones presentes en el mundo de la psique, se le añaden las modificaciones somáticas. Fundamentalmente viene afectado el SNC y los órganos de metabolización que son los más afectados primariamente por la sustancias exógenas. A veces, la inyección endovenosa de ciertas sustancias provoca la muerte al ser incapaz el organismo de metabolizar sustancias como la heroína.

Sintomatología cardíaca como:

  • Arritmias.
  • Hiper e hipotensiones arteriales.
En no pocas ocasiones, el fenómeno de la drogadicción termina con la muerte, o con la destrucción existencial de la persona.

Sistema Nervioso Central como:

  • Desorientación.
  • Cefaleas.
  • Sudoración.

Aparato digestivo como:

  • Sequedad de boca.
  • Náuseas.
  • Trastornos de asimilación.
  • Diarreas.
  • Etc.

Además las patologías de las llamadas enfermedades asociadas, como pueden ser hepatitis C y los trastornos causados por el virus del sida debido a la desinhibición de la conducta en relación a la esfera sexual y los intercambios de jeringuillas en las drogas de acceso endovenoso.

Factores desencadenantes y precipitantes de la drogadicción[editar | editar código]

Son varios y a distintos niveles: en primer lugar está la llamada:

Teoría de la oferta[editar | editar código]

Debido a la era de las comunicaciones los productos pueden ser extendidos y ofrecidos a distancia. Es lo que ha hecho difundir el fenómeno de la drogadicción a todo el globo. Numerosos intereses espurios sazonan la oferta y extensión de las sustancias que suponen en no pocos casos ingresos millonarios a ciertos colectivos. Esta oferta es demandada por muchos jóvenes con afectaciones carenciales de todo tipo. Aquí reside de ver uno de los dramas contemporáneos. ¿Por qué este desencanto? ¿Por qué este viaje a ninguna parte? Las razones son múltiples. Se mezclan desde la componente económica, laboral, de relación, pero ante todo la crisis antropológica notable ha venido a difundir y socializar los prolegómenos que la crisis romántica procuró. Esta crisis se concretiza en lo que algunos sociólogos llaman la cultura de la droga donde la sociedad utilitarista y sobre todo hedonista ansía un consumo y bienestar inmediato, sin límites ni barreras.

Factor precipitante: la crisis de la institución familiar[editar | editar código]

Quien introduce a otros en el consumo ha de ser valorado como un acto moral desordenado.

Cuando un niño no ha podido experimentar el verdadero amor materno y paterno, el ser aceptado y acogido desinteresadamente, el recibir la dedicación en tiempo y atención personal de sus padres, a menudo queda con una inseguridad para toda su vida, duda del sentido de la existencia y de su propia identidad, y queda incapacitado para amar y ser amado. Todo esto predispone al joven para no ser capaz de enfrentar las responsabilidades, para huir de la realidad desagradable, y uno de los medios es a través de las drogas.

La organización de la sociedad[editar | editar código]

La tendencia hedonística tan difundida en la sociedad actual. Cuando con el ejemplo la palabra que se propone a los jóvenes solo el bienestar material y la satisfacción del placer son los máximos objetivos, cuando se propone como un ideal la ausencia de conflictos y el evitar todo sacrificio, es plausible que muchos de ellos rechacen todo lo que aparezca como poco placentero. El hombre unidimensional y la sociedad unilateral del bienestar educan al joven para hacerse un hedonista infeliz que busca, a través de la droga, lo que le han prometido y la vida real no le da.

También el carácter permisivo de la sociedad actual es un estímulo que invita a refugiarse en la droga. Una libertad sin valores, sin dirección, genera una pérdida de orientación que hace difícil tomar las decisiones personales que es preciso tomar.

Valoración ética del consumo de drogas[editar | editar código]

Aspectos objetivos

1.  El abuso de las drogas puede provocar graves daños al cuerpo y a la esfera psíquica del hombre. El hombre se encuentra obligado a conservar y proteger la salud en último término como don recibido de Dios.

2. Es irracional e inmoral privarse, con la ayuda de las drogas, del pleno uso de la razón y de la voluntad libre, con el fin de huir de la realidad buscando un supuesto placer. Este no es un modo digno del hombre de resolver los problemas de la vida. El uso de las drogas lleva a un trastorno de la personalidad que hace al sujeto en muchos casos asocial, y la necesidad de procurárselas  a cualquier precio –no para encontrar el placer sino para evitar el sufrimiento de la abstinencia– lleva a conductas inmorales y delictivas.

3. Los drogodependientes actúan de manera irresponsable frente a sus hipotéticos hijos, que con toda probabilidad resultarán dañados hereditariamente.

4. Las drogas producen daños también en la comunidad familiar y en la sociedad, debido a las conductas que genera y porque carga a estas con un peso económico y social en la persona del drogadicto.

¿Drogas blandas y drogas duras?[editar | editar código]

A nivel mundial hay alrededor de 16 millones de personas que se inyectan drogas, y de ellas unos 3 millones están infectadas por el VIH.[2]

En las primeras drogas blandas las que no producen dependencia ni daños graves (supuestamente la marihuana, el hachís, etc.).

En las drogas duras entrarían las que producen  dependencia y daños graves (la heroína, la cocaína, etc.).

A este planteamiento hay que responder que es falso: en primer lugar, tras las drogas se esconde una propuesta de cultura, de modo de vida; favoreciendo el consumo se puede estar favoreciendo tal proyecto. Viene a corroborar esto, la comprobación de que el consumo de drogas blandas es el paso para las drogas duras.

En segundo lugar, no es cierto que sean inocuas las llamadas drogas blandas ya que tienen efectos sobre la conducta, afectan al cerebro, no ordenan sino que potencian los problemas de fondo que conducen al abuso de las drogas. Por otro lado, se debe ser cuidadosos en el tema del consumo ocasional. Expertos profesionales apuntan que la eventualidad es la forma de comenzar una dinámica de consumo establecido.

Es obvio que el carácter de ilicitud viene a agravarse por el hecho de que no existe ninguna razón que justifique tal daño: cuando se toma medicamento, se pueden provocar efectos colaterales sobre el organismo, pero estos efectos son compensados y justificados por el hecho de que la administración del fármaco es necesaria para obtener los efectos positivos de curación. Siendo el uso de la droga tan solo por placer, los daños provocados no tienen ninguna compensación benéfica.

Por tanto, el uso de la droga es moralmente ilícito porque:

  1. Produce daño a la salud y a la vida del sujeto.
  2. Produce daños en la familia desestructurandola.
  3. Daña a la comunidad.
  4. No hay ninguna razón objetiva que justifique su uso.

Aspectos subjetivos[editar | editar código]

En primer lugar está la responsabilidad del sujeto que toma drogas habitualmente. Esta responsabilidad es por sí misma grave y no le hace ningún favor el que pone al drogadicto como si todos fueran responsables, menos él.

Ciertamente que esta responsabilidad ha de ser considerada en la pluralidad de las circunstancias desde el punto de vista subjetivo. Se debe considerar sobre todo el comportamiento en la capacidad de autodominio: una cosa es la capacidad de autodominio de quien empieza a drogarse en edad infantil o adolescente o adulta y otra cosa es el autodominio de quien está ya intoxicado y en crisis de abstinencia. También las acciones realizadas en estos estados son acompañadas a menudo de una conciencia muy limitada, por lo  cual en esos momentos está disminuida la capacidad subjetiva de entender y de querer. La responsabilidad moral se ve afectada por estas particularidades.

Conclusión[editar | editar código]

Será urgente y necesario establecer estrategias multisectoriales a distintos niveles: preventivo, médico, político, legislativo, para procurar eliminar este fenómeno que provoca sufrimiento a tantos niveles, pero sobre todo, habrá que robustecer a la persona y servirla con esmero en esta situación trágica de su existencia. Siempre la máxima deberá ser utilizar medios lícitos y proporcionados para superar los retos que imponen este vasto fenómeno.

No habrán éxitos concretos hasta que no se resuelvan los problemas fundativos sobre el hombre y la vida.

No parece que las medidas de liberalización del consumo dado en algunos países como Holanda o Estados Unidos haya favorecido romper la lógica del mercado, sino todo lo contrario; un espectacular aumento del consumo. Ni tampoco la estrategia coercitiva parece que al simple consumidor indefenso le suponga algo. Quizá sí a nivel de alta política en los países productores y grandes traficantes que deben ser siempre combatidos con medios lícitos y proporcionados. Se deduce entonces, que el interés y la fuerza habrá que situarlas sobre todo en la prevención social (información, educación, estructura sanitaria y social, así como reforzando las políticas de atención a la familia y a la juventud). Numerosas instituciones y organizaciones no gubernamentales trabajan en este dramático problema.

En el fondo, urge una refundación de la cultura actual, ya que la droga no es sino una manifestación más de la enfermedad de la sociedad. No habrá éxitos concretos hasta que no se resuelvan los problemas fundativos sobre el hombre y la vida.

Otras voces[editar | editar código]

Texto de referencia[editar | editar código]

  • Vázquez, Carlos Simón (Mayo 2012). «Voz:Drogadicción». Pardo, Antonio, ed. Nuevo Diccionario de Bióetica (2° edición) (Monte Carmelo). ISBN 978-84-8353-475-5.

Bibliografía[editar | editar código]

  • Ciccone, L. (2003). Bioética. Milán: Palabra. p. 480. ISBN 8482398997. 
  • Villanueva Cañadas, Enrique (1994). Medicina Legal y Toxicología. Barcelona: Elsevier Castellano. p. 480. ISBN 9788491130963. 
  • Gori, E. (1996). Aspetti etico‑guiridi ci delle chimiodipendenze, del loro tratta mento e della loro prevenzone. Roma: Bioética y Medicina. 
  • Tettamanzi, D. (2002). Dizionario di bioetica (en italiano). Casale Monferrato. p. 457. ISBN 8838465215. 
  • Elizari Basterra, F.J. (1991). Bioética. Madrid. Consultado el 31 de julio de 2020. 
  • Leone, S.; Privitera, S. (2004). Nuovo Dizionario di Bioética (en italiano). Città Nuova. p. 1328. ISBN 8831192817. 
  • José Román, Flecha (1999). La Fuente de la vida. Salamanca. p. 480. ISBN 9788430115495. 

Referencias[editar | editar código]

  1. 1,0 1,1 Berruecos Villalobos, Luis (Julio - diciembre de 2010). «Drogadicción, farmacodependencia y drogodependencia: definiciones, confusiones y aclaraciones». Cuicuilco 17 (49). Consultado el 31 de julio de 2020. 
  2. 2,0 2,1 «Organización Mundial de la Salud». 
  3. Luna, Aurelio (Enero de 2001). «Riesgos de las drogas de abuso». Revista de Toxicologia (España). ISSN 0212-7113. Consultado el 31 de julio de 2020.